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Teresa Ribera: “A lo mejor lo del sueño americano es un mito, pero el sueño europeo es una realidad”

En la cumbre con la CELAC, la vicepresidenta de la Comisión Europea defiende el valor añadido de la UE como socio económico de América Latina frente a China o Estados Unidos

Teresa Ribera, Vicepresidenta Ejecutiva de la Unión Europea para una Transición Limpia, Justa y Competitiva durante la IV Cumbre de la CELAC-UE
Amanda Mars

La cumbre entre los 33 países de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y la Unión Europea se ha celebrado a media asta. Si uno utiliza el baremo de la lista de asistentes, hablamos de fracaso: apenas una decena de los 60 dirigentes convocados y, del lado latinoamericano, solo el brasileño Lula y el anfitrión, el colombiano Gustavo Petro. Si uno piensa en las dificultades del evento: un Donald Trump revirado que aprieta a los países latinoamericanos, una cumbre intercontinental que compite con otras cuatro grandes reuniones de dirigentes en el mismo mes, y la tensión política a un lado y otro del Atlántico, el simple hecho de que la cita haya tenido lugar, dos años después de la última (2023, en Bruselas), es un triunfo contra la adversidad. Respecto a la anterior, habían pasado ocho años.

Teresa Ribera ve el vaso medio lleno. La vicepresidenta para una Transición Limpia, Justa y Competitiva de la Comisión Europea recibe a EL PAÍS en uno de los salones de la cumbre, en Santa Marta (Colombia), la ciudad más antigua de América Latina, pocas horas antes de la conclusión de la cita, cuando se ultima ese encaje de bolillos que es la declaración final. Horas después, sobre la referencia a Ucrania en el documento, señala: “Es un párrafo muy positivo que subraya los principios de integridad territorial y soberanía de forma clara frente a la agresiones a Ucrania”.

Pregunta. La cumbre ha quedado deslucida por clamorosas ausencias de altos dirigentes, ¿cree que los contenidos resultantes de la cita compensan esto?

Respuesta. Yo hago una valoración muy positiva. En un momento de hostigamiento a las relaciones comerciales, al orden internacional, a la cooperación de igual a igual, a la capacidad de Europa de seguir desarrollando una interlocución con actores muy diferentes en un mundo multipolar, con una región, América Latina y el Caribe, que no siempre ve las cosas del mismo modo, cuando tampoco las relaciones de vecindad son fáciles… Aquí estamos, la cumbre ha salido adelante y ha contado con una participación muy importante, aunque no en todos los casos han venido los líderes. Ha habido una implicación en los temas e intervenciones muy importantes sobre cuáles son las prioridades y sobre la importancia de trabajar juntos y hacer oír la voz en este momento tan turbulento.

P. Ha utilizado la palabra hostigamiento. ¿Por parte de qué países?

R. Observamos una presión muy importante a la manera de entender el mundo que representa Europa, y creo que eso lo vemos a veces con reacciones, agresiones físicas cerca de nuestras fronteras, a veces con cuestionamiento de las reglas comerciales o a veces directamente utilizando las herramientas a disposición de las distintas potencias, ya sea materias primas o ya sea relaciones comerciales. Hemos visto un cambio muy notable en el que ha sido nuestro socio fundamental durante décadas a la hora de construir un orden internacional basado en la paz, la cooperación, el respeto a las normas y la contribución al desarrollo pacífico de todos los continentes, y frente a eso se ha ido a un modelo transaccional. Creo que eso lo hemos vivido desde el cambio de gobierno en Estados Unidos y creo que eso nos debe llevar a los europeos a pensar dónde pueden estar los puntos débiles a los que no habíamos prestado atención, porque contábamos con socios que nos permitían construir de forma relajada nuestro modo de vida.

Teresa Ribera, vicepresidenta ejecutiva de la Comisión Europea, durante el foro empresarial ALC - UE, en Santa Marta, el 9 de noviembre de 205.

P. La UE perdió el foco sobre América Latina a principios del siglo XXI, en el marco de la crisis del euro y el Brexit, entre otros factores. ¿Cree que el factor Trump está siendo un revulsivo para que Europa recupere terreno en América Latina?

R. No lo sé. Cada uno de nosotros intentamos resolver los problemas, pero todos sabemos que venimos de un ciclo donde no solamente ha habido más o menos relación entre la Unión Europea y América Latina, tampoco ha sido fácil en la realidad de este continente. Ha habido visiones muy diferentes entre esa comunidad de Estados latinoamericanos y el encontrar los puntos que les unen no siempre ha sido sencillo.

P. Como socio comercial y como inversor en Latinoamérica, ¿qué ventaja diferencial puede ofrecer la Unión Europea frente a potencias como China y Estados Unidos?

R. Calidad y respeto que duran en el tiempo. Hay potencias que tienen una vocación claramente extractiva, que hacen un uso transaccional buscando cuál es el interés geopolítico que pueda generar réditos en otros ámbitos. La Unión Europea se ha caracterizado por ser ese socio confiable que pretende trasladar fuera de sus fronteras aquello que exige dentro de ellas, que son altos estándares sociales y altos estándares ambientales. No se trata de generar un rédito económico en el muy corto plazo que se diluye inmediatamente después, dejando un lastre en costes ambientales, en costes sociales, sobre los que es dificilísimo poder generar oportunidades en el futuro. Las empresas europeas lo entienden y lo respetan. Tenemos todo un grupo de convenios de la Organización Internacional del Trabajo, todo un grupo de acuerdos, reglas y conocimiento en torno a cómo no sacrificar los recursos naturales de una manera que genere un daño irreversible. A mí me parece que ahí sí hay un valor añadido, un importante valor frente a cualquier otro.

P. El modelo social europeo, que a veces se señala como un lastre en la competencia global, lo identifica usted como un valor añadido.

R. A lo mejor lo del sueño americano es un mito, pero el sueño europeo es una realidad. Europa sigue siendo el sitio del mundo donde mejor se vive y donde a la mayor parte de la humanidad le gustaría vivir, o contar con un modelo parecido en su territorio. Eso es un intangible y una fuerza importante que no hemos sabido aprovechar de forma suficientemente estratégica. Con demasiada frecuencia, Europa ha dado por hecho que eso era así y no se ha implicado, ni ha visibilizado, ni ha defendido este modelo en las relaciones que mantenía con terceros. Eso sí ha cambiado. Europa ahora sí entiende que es el momento de decir alto y claro que ese es el mejor modelo para la democracia.

P. Esta mañana se ha pronunciado de forma muy optimista sobre la firma del acuerdo comercial con Mercosur, pero las últimas declaraciones por parte de Francia invitan a las dudas. ¿Esta vez va en serio?

R. Confío que sí, que sea antes de que acabe la presidencia brasileña de Mercosur, antes de final de año. Creo que 25 años de maduración de un tratado de comercio son muchos años y no se entiende. Y creo que tampoco se entendería perder la oportunidad de decirle al mundo entero que Europa y América Latina por un tratamiento específico para Mercosur, quieren seguir trabajando y uniendo sus mercados y sus sociedades.

P. ¿Diría que es Francia el último gran obstáculo?

R. Yo creo que están todavía trabajando internamente en algunas cuestiones de detalle, pero confiamos plenamente en que esto pueda ser así. Europa debe encontrar las soluciones que permitan ofrecer garantías a quienes puedan sentirlo como una amenaza y que haya un acuerdo de estas características que en todas sus cifras muestran que son positivos para los dos continentes.

P. El asunto de los ataques a las narcolanchas ha surgido también en la cumbre. ¿Cuál es su posición?

R. Uno de los ejes fundamentales de la Unión Europea es la defensa del orden internacional y de los tratados y derechos que nos hemos dotado y me parece que si recogemos un manual de Derecho Internacional Público podemos reconocer qué es lo que significa o en qué condiciones se entiende que está justificado el uso de la fuerza. Hoy por hoy no parece que estemos ni en ninguna situación que requiera la inmediata legítima defensa o que cuente con el respaldo del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Por tanto, creo que es muy relevante que haya habido muchas voces esta mañana en el debate, en la reunión, que reivindiquen la relación de respeto entre los Estados y el reconocimiento del mar como un espacio en el que también se ha de respetar la ley.

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Sobre la firma

Amanda Mars
Periodista y corresponsal económica de EL PAÍS, donde trabaja desde 2006. Empezó en la delegación de Barcelona, pasó por la sección de Economía y fue corresponsal en Nueva York y Washington (2015-2022). Fue directora de Cinco Días y subdirectora del área económica de EL PAÍS. Antes, trabajó en La Gaceta de los Negocios y en la agencia Europa Press.
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