El niño peruano que narró la final de la Libertadores desde un cerro y conquistó Europa
Tras su hazaña, el canal de Cliver Huamán ha superado el millón de seguidores en cuestión de días


Muchos años antes de colocar su trípode en las alturas del cerro Puruchuco —un complejo arqueológico de la época incaica al este de Lima— como quien planta una bandera para narrar la final de la Copa Libertadores con un celular, Cliver Huamán Sánchez empezó a entrenar su voz con los únicos dos videos que portaba la memoria USB de su padre: uno de Messi y otro de Neymar. No había televisión por cable, ni conexión a Internet en Huampica, un centro poblado de menos de 1.000 habitantes, creado a inicios de los noventa, en los Andes peruanos.
Antes de coger un micrófono y crear un canal deportivo en TikTok, Instagram y Facebook —cuyos seguidores han pasado de contarse en cientos a superar el millón en cuestión de días—, las manos de Cliver cogieron un pico y una pala. Sus palmas se volvieron ásperas en los campos de quinua y kiwicha, a más de 2.000 metros, en la provincia Andahuaylas, región Apurímac. “Se tiene lo que se trabaja”, le repetían sus padres, dos quechuahablantes que no han dejado de agradecerle a Dios y a la tierra por el sustento.
Cliver y su canal Pol Deportes son la última celebridad de las redes sociales. En una semana, el adolescente de 15 años ha pasado de viajar 16 horas por carretera hasta Lima —esa capital ajena, donde el cielo se pinta de gris— a pasearse por los principales programas del mediodía y ser recibido con todos los honores en palacio. Si solo las pollerías de barrio lo auspiciaban, ahora las cadenas de ropa lo visten con ternos exclusivos y las tiendas de tecnología le regalan celulares de alta gama. Si los agentes de seguridad del estadio Monumental le negaron el ingreso a la final entre el Flamengo y el Palmeiras, este miércoles las puertas del Santiago Bernabéu se le abrirán de par en par: asistirá al partido entre el Real Madrid y el Manchester City, en un electrizante choque por la Liga de Campeones.
Cliver no conocía Lima y ahora conoce Europa, donde arribó este fin de semana luego de tramitar su primer pasaporte. Lleva en la maleta una biblia y la bandera de Andahuaylas: rojo, naranja y amarillo, colores que describen los atardeceres y la sangre derramada de un pueblo feroz del antiguo Perú llamado los Chankas. Es el mismo nombre con el que ha sido bautizado el club de fútbol que en el 2023 se convirtió en el primer equipo de Apurímac en ascender a la primera división. Un hito que movilizó a toda la región. En un contexto donde se ha normalizado que las hinchadas se jacten de hacer correr a otras, Los Chankas se han caracterizado por contagiar su alegría.
Cliver Huamán Sánchez es fruto de quienes todavía miran el deporte con la inocencia de un amateur. Fue su hermano Kenny, cuatro años mayor que él, quien lo convenció de que tenía pasta de narrador deportivo, esos intérpretes de la incertidumbre que cultivan la virtud de hacer memorable un instante. Esas voces telúricas que, con su entonación, ritmo y picardía, forjan el mito del fútbol. En un inicio, Cliver tenía dudas. Por alguna razón quería ser policía —por eso lo apodaron Pol en el colegio—, y la narración solo le parecía un pasatiempo. Pero Kenny le recordó que ya había debutado en la radio. Hace una década, el padre de ambos leía noticias en una emisora, y alguna vez hizo que Cliver, de apenas cuatro años, contara fragmentos de cuentos.
“No quería hacer videos. Lo obligué. Le puse carácter. Incluso discutimos”, ha contado Kenny, el jovencito de rayos rubios que ha sabido ser productor, cámara y por estos días hasta representante de su hermano menor. Hace poco tuvo que cortar una transmisión porque su celular se había recalentado con el aluvión de mensajes que le han llegado a su WhatsApp en busca de una entrevista o una promoción. Y pensar que Cliver se resistía a aparecer en cámara. Al comienzo solo se escuchaba su voz sobre unas fotos en movimiento. Pero el impacto era nulo. Nadie los seguía. Luego armaron una especie de set en su casa de adobe. Pintaron una pared de azul, y colocaron posters de Messi y la selección argentina, en medio de sus diplomas de primaria. Con un parante de fierro para soldaduras a modo de trípode le dieron REC y coronaron con un deseo en una hoja de papel: hasta que lo vea ESPN.
Y vaya que se les ha cumplido el afán a los hermanos Huamán Sánchez. Ni bien se confirmó que el Perú albergaría la segunda final de la Copa Libertadores en seis años, fueron a la caza de la oportunidad. Promovieron una colecta para viajar a Lima a la que se sumaron sus vecinos, pequeños comerciantes y después autoridades distritales. La idea era grabar varios videos como previa y después hallar la manera de transmitir el partido. Cuando a Cliver le negaron el acceso —por no haber hecho la gestión y ser menor de edad—, sintió que le había fallado a su gente. Escalar el cerro que rodea al estadio fue la opción más desesperada para cumplir con sus seguidores.
Y si bien desde arriba los futbolistas eran manchas diminutas e indistinguibles para un halcón, inmediatamente después del gol de Danilo —que le dio la Copa al Flamengo—, Kenny le pidió a Cliver que narrara el tanto como si estuviese en tiempo real. La toma panorámica de aquella cabina de transmisión al aire libre… La cancha, el vacío y el grito sostenido de gol —tan profesional, tan amateur— dieron la vuelta al mundo. Por obra y gracia de la inteligencia artificial, la escena ha sido animada como si Pixar o Disney le hubiesen dedicado una película.
“Destaco la actitud de Cliver porque tuvo la osadía de no bajonearse. Eso se llaman recursos”, dice Luis Córdova, un experimentado reportero que subió el mismo cerro Puruchuco 15 años atrás, cuando cubría los entrenamientos del club Universitario, y el entrenador de aquel entonces no quiso que la prensa observara los entrenamientos. “Solo se ven miniaturas, como si los jugadores fueran alfileres. Pero fue nuestra manera de decir: aquí estamos. Bajar no es fácil. Es tierra muerta”, agrega.
A mitad de semana, cuando su imagen ya se había viralizado, Cliver pisó por primera vez el estadio Nacional, el principal escenario deportivo del Perú. Se jugaba un partido definitorio entre Alianza Lima y Sporting Cristal. La producción de 1190 Sports lo sorprendió en vivo y en directo: lo invitaron a narrar unos minutos, y así decretar su debut oficial en un medio masivo. Pero no se trataba de cualquier cabina. Lleva el nombre de Daniel Peredo, el periodista que en 2017 narró el histórico gol que marcó el retorno de Perú a los mundiales de fútbol luego de 36 años —festejo que provocó un sismo— y murió de un infarto meses antes de Rusia 2018. El narrador que más admira Cliver después del argentino Mariano Closs.
Fueron apenas un par de minutos. No se podía más. Se trata al fin y al cabo de un menor de edad. “Cliver simboliza la rebeldía del peruano que se gana la vida a diario. Es conmovedor que un niño de 15 años tenga los conceptos tan claros de lo quiere hacer con su vida”, cuenta Peter Arévalo, el reconocido narrador que le cedió el micrófono, y que se convirtió en un fenómeno en redes sociales cuando hace cinco años encendió su celular en el cuarto de su hijo. “Ha nacido con el talento. Tiene una buena dicción, bastante clara, aunque le falta enriquecer su vocabulario. Si es bien llevado, llegará”, dice Eduardo Combe, el reportero a ras de campo que lo entrevistó y pudo notar cómo la popularidad lo ha abrumado.
En las últimas horas, los consejos para Cliver Huamán Sánchez, o simplemente Pol Deportes, se han multiplicado. Que aproveche su momento. Que estudie. Que no se maree. Algunos pocos reniegan de su viralidad, afirmando que no hizo gran cosa. Otros están orgullosos de haber hecho famoso a la persona correcta. “Con mi hermano quiero demostrar que los que venimos de abajo también podemos soñar”, ha contado Kenny, quien ha sido barbero y panadero para costear el sueño de Cliver. Ambos nos recuerdan que el fútbol también es ese deporte donde de vez en cuando los chicos se imponen a los grandes.
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