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La IA recrea los rostros de esclavizados en Brasil gracias a las descripciones de un abolicionista

Una exposición en São Paulo rescata la identidad visual de decenas de liberados por el abogado autodidacta Luiz Gama en el XIX

Personas esclavizadas Brasil IA

En el arduo camino de la reparación histórica de los millones de africanos que fueron esclavizados en Brasil a lo largo de casi cuatro siglos, hay pequeños gestos repletos de simbolismo. Uno podría ser recuperar la identidad de los que nunca tuvieron derecho a existir como seres humanos. Es lo que pretende una exposición que acaba de inaugurarse en el Archivo Público del Estado de São Paulo, en la ciudad homónima. Usando las minuciosas descripciones que el abogado y abolicionista Luiz Gama hizo de decenas de esclavizados se han recreado sus rostros usando la Inteligencia Artificial (IA). La idea es de uno de los trabajadores del archivo, el artista Diego Rimaos, que quiso así hacer un homenaje tanto a estas personas anónimas como al trabajo de Gama, uno de los héroes de la lucha de los negros brasileños por la libertad.

La exposición se titula Yo, el amanuense que escribió… porque se fija en el periodo en que Gama trabajó como escribiente en una comisaría de policía. Dedicó su tiempo a aprovechar las brechas legales para sacar de la esclavitud al máximo de personas posible. Los documentos que dieron pie a la exposición datan de entre 1862 y 1866, un periodo en el que, en teoría, ya no podían llegar africanos esclavizados al país. Sólo en teoría: Años antes, en 1831, se había aprobado una ley para prohibir el tráfico negrero y satisfacer así las presiones abolicionistas del Reino Unido, principal aliado de Brasil en la época. Los brasileños sabían que esa ley no iba a cuajar, y la bautizaron con sorna lei para inglês ver (ley para que la vean los ingleses). La expresión se usa hasta hoy para referirse a normas legales que en la práctica no se cumplen.

Teóricamente, ya nadie podía llegar esclavizado en Brasil, aunque la realidad era muy diferente: “Se hacía mucho la vista gorda. Gama, como abolicionista que era, aprovechó su condición de funcionario público para hacer esos registros en una comisaría de policía y conseguir sacar a estas personas de una situación que, sobre el papel, era irregular”, comenta al teléfono el artista y archivero Rimaos. Con la ley brasileña en la mano, los protagonistas de esta exposición nunca deberían haber sido esclavizados: “Su condición era la de africano libre, que era diferente de la de esclavo liberto”. A efectos prácticos, los documentos de emancipación a los que accedían tras la intercesión de Gama les permitían vivir como una suerte de inmigrantes con permiso de residencia, pero siempre tutelados por alguien y con varias restricciones. Aun libres, estaban lejos de ser ciudadanos de pleno derecho.

Retratos de la exposición 'Yo, el amanuense que escribió…'

La fotografía ya existía en la época, pero era carísima y estaba reservada a las élites, de ahí la importancia de las descripciones del abogado abolicionista, porque ese sería el documento que ellos llevarían consigo para identificarse: “Olegário, de la nación Benguela, africano libre, cara redonda, ojos pequeños, labios regulares, nariz chata, orejas regulares y perforadas, marca en medio del pecho, se desconoce el tiempo en que fue importado…”.

Rimaos tomó esos textos y los volcó en herramientas de IA para generar sus rostros, aunque tuvo que hacer diversas correcciones, porque, por ejemplo, la tecnología les atribuía cabellos y peinados más propios del siglo XXI. Cosas del algoritmo anacrónico, dice el artista. Los nuevos rostros, en el formato clásico de foto carnet, aparecen ahora en los documentos de identidad contemporáneos, como los que todos los brasileños llevan en la cartera.

La exposición también sirve para poner en valor el legado de Gama, con una biografía apasionante. Nació en libertad en la ciudad de Salvador de Bahía, hijo de una esclava liberta (muy probablemente Luisa Mahín, que participó en diversas revueltas antiesclavistas) y un portugués. A los diez años, su padre, ahogado por las deudas, lo vendió como pura mercancía. De joven, Gama aprendió a leer y a escribir en la casa donde trabajaba esclavizado y poco después batalló legalmente para demostrar que a él le correspondía ser un hombre libre.

Identificaciones de la exposición.

Estudió derecho por su cuenta y aunque le impidieron matricularse, participó como oyente en la elitista Facultad de Derecho de São Paulo. Como rábula, (abogado que podía actuar en primera instancia a pesar de no contar con el título oficial) pleiteó por la libertad de cientos de esclavizados. Sus manuscritos guardados en el archivo de São Paulo fueron reconocidos en enero de este año por la Unesco dentro del programa Memoria del mundo.

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