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Andy Warhol y el arte pop hecho en Brasil dialogan en São Paulo

La coincidencia de dos exposiciones en la metrópoli permite apreciar semejanzas y diferencias entre la obra del icono estadounidense y la versión tropical

El cuadro 'Guevara', pintado en 1967, junto a otras obras de Claudio Tozzi en la muestra de arte pop brasileño, este martes en la Pinacoteca de São Paulo.
Naiara Galarraga Gortázar

Los entusiastas del arte pop pueden aprovechar para dar un salto a São Paulo, donde por aparente azar coinciden durante varias semanas dos amplias exposiciones complementarias. Una, consagrada a Andy Warhol (1928-1987), estrella planetaria y uno de los artistas más influyentes del siglo XX gracias una obra que parece creada a la medida de estos tiempos de Instagram y fama efímera. El visitante se reencuentra en persona con los originales de obras centrales en el imaginario popular, como Marilyn, Mao o Pelé, O rei del fútbol. La otra es una exhibición colectiva, una inmersión en lo que fue el arte pop brasileño de los años sesenta y setenta, en plena dictadura, a través de la obra creada por un centenar de artistas. Aquí la crítica política es un ingrediente esencial y los iconos, el Che, Roberto Carlos y sí, también Pelé.

La obra de Warhol 'Ropa de trabajo', en primer plano, junto a los retratos 'Victor Hugo', en la exposición del museo de la FAAP, en São Paulo, el pasado martes.

Los organizadores atribuyen a la mera casualidad que ambas muestras coincidan en la gran metrópoli brasileña. Pop Brasil: vanguarda e nova figuração, 1960-70 se titula la gran exposición de la temporada en la Pinacoteca, un museo público. La exposición, que acaba de ser inaugurada, reúne 250 piezas de unos 100 artistas, incluido un significativo número de creadoras a las que los comisarios han rescatado para colocarlas en primera línea junto a sus contemporáneos varones. La exhibición estará abierta hasta octubre y después viajará al Malba, en Buenos Aires (Argentina).

Andy Warhol: pop art!, que será clausurada a fin de mes en el Museo de Arte Brasileño FAAP, privado, se publicita como la mayor exhibición fuera de Estados Unidos dedicada al irrepetible artista, imbatible publicista de sí mismo y fundador de The Factory en Nueva York. Reúne 600 originales procedentes del museo Warhol en Pittsburgh, epicentro de la industria del acero y la ciudad natal de Andrew Warhola.

El icónico cuadro titulado 'Mao', expuesto en el museo de la FAAP hasta fin de mes.

El arte pop dio sus primeros pasos en Reino Unido, pero alcanzó su esplendor en EEUU. Aunque el pop art tropicalizado de Brasil comparta con aquel colores intensos, humor, ironía, imágenes de la televisión o la publicidad y técnicas de reproducción industrial, como la serigrafía, tiene señas de identidad bien marcadas que lo distinguen del estadounidense, explica en una entrevista en la Pinacoteca Pollyana Quintella, una de las comisarias. “Mientras EEUU vive un proceso de industrialización pleno y crea una sociedad de consumo, con productos de calidad producidos en masa, en Brasil la industrialización es más contradictoria y tardía, está plagada de conflictos. Aquí la factura de las obras es más precaria”.

Un cuadro de la serie dedicada por Warhol a las latas de sopa Campbell y expuesto en São Paulo, en el museo de la FAAP.

En EEUU, prima lo lúdico y la crítica social es más cínica, dice la especialista. En esa época Brasil sufre los años de plomo del régimen militar, que cierra el Congreso e intensifica la censura. Ese ambiente represivo y sombrío es contestado por los creadores. “Los artistas brasileños entienden el arte como un instrumento de transformación social y asumen su papel político, intervienen en el debate público”, recalca Quintella.

Una visitante en la exposición 'Pop Brasil: vanguardia y nueva figuración, 1960-70', en la Pinacoteca de São Paulo, el pasado martes.

Algunas de las obras remiten a la resistencia frente a la censura o a la criminalización de la pobreza. Nace en ese contexto una de las obras icónicas de este periodo en Brasil. La estampa con el lema Seja marginal, seja herói (Hélio Oiticica, 1968, Sea un marginal, sea un héroe). Muestra un hombre que yace muerto en el suelo, con los brazos en cruz, tras pegarse un tiro al ser acorralado por la policía. Esta fue una de las banderolas serigrafiadas que protagonizaron el llamado Happening das Bandeiras, en una plaza al lado de la playa de Ipanema, en Río de Janeiro, impulsado por un grupo de artistas con ánimo de dar la espalda a los museos, ocupar las calles y democratizar el arte. Resulta irónico que, casi seis décadas después, esas piezas, localizadas una por una con enorme esfuerzo, den la solemne bienvenida a una pinacoteca.

Un retrato de Pelé, realizado por Warhol, en la galería dedicada a los deportistas.

La exposición de Warhol estaba a rebosar de visitantes un domingo reciente. Pocos dejaban pasar la ocasión de sacarse un selfie o posar junto a los retratos de Elvis, Liza Minnelli, Blondie o la singular reinterpretación del líder del Partido Comunista Chino. Warhol, con un ojo para los negocios y otro para cuestionar los límites del arte, logró que gentes ricas y poderosas de EEUU le compraran un cuadro del camarada Mao para sus salas de estar en 1973, un año después de la histórica visita del presidente Nixon a Pekín y en plena Guerra Fría.

Las latas Campbell, que lo lanzaron al estrellato, reinan en una de las salas del museo de la FAAP que exhiben otros objetos cotidianos que Warhol resignificó mucho antes de que ese verbo entrara en el vocabulario. También se exhiben piezas de cuando era dibujante para marcas de lujo al inicio de su carrera, películas experimentales o varias series de sus famosas Polaroid, seña de identidad de aquella factoría artística de Nueva York en cuyas míticas fiestas se mezclaban aspirantes a ser alguien con personalidades consagradas del arte, el rock, la moda… En esos retratos algo amarillentos desfila el quién es quién del momento: Muhammad Ali, Bianca Jagger, Truman Capote, Sonia Rykel…

Una de las famosas series de polaroids de Warhol, con retratos de Mick Jagger, Diana Ross, Blondie, Liza Minnelli, Lennon y Yoko, entre otros.

A dos paradas de metro, de vuelta en la Pinacoteca, la obra Adoração (Nelson Leirner, 1966) juega con la ambigüedad, con un Roberto Carlos silueteado en neón rodeado de santos católicos que es a la vez elogio y crítica. El verdadero Roberto Carlos entró al juego y acudió a la inauguración. En la misma sala, unos astronautas observan, desde un cuadro en la pared de enfrente, a otros astros brasileños, como Caetano Veloso, Gilberto Gil, Chico Buarque o Elis Regina, que debutaron en populares concursos televisivos.

El arte pop brasileño también exploró el deseo femenino o la gran lacra que corroe el país hace siglos, la desigualdad. Ahí están como recordatorio Elevador social y Elevador de serviço (de Rubens Gerchman, 1966), expuestas juntas por primera vez. Lejos de ser una reliquia, los ascensores clasistas que distinguen entre los inquilinos y el servicio son habituales en las torres de clase media-alta.

Gilberto Gil, Roberto Carlos y otros artistas, retratados en cuadros de pop art brasileños de la muestra que está abierta en la Pinacoteca hasta octubre.

A estas dos muestras de pop art las une Pelé, un reconocimiento a su figura como el brasileño más universal de todos los tiempos. Icono planetario gracias a que su arte con la pelota coincidió con la llegada de la televisión a millones de hogares de todo el mundo. Junto a él, otros cuadros celebran a la selección que elevó a Brasil a cielos al conquistar cinco Mundiales. “Hemos hecho una pequeña selección”, dice la comisaria, “porque daría para hacer una exposición solo de pop y fútbol”.

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Sobre la firma

Naiara Galarraga Gortázar
Es corresponsal de EL PAÍS en Brasil. Antes fue subjefa de la sección de Internacional, corresponsal de Migraciones, y enviada especial. Trabajó en las redacciones de Madrid, Bilbao y México. En un intervalo de su carrera en el diario, fue corresponsal en Jerusalén para Cuatro/CNN+. Es licenciada y máster en Periodismo (EL PAÍS/UAM).
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