Isabel Cuadros Ferrer: “Existe una ceguera colectiva ante el sufrimiento de los niños”
La fundadora de la Asociación Afecto, que ha dedicado su vida a luchar contra el maltrato infantil, conoce de cerca los dolores que enfrentan las infancias

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A los ocho años, Isabel Cuadros Ferré (Bogotá, 69 años) presenció una tragedia que dictó su destino. Durante unas vacaciones familiares en Tumaco, un pueblo marcado por la violencia en el sur de Colombia, se enteró de que una de sus tías había rescatado a una pequeña que había sido quemada y abusada sexualmente por su padrastro. Esa experiencia le despertó una conciencia prematura sobre los alcances del comportamiento humano y el sufrimiento que algunos deben enfrentar cuando apenas empiezan a vivir.
Esa sacudida creció en ella como una convicción. Con el deseo de ayudar, se convirtió en médica y especialista en psiquiatría en la Universidad del Valle. Hoy, tras más de cuatro décadas de práctica profesional y como fundadora de la Asociación Afecto contra el maltrato infantil, la mujer todavía recuerda con lucidez esa primera anécdota que la transformó en una defensora del bienestar de los niños y niñas.
Desde mediados de los ochenta, emprendió una cruzada para prevenir el abuso infantil. “Comencé un grupo con una trabajadora social en el Hospital Universitario del Valle, donde veíamos casos de maltrato”, recuerda Cuadros, sentada en su despacho en el centro de Bogotá. Uno de los primeros episodios que presenció fue el de una niña que llegó con 36 fracturas. “El pediatra dijo que se trataba de una osteogénesis imperfecta, pero la trabajadora social apuntó que era un caso de maltrato”, relata la mujer. Una semana después, la menor regresó con dos fracturas más. Estuvo bajo el cuidado temporal de una madre sustituta, pero al poco tiempo, las autoridades le devolvieron la custodia a su madre biológica, quien la maltrató hasta causarle la muerte. “Ese tipo de casos hicieron que no pudiera mirar hacia otro lado. Decidí que ese era el tema al que dedicaría mi vida”.
Ese impulso la llevó a crear, en 1988, la Asociación Afecto, que la consolidó como una de las pioneras en la lucha contra el maltrato infantil en Colombia, un país en el que los niños también han sido blanco de la barbarie. Solo entre enero y septiembre de 2025, se registraron 1.387 muertes violentas de niños, niñas y adolescentes, y más de 26.000 agresiones entre casos de violencia intrafamiliar, de pareja y sexual, de acuerdo con datos de Medicina Legal. Para Cuadros, la reacción social ante estas tragedias contribuye a su perpetuidad. “Existe una ceguera colectiva ante el sufrimiento de los niños, porque la mayoría de la gente no quiere enfrentarlo. Se disocia o se niega a ver”, explica la psiquiatra.
Esta indiferencia no es exclusiva de Colombia. Cada cuatro minutos, un niño muere a causa de un acto de violencia en el mundo, de acuerdo con UNICEF. Para Cuadros, enfrentar este fenómeno no se trata de conmiseración. “A los niños no les sirve que llores con ellos, necesitas que los ayudes”. Durante décadas, atendió a cientos de menores que compartían con ella sus historias de abuso, mensajes que hoy llenan las paredes de la Asociación Afecto. “Isabel alludeme por favor porque necesito sentirme bien. Aveces quiero sentir que estoy en el sielo para ser feliz”, (sic), dice uno. Hay decenas de dibujos de colores y muchos “te quiero”. Otro mensaje, más contundente, resume el espíritu de su lucha: “Yo sí le creo a los niños”

Ese acto de lealtad hacia las infancias ha tenido un costo personal. Con el tiempo, Cuadros tuvo que alejarse de la práctica clínica por la presión de los maltratadores. “Muchos de los abusadores denuncian, atacan y acosan”, sostiene la madre de dos mujeres con un tono de indignación que no desaparece con los años. “Nos han demandado, nos han amenazado, nos insultan, porque uno está del lado de los niños, del lado de las víctimas”, recalca. Por ello, en los últimos años ha enfocado su labor en capacitar equipos profesionales en detección de abuso infantil. Lleva más de 30 años liderando congresos sobre maltrato infantil en Colombia y a menudo continúa capacitándose en encuentros científicos en Estados Unidos.
Una de sus principales colaboradoras es la psicóloga forense Ana María Venegas, quien el año pasado publicó un libro en coautoría con la abogada María Victoria Zambrano titulado ¿Tú si me crees?, que profundiza en la importancia de dar crédito a los testimonios infantiles en los casos de abuso. Junto a su equipo, la Asociación Afecto acompaña a familias que denuncian maltrato infantil, aunque los resultados no siempre son favorables. Actualmente, colaboran con la restitución de la custodia de una niña de cuatro años que fue separada de su madre y entregada al padre, pese a que la pequeña señaló que él la había abusado sexualmente. “Son casos complejos porque muchas veces los equipos no saben conducir las entrevistas y valoraciones con los niños, y eso puede generar consecuencias muy graves” explica Cuadros. Por eso, la asociación ofrece capacitación especializada en entrevistas forenses sobre maltrato infantil. Además, cuenta con un centro de documentación especializado en el tema en el centro de Bogotá.
Ahora Cuadros busca asegurar la continuidad de su legado. Junto a su equipo de seis profesionales, en su mayoría mujeres, espera seguir alertando a Colombia y al mundo sobre la urgencia de proteger a la infancia, que puede enfrentarse a trastornos como depresión y ansiedad a causa del maltrato. La labor de Cuadros ha merecido reconocimientos como la Orden del Congreso de Colombia en los grados de Caballero y Cruz del Comendador, el Premio CAFAM a la Mujer del Año 1998, y la condecoración en Derechos Humanos Héctor Abad Gómez. Además, ha luchado también en contra de la violencia de género, convencida de que “cuidar a las mujeres y a las madres es una manera de cuidar también a los niños”.
Esas convicciones alimentan su lucha por un mundo mejor. “Hay que parar la adversidad en la infancia”, sostiene. Cuadros está convencida de que la génesis de muchos problemas adultos se encuentra anclados en los dolores silenciados de la niñez. “Cuando hacía prácticas en un manicomio, les preguntaba a mis pacientes si habían sido abusados o maltratados de niños, y la gente pensaba que estaba loca”, cuenta con una risa sarcástica. Hoy, la academia respalda esa intuición inicial: la adversidad temprana determina profundamente la vida adulta.
“Se debe estar pendiente del estado de ánimo de los niños. Ellos dan indicadores, los niños hablan. Lo que pasa es que la mayoría de las veces o no se les cree o no se les pregunta”, insiste Cuadros, rodeada de libros.
En un mundo donde solo el 56% de los países cuenta con políticas específicas de salud mental para la infancia y la juventud, y menos de la mitad ofrece servicios extrahospitalarios en escuelas u otros espacios, Cuadros sabe que la protección de los niños no es solo una causa: es un deber. Y mientras existan voces que intenten silenciarlos, seguirá recordándole al mundo algo que parece obvio, pero que aún falta por cumplir: creerles, cuidarlos y, sobre todo, no ignorar su sufrimiento. “Una víctima jamás normaliza su dolor. Son los demás quienes lo hacen”.
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