‘Massilia’: espectáculo anti-Netflix sobre los pequeños detalles del exilio tras la Guerra Civil

Ambiente bélico, prensa polarizada, refugiados, incertidumbre… Podríamos estar hablando de nuestro presente, pero nos tenemos que remontar hasta el 1939. Con la Guerra Civil finalizada y la Segunda Guerra Mundial empezando, un grupo de intelectuales españoles se embarcaron, el 19 de octubre de 1939 en el puerto de La Rochelle, en el buque Massilia, que los llevaría hasta Buenos Aires. Esta, no obstante, no es la historia de este espectáculo: a Albert Boronat y Maria Donoso, sus dramaturgos, les interesan mucho más los relatos secundarios, las “historias intersticiales” o las anécdotas aparentemente intrascendentes que ayudan a pintar el retrato de un momento histórico y social. Como ya hicieron en Nodi: de gossos i malditos, aquí lo que importa son las pequeñas cosas, los detalles, la periferia.

Dirige la propuesta el director argentino Nelson Valente (una presencia cada día más habitual en la cartelera de Barcelona), que la sitúa escénicamente entre la conferencia (performativa, por supuesto), el teatro documental y la pieza poética con destellos musicales y de teatro de objetos. La historia nos la cuentan cuatro magníficos intérpretes, entre los que destacan Lluís Marquès en el papel del caballo Romántico y Júlia Molins como una emocionada y a la vez irónica narradora. Martí Salvat y Laura María González completan el reparto interpretando a varios personajes, también cantando y tocando instrumentos, en una propuesta trilingüe (catalán, castellano y argentino) que nos promete que nos contará una gran historia para acabar dejándonos con las ganas. Un espectáculo anti-Netflix.

El exilio a que nos vimos obligados los europeos hace cien años pone un espejo ante nuestro presente (como sucedía en La tercera fuga, de Victoria Szpunberg): se han intercambiado los papeles, por el momento, pero las cosas siempre pueden cambiar. Los submarinos amenazantes nunca han dejado de rodearnos: hoy son más visibles que nunca, si cabe. Caballos que hablan, directores de periódicos enfrentados y el Camino de Santiago como metáfora imposible y recurrente… Massilia es una propuesta sencilla y honesta, defendida estupendamente por sus cuatro intérpretes, que entre la memoria y la nostalgia opta por la primera. Un montaje que requiere un espectador despierto y activo, que lo mira directamente a los ojos y que nos confiesa que, a veces, solo podemos tener las respuestas correctas a las preguntas equivocadas.