These New Puritans componen contra el algoritmo
El grupo británico es una rareza en su generación, sin encaje en ninguna categoría. Con su quinto disco, ‘Crooked Wings’, vuelven a demostrar que hay otra forma de hacer música. Menos rentable, pero más libre

En la era de los algoritmos, cuando la principal forma de destacar es recordar a algo ya popular y que te incluyan en la playlist correspondiente, es difícil encontrar nada similar a These New Puritans. Si hay algún otro artista que se les parezca, ni siquiera ellos lo conocen. “Estamos solos. No sé si somos los primeros o los últimos de una forma de hacer las cosas; es muy difícil de decir”, explica Jack Barnett desde su estudio en Londres. Es la mitad del dúo inglés, que completa su gemelo, George. ¿Se atreve a especular por qué no encuentran a nadie más? “Creo que ahora se recompensa a la gente práctica, que hace cosas porque es lo que funciona. Nosotros tendemos a no tener esa mentalidad práctica. A mí me encanta componer y grabar música y quiero hacer algo que me apasione, eso es lo principal. Pero eso nos pone en una situación difícil…”.
Son una banda singular que se mueve en una nebulosa sonora en la que hay espacio para el pop, la música sacra y orquestal o la electrónica de vanguardia. Su sonido es ancestral y a la vez, futurista. En Crooked Wings, su quinto álbum, participa una docena de músicos y cantantes, muchos salidos del mundo de la música clásica o el jazz. Los únicos nombres reconocibles son Caroline Polachek y, en menor medida, el contrabajista londinense Chris Laurence. Hay un niño de 12 años con una bellísima voz de coro y una soprano. Suenan flautas, órganos de tubo o glockenspiels flotando entre sintetizadores… Hubo un momento a esta idea se la hubiera calificado como art rock, que en realidad era un generoso paraguas que cobijaba a todo aquel que exploraba nuevas rutas. La etiqueta cayó en desgracia porque en su nombre se cometieron excesos —dale a un pedante una coartada artística y el resultado será sonrojante—, pero también sirvió para definir a propuestas tan variopintas como Brian Eno, a Wire, a Radiohead o a ellos mismos.
Dar unidad a un trabajo en el que hay tantas propuestas distintas solo es posible con un finísimo trabajo de estudio. Crooked Wings suena maravillosamente, como si fuera una grabación carísima. Y no es así. Es un trabajo artesanal por obligación: These New Puritans se pagan sus propias grabaciones y, cuando el disco está acabado, buscan una discográfica que se lo publique. “Siempre corres el riesgo de que nadie lo quiera. Entonces nos encontraríamos en bancarrota y tendríamos que huir del país, pero de momento no ha pasado”, dice.
“Trabajar con tu hermano es complicado. Hay fricciones, eres muy directo. Si algo te parece una mierda, se lo dices”
En este caso, el comprador ha sido la independiente Domino, que también ha reeditado Hidden (2010), su segundo álbum, el que hizo que gentes tan distintas como Björk y Elton John les señalara como grupo al que prestar atención. El suyo es un método a la vez muy libre y muy esclavo: “Juntamos a muchos músicos que vienen de campos muy distintos. No es como si yo fuera un cantautor y pudiera simplemente sentarme aquí y ahora en mi estudio, y grabarlo. Todo tiene que estar planeado de antemano y luego lo grabamos con disciplina militar. Todo está muy organizado”, afirma Barnett, que dice contar con documentos con las previsiones de quién viene, a qué hora y a hacer qué. “Si cuentas las horas de estudio, creo que sería uno de los álbumes con periodos de grabación más cortos, pero en realidad tardamos años, porque hay mucha preparación entre medias y, además, como este álbum lo financiamos nosotros, a veces tenemos que esperar a tener suficiente dinero para la siguiente sesión”.
El gran problema del art rock es que, si no eres Radiohead, más te vale asumir que tienes pocas posibilidades de hacerte rico en el muy competitivo mercado del Reino Unido. Pero, a los 37 años, los gemelos Barnett parecen sacados de esa era en la que el éxito no se medía necesariamente por el número de escuchas y las entradas vendidas. De hecho, solo Jack se dedica exclusivamente al grupo. George es un conocido modelo masculino que ha trabajado en campañas de Gucci y está casado con la también modelo Pixie Geldorf, con la que tiene una hija. Parte del dinero que usan para grabar sale de ese mundo. No solo de los beneficios de George, también han compuesto para desfiles; por ejemplo, los del diseñador Hedi Slimane.

“Trabajar con tu hermano es complicado. Hay fricciones. Con un hermano no hay cortesía. Eres muy directo. Si algo te parece una mierda, se lo dices. Lo malo es ese nivel de brutalidad. Lo bueno es que te ahorras mucho tiempo de tonterías”, dice Jack. La sede central de su trabajo es la nave industrial de Londres desde la que responde esta entrevista, pero tampoco está allí todo el tiempo. En los seis años que han transcurrido desde su anterior álbum, lo que es no tanto si tenemos en cuenta la pandemia, ha pasado periodos en Grecia o viajando con un circo brasileño. “Mi novia de entonces era artista circense, así que se iba de gira unos seis meses al año. Si quería verla, tenía que seguir el circo. Y sí, es un mundo interesante. Hace que el mundo del rock and roll parezca muy aburrido”. ¿En serio? “Sí, viven al límite”.
Lo curioso es que, con todas estas peculiaridades, These New Puritans cuentan con un público, quizás no numeroso, pero sí fiel. Y con el respeto de un amplio rango de músicos. La última en mencionarles ha sido Charli XCX, que les incluyó en el listado de bandas a tener en cuenta en su concierto de Coachella. “Eso fue genial y sorprendente. No sabes si a alguien le gusta lo que haces hasta que lo dicen, así que es un detalle. Es posible que le gustemos porque creo que es de Essex, de donde somos nosotros. Pero da igual, me parece un detalle, un pequeño cumplido”. Charlie anunció que este sería “un verano These New Puritans”. ¿Eso cómo sería? “Muy lluvioso, me temo”.

'Crooked Wings'
Domino / Music As Usual
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