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En colaboración conCAF

De la inversión de polos al cinturón de ‘Van Allen’: los físicos que sumaron realismo al ‘El Eternauta’

Los científicos Gastón Giribet y Pablo Mininni asesoraron al director Bruno Stagnaro para adaptar los desafíos del cómic original al presente

César Troncoso y Ricardo Darín en una escena de la serie 'El Eternauta' (2025).

Una nevada tóxica y mortal arrasa a Buenos Aires una noche de verano. Millones de muertos se acumulan en las calles y los vivos quedan aislados e incomunicados en sus casas: todos los equipos electrónicos dejaron de funcionar, el mundo moderno se ha apagado. Con este escenario postapocalíptico comienza El Eternauta, la serie argentina de ciencia ficción protagonizada por Ricardo Darín, basada en la obra de Héctor Oesterheld y publicada como historieta por primera vez en 1957. Siete décadas después, el relato de supervivencia construido en torno a la existencia de un héroe colectivo y la idea de que nadie se salva solo, se actualiza bajo una mirada científica contemporánea. El detrás de escena incluye la colaboración de dos físicos reconocidos para darle mayor credibilidad y sostén teórico al relato.

Aunque mantiene el eje central de la obra original (un grupo de amigos que resiste a una nevada mortal y una invasión alienígena), el director Bruno Stagnaro se apoya en la ciencia básica para adaptar la historia a los problemas del presente: así, los físicos argentinos Gastón Giribet y Pablo Mininni, amante de la ciencia ficción, asesoraron con apoyo científico a la producción, al aportar una mirada esencial sobre campos magnéticos, la inversión de polos y el cinturón de Van Allen, que adquieren relevancia en la trama.

Pablo Mininni, físico argentino.

Una serie entre la ciencia y la ciencia ficción

Cuando Stagnaro comenzó a trabajar en la adaptación de El Eternauta, supo que debía buscar una distopía plausible para explicar las razones de una nevada mortal que no dependiera del imaginario cultural y científico de la década de 1950, asociado a los peligros de la energía nuclear o de una bomba atómica, como ocurre en el cómic original. Bajo esa premisa, se puso a investigar los peligros y temores del presente. Buceó en libros sobre tormentas solares, inversiones del campo magnético y pulsos electromagnéticos. También reunió información acerca de fulguraciones solares, supernovas y el cinturón de Van Allen, para determinar cuál de estas variantes podría dejar al país completamente incomunicado de un momento a otro.

“Había que respetar la nevada mortal, pero las razones sobre su origen debían recoger el imaginario disponible hoy”, reflexiona Giribet. El investigador especializado en teoría cuántica, de cuerdas, campos y de la relatividad, comenzó a reunirse con el director de cine en 2018, mucho antes de que comenzara el rodaje de la superproducción. “Cotejamos sus ideas y lo apuntalamos para plantear distintos escenarios”, asegura por teléfono desde Estados Unidos, donde dicta clases en la New York University.

El objetivo era darle sustento científico actual a la trama, en especial a la nevada mortal que sorprende a Juan Salvo (Darín) y sus amigos mientras juegan a las cartas. “La traducción literal de la historia no funcionaba porque estaba muy asociada a los imaginarios disponibles a finales de la década de 1950, los miedos de entonces y el advenimiento de la energía nuclear. Hoy esos miedos están más asociados al cambio climático, a una catástrofe natural, climática o a un asteroide”, asegura Giribet.

Pero, además, “debía ser funcional para la historia”, según el físico. En uno de los episodios, el personaje del Tano Favalli (César Troncoso), un aficionado a la física - en la historieta original es un físico, ahora un ingeniero eléctrico - conjetura ante la magnitud de la catástrofe que el origen de la nevada es una inversión de los polos magnéticos del planeta.

Carla Peterson, Andrea Pietra, y Marcelo Subiotto en 'El Eternauta' (2025).

Stagnaro llegaba a los encuentros con información y lecturas, barajaba ideas, escuchaba y, tiempo después, insistía con preguntas precisas, punzantes. “Consultaba por los tiempos característicos de la migración de polos y por partículas radiactivas. Se acercaba con ideas y preguntaba si tenían sentido”, recuerda Giribet. Un día lo llamó para consultarle qué libro sobre electromagnetismo, viejo aunque aún vigente, podría estar leyendo uno de los personajes. “Era muy minucioso, obsesivo, y rápidamente captaba lo que le decía”, asegura.

Realismo científico

A diferencia de Giribet, el investigador Pablo Mininni tiene devoción por la ciencia ficción: en su juventud, los libros de Isaac Asimov, Ray Bradbury y las películas Interstellar y La guerra de las galaxias marcaron su vocación científica. Por eso se entusiasmó al recibir a Stagnaro en su oficina del Departamento de Física de la Universidad de Buenos Aires, donde dicta clases. “Llegó con la inquietud de que los códigos de la ciencia ficción requieren que la ciencia básica sea creíble y correcta”, recuerda a cinco años de los primeros encuentros.

Con la premisa de que la nevada mortal debía estar asociada a un fenómeno natural vinculado con el campo magnético, Mininni desplegó sus conocimientos en física solar y magnetismo terrestre al servicio de El Eternauta. “Hablábamos del campo magnético de la Tierra, de las partículas cargadas en el viento solar, de las partículas que expulsa el sol y generan auroras en la Tierra, como se ven en la serie”, relata el investigador en una pausa de su trabajo en la facultad de Ciencias Exactas.

Durante los encuentros, comenzaron a tejer hipótesis sobre un posible apagón masivo que deje operativos únicamente a los dispositivos antiguos. “Lo viejo funciona”, reza Favalli en uno de los episodios. “Desde el punto de vista científico, un pulso electromagnético era lo más creíble”, asegura Mininni.

Gastón Giribet, físico argentino.

Para el especialista en geofísica y ciencias de la atmósfera, es posible que en el mundo real exista un apagón de la electrónica o del campo magnético de la Tierra, aunque por escalas, y provocado por diversas razones. “Existen formas militares de destruir la electrónica. Eso es un pulso electromagnético y se utiliza para fines no pacíficos”, explica Mininni.

El campo magnético protege al planeta del viento solar, partículas que el Sol envía al espacio. Cuando entran en contacto con el campo magnético, son arrojadas a los polos y, al acumularse, se transforman en auroras boreales. (Spoiler: así comienza la serie). Ese escudo impide que las partículas solares arrasen la capa de ozono e impacten de lleno en los seres vivos.

En la ficción, Favalli descubre que su brújula ha dejado de funcionar y asocia la nieve letal a los cinturones de Van Allen —los cinturones de radiación que rodean nuestro planeta—, a los que describe como “un escudo que protege a la Tierra de los vientos solares”. “Si los polos se anulan, nos llueven partículas radiactivas”, sugiere.

Héroe colectivo, ciencia colectiva

Oesterheld - desaparecido por la dictadura argentina junto a sus hijas y yernos en 1978 -, fue un hombre de ciencia: antes de convertirse en un escritor que trascendió generaciones, estudió el doctorado de ciencias naturales y trabajó como geólogo en la petrolera YPF, según reconstruyó Diego Fracchia en su libro En busca del geólogo olvidado.

Para Mininni, es importante haber sido convocados para colaborar en la producción. “La ciencia de partida tiene que ser creíble; el público que consume ciencia ficción espera ciertos códigos. Pero también me interesa pensar en el rol de la ciencia en la sociedad. Tenemos problemas que no son resolubles en forma individual, como el cambio climático o los desafíos de la inteligencia artificial. Las decisiones son colectivas. Un científico asesora, no puede ser una capa externa a la sociedad, hay decisiones que en la sociedad moderna se toman de forma colectiva”, concluye.

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