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En colaboración conCAF

La investigadora que redescubrió un coral solitario que se creía extinto en Galápagos

Una de las buceadoras científicas principales del hallazgo encuentra unas 250 colonias vivas y en reproducción. El 14 de noviembre, se volverá a sumergir en búsqueda de más

Noor Mahtani

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Antes de zambullirse al agua, ya sabían perfectamente lo que buscaban. El grupo científico liderado por la Fundación Charles Darwin (FCD) y la California Academy of Sciences se propuso encontrar en el fondo marino de Galápagos un sinfín de especies raramente divisadas. Coloridos nudibranquios, peces extintos o corales solitarios aparecían en la wishlist del equipo.

Mientras Inti Keith, investigadora principal del programa de investigación de biodiversidad marina de la FCD y autora principal del estudio publicado en Marine Biology, escaneaba una pared buscando nudibranquios en el fondo marino, los vio: diminutos corales solitarios blancos, negros y morados aparecieron de la nada. “Tenía claro que eran los Rhizopsammia wellingtoni, porque los había estudiado mil veces en libros. Fue la primera vez que los vi en persona. Me pegué una emocionada…”, recuerda. Su hallazgo desmentía la última catalogación de la especie, cuando en 2000 la lista roja de especies amenazadas de la UICN la había declarado extinta. Durante 24 años, la comunidad científica creyó que sólo volverían a verlos en libros.

En las inmersiones dirigidas en enero de 2024, los investigadores encontraron más de 100 colonias en una cornisa al sur de la Caleta Tagus, en la isla Isabela, a 12 metros de profundidad. Después se identificaron más colonias en Punta Vicente Roca, Playa Tortuga Negra y en Cabo Douglas, isla Fernandina, donde nunca antes se había registrado este coral. En total, los científicos contabilizaron más de 250 colonias vivas, revelando dos variantes de color, púrpura oscuro y rojo-negro. Estos coinciden, según la Fundación Darwin, con los especímenes recolectados en museos durante la década de 1970. En la próxima inmersión, que se llevará a cabo el 14 de noviembre, Keith augura que serán muchas más.

“Esto demuestra que, incluso las especies más vulnerables, pueden persistir si protegemos los hábitats adecuados. Sin embargo, sus pequeñas y dispersas colonias nos recuerdan cuán cerca estuvimos de perderla para siempre”, dice la buceadora científica y también exploradora de National Geographic. Este descubrimiento podrá ahora ahondar en los estudios sobre este diminuto coral y desgranar el valor ecosistémico del mismo, del que se conoce hasta ahora muy poco.

Los corales solitarios Wellington -denominados así en honor a Gerard M. Wellington, quien recolectó los primeros ejemplares- son endémicos de Galápagos y miden entre 3 y 6 milímetros de diámetro, y juntos crean colonias de pocos centímetros. A veces, de uno solo. Su tamaño hace que pasen desapercibidos para cualquier ojo despistado, no para el de Keith, quien pone el acento en la inmensurable resiliencia de estos organismos.

A estos corales se les conoce como solitarios por su forma de relacionarse. Están formados por muchos pólipos individuales que viven juntos en una colonia y comparten un esqueleto. Sin embargo, cada pólipo es independiente. Otra de las grandes diferencias con los corales que todos nos imaginamos es que estos no forman arrecifes, aunque sí son parte de ellos.

Este tipo de especies vive cómodamente en aguas frías de entre 15–26 °C. El impacto de los dos fenómenos de El Niño, en 1982 y en 1997, acabaron con casi el 97% de los corales de Galápagos. El aumento de la temperatura del mar tampoco ayudó a robustecerlos. Sin embargo, el fenómeno de la Niña “dio un respiro” a esta especie, que se adaptó al aumento de temperaturas, descendiendo a mayor profundidad, donde las aguas son más frías. Keith ha encontrado más ejemplares entre los 50 y los 200 metros. “Gracias a las corrientes de Galápagos, que traen aguas frías y repletas de nutrientes, corales como este resisten al cambio climático y al calentamiento del agua”, reconoce. “Pero no son inmunes. Si la temperatura aumenta y se mantiene en el tiempo, también sufrirán”.

Los corales de superficie son las primeras víctimas. Según un reciente informe de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), aproximadamente el 44% de las especies de coral de aguas cálidas están en peligro de extinción. La situación empeoró considerablemente desde la última evaluación en 2008, cuando un tercio de estas especies estaba en riesgo.

Es por ello que el proyecto, en colaboración con la Dirección del Parque Nacional Galápagos, busca ir más allá de aportar cifras. “Queremos ayudar a los tomadores de decisiones. Quisiéramos que esto sirva para que tomen medidas como impulsar el mayor monitoreo, cerrar zonas al turismo en caso de que la situación sea crítica... Tenemos información año a año para mirar bien la evolución”, explica en videollamada.

Keith asegura que la reaparición del Rhizopsammia wellingtoni no es la única buena noticia de las inmersiones de 2024. “Estamos cerca de poder contar qué otras especies hemos vislumbrado y el impacto que tiene en nuestros ecosistemas. Es muy fructífero apostar por los monitoreos”.

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