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Otra crisis desespera a los cubanos: más de tres millones sufren la escasez de agua en la isla

Las autoridades reconocen viven “una situación muy compleja” causada por la sequía y problemas de la infraestructura del sistema hídrico. Algunas comunidades del oriente llevan sin agua desde hace unos cinco meses

Escasez de agua en Cuba
Carla Gloria Colomé

La tarde del 30 de septiembre, el sol era tan fuerte como el de los días anteriores; el calor, el mismo de casi siempre; el mar permanecía azul y aplacado, y la Tribuna Antimperialista estaba casi vacía y herrumbrosa, no como esos días de los 2000 cuando los cubanos se reunían a gritar consignas patrióticas que rebotaban contra los cristales de la entonces Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana. Fidel Castro mandó construir un espacio en el que cupieran más de 10.000 personas, donde la gente reclamó con fuerza el regreso del niño Elián González, y al que ahora llegaba Alberto, con cara de poco entusiasmo y una carretilla en la mano, a cargar unas cubetas desde una cisterna ubicada al costado de la Tribuna. El hombre acumulaba 42 días sin agua en casa y ese era el único sitio donde aún podía abastecerse para cubrir, si acaso, dos jornadas, no mucho más.

“Aquí viene todo el mundo, todavía nadie nos ha dicho nada”, dice el señor, quien no se esconde para llenar sus envases. Para llegar hasta ahí, tuvo que caminar varias cuadras desde su casa, en la zona de Calzada y H, en el Vedado habanero. Con él hacían fila otras tres personas dispuestas a cargar con toda el agua que pudieran. Antes que ellos, pasó gente con botellas plásticas, tanques y cubetas, a resolver a medias un problema mayor, que, según las autoridades cubanas, está afectando hoy a 156.725 habitantes en la capital, y a más de tres millones en todo el país.

Si los apagones están enfureciendo a los cubanos, la falta de agua —y, por tanto, la imposibilidad de beber, cocinar, lavar, bañarse, es decir, la vida en su forma más básica— los tienen a punto del colapso. Los cortes del agua, así como de la luz, marcan el día de la gente, que trabaja, sale de casa o come, según el momento en que le quitan o le devuelven el servicio. Por los mismos días en que se vio a Alberto llenar sus envases en la Tribuna, una joven agarró a su hijo y, con varias cubetas, obstaculizó la vía pública en la transitada calle Monte a modo de protesta. Un agente de la policía intentó arrebatarle un cubo y ella, con fuerza, se lo quitó de las manos. Estaba molesta. Cumplía 15 días sin agua en casa y ya no tenía, dice, ni para tomarse una pastilla. Un vecino de la zona contó a EL PAÍS que desde inicio de septiembre el agua no llegaba a su grifo.

“A veces viene un hilito de agua, a las tres o cuatro de la mañana. Hay gente que la espera, pero hay quien trabaja y no puede, y cuando no podemos, pues no tenemos agua, nos pasamos días así hasta que se consigue una pipa”, aseguró el joven, quien pidió no revelar su nombre. En el mercado negro, un camión cisterna con agua les llega a costar hasta 25.000 pesos cubanos, más de 55 dólares, con los que la mayoría no cuenta. Así que el joven espera siempre a que algún familiar que tenga agua en otro municipio de La Habana le permita ir a bañarse o cocinar en su casa.

El panorama, que el propio Gobierno ha descrito como “una situación muy compleja”, es similar en casi todo el país. Santiago de Cuba, la segunda ciudad más importante de la isla, enfrenta la sequía más grande que haya reportado en 10 años, la cual afecta hoy a más de medio millón de personas. Sus pobladores ven el agua cada 38 días, mientras que a algunas comunidades del oriente les falta desde hace unos cinco meses. Cuba, un país rodeado de “agua por todas partes” —en palabras del escritor Virgilio Piñera—, es también ese en que su gente lidia con la escasez extrema. La isla es hoy como un cuerpo que se desmembra poco a poco: le quitan la electricidad, los medicamentos, la comida y el agua y, por tanto, le cuesta seguir andando.

Pero Cuba no empezó ayer a ser este país. “Es una crisis que lleva tiempo en desarrollo”, asegura Jorge Piñón, experto cubano en energía e investigador del Instituto de Energía de Texas. “Han sido casi 40 años a los que le hemos dado la espalda a la infraestructura de Cuba, la cual se está desplomando ante nuestros ojos”.

Las causas de la crisis

Cuando el pasado año el gobernante Miguel Díaz-Canel le preguntó al presidente del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH), Antonio Rodríguez Rodríguez, cuándo se solucionaría el desabastecimiento de agua en Cuba, el funcionario fue lo más sincero que pudo. “Decirle ahora una fecha en la que podremos resolver los problemas no sería justo de mi parte”, dijo. “Aspiramos, siendo realistas, a que, de acuerdo con los ritmos que vamos, podamos tener una mejor situación el próximo año, aunque eso no quiere decir que vamos a resolver todos los problemas de salideros, obstrucciones, abasto de agua y otros”.

Para este año, la situación solo ha empeorado. El Gobierno aseguró recientemente que estaba invirtiendo unos 5.000 millones de pesos en más de 300 obras de infraestructura hidráulica, pero nadie ve los resultados. Helena Solo-Gabriele, profesora de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Miami y miembro de la Asociación de Ingenieros Cubano-Americanos (ACAE), insiste en que la falta de agua limpia y accesible en la isla se ha documentado por décadas, y que algunos de los principales factores que contribuyen a esto es “la falta de mantenimiento del sistema de tratamiento de agua, la falta de electricidad, que provoca baja o nula presión en las tuberías, y las fugas en el sistema de distribución de agua”.

El Gobierno cubano ha reconocido que entre las causas de esta crisis están, además de la falta de combustible en un sector que es el segundo mayor consumidor de electricidad del país, las roturas de los equipos de bombeos y los llamados salideros (fugas de agua). Las autoridades confirman que, solamente en La Habana, se pierde entre el 40% y 50%, y a veces hasta el 70% del agua que se bombea a causa del depauperado sistema hídrico.

“Todo se debe a la falta de inversión en la infraestructura hidráulica”, afirma Piñón. “Es lo mismo que estamos pasando hoy con las termoeléctricas. A los acueductos o los centros de bombeo, no se les ha dado mantenimiento operativo y capital. Los arreglos deben ser masivos, no un parche que se puede resolver con una soldadura, ya que esto es extremadamente difícil”. El experto explicó que en Cuba el sistema de acueductos funciona con una serie de estaciones de bombeo, y que esas estaciones y motores están hoy trabajando casi 24 horas al día. “No es necesariamente por la demanda, sino porque hay tantos salideros y fugas que tiene que mantener la presión en el ducto. Así que los motores están trabajando continuamente para mantener esa presión”.

Al lamentable estado de la infraestructura hídrica se suman factores naturales que acrecientan la situación de escasez del agua en la isla, la cual ha sido identificada como uno de los principales problemas ambientales de Cuba. Solo-Gabriele insiste en que se trata de un país “estrecho, con sus puntos más altos a lo largo de la isla, lo que provoca una rápida escorrentía del agua de lluvia hacia las costas”. “Además, la distribución de las precipitaciones no es uniforme a lo largo del año, lo que resulta en escasez de agua durante la estación seca”, sostiene.

La sequía es un problema que indudablemente golpea al país, incluso en estos meses de temporada lluviosa. El presidente del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos ha asegurado que hoy los embalses registran 1.790 millones de metros cúbicos por debajo de la media, lo cual afecta a un total de 900.000 personas en todo el territorio. El mayor embalse de Cuba, la presa Zaza, localizada al centro de la isla, tiene 106,4 millones de metros cúbicos de agua, cuando está diseñada para acumular unos 1,020 millones de metros cúbicos.

Siempre Cuba ha sufrido de periodos de gran sequía, por eso los embalses son tan importantes para nosotros”, dice Piñon, quien asegura que este es otro gran problema en contra. “Los embalses no son solo un hueco en la tierra que lo haces y lo dejas, necesitan también mantenimiento. Tienes falta de agua, porque apenas está lloviendo, y tienes que tener un sistema de embalses bien protegidos y cuidados. Si no, el agua se fuga naturalmente. Se ha dejado tanto tiempo sin darle una solución al problema, que ahora es mucho más grande, tomará mucho más tiempo y costará mucho más dinero”.

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Sobre la firma

Carla Gloria Colomé
Periodista cubana en Nueva York. En EL PAÍS cubre Cuba y comunidades hispanas en EE UU. Fundadora de la revista 'El Estornudo' y ganadora del Premio Mario Vargas Llosa de Periodismo Joven. Estudió en la Universidad de La Habana, con maestrías en Comunicación en la UNAM y en Periodismo Bilingüe en la Craig Newmark Graduate School of Journalism.
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