Ir al contenido
_
_
_
_
En colaboración conCAF

Las mujeres Wayuú que desafían al desierto: “¡Nuestra tierra ahora está viva!”

Las comunidades indígenas de la Guajira colombiana desarrollan sistemas alimentarios resilientes ante la sequía y la hambruna que históricamente les ha golpeado y se adaptan al cambio climático

mujeres Wayuú
Paula Medina

EL PAÍS ofrece en abierto la sección América Futura por su aporte informativo diario y global sobre desarrollo sostenible. Si quieres apoyar nuestro periodismo, suscríbete aquí.

“Nunca pensé ver esto. ¡Nuestra tierra ahora está viva!”, dice Eneiris Arpuchana, mientras observa media hectárea de campos florecidos sobre el suelo desértico en el que ha pasado toda su vida. Los sembradíos de yuca, pepino, frijol guajiro, berenjena y otros frutales dibujan un paisaje de verdes vibrantes que antes solo aparecía en sus sueños. Hasta el año pasado, la comunidad Tutchonka del pueblo indígena Wayuú, a la que pertenece Arpuchana, padecía la escasez de alimentos que caracteriza a las tierras áridas del departamento de la Guajira, en la punta norte de Colombia. “Teníamos que esperar la temporada de lluvias para cultivar”, relata la madre de cuatro hijos, recordando las dificultades de una ranchería que no tenía acceso al agua ni a la producción estable de alimentos unos meses atrás.

Eneiris Arpuchana enmedio de los campos de frijol guajiro de la comunidad Tutchonka.

Las cosas empezaron a transformarse en febrero del año pasado con la entrega de un pozo de agua que benefició a cerca de 45 familias de la comunidad Tutchonka, que ahora disponen de una infraestructura que provee hasta 45.000 litros de agua al día. Ese fue el inicio en la región de un ambicioso plan ejecutado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), aplicado en 12 países. El proyecto SCALA busca fortalecer los sistemas alimentarios de comunidades vulnerables y hacer frente a los desafíos ambientales del planeta. “Es un proceso que hace parte de la atención de emergencia, pero también constituye acciones anticipatorias y adaptativas ante el cambio climático”, afirma el coordinador del proyecto en FAO Colombia, Jorge Gutiérrez, quien destaca que las intervenciones van entrelazadas con las prácticas ancestrales de las comunidades.

Tradiciones como el consumo del frijol guajiro se ven fortalecidas con un sistema de riego por goteo que le permite a las familias acceder al alimento en cualquier época del año. “Cuando queremos frijoles, venimos con los niños aquí a recogerlos”, cuenta Arpuchana con una sonrisa, mientras extiende la manta Wayuú que tiene puesta y que amarra en los extremos para formar una especie de bolsa que le permita recolectar las vainas en las que está envuelto el grano, que ha hecho parte de la dieta Wayúu por generaciones y ha resistido las inclemencias del clima en la región, caracterizada por bajas precipitaciones y altas temperaturas.

Las mujeres y niñas de la comunidad Tutchonka siembran y cosechan juntas.

Al lado de la mujer de 42 años, otras madres trabajan en la recolección con la tranquilidad de tener comida asegurada para su familia, un hecho importante el departamento con el mayor índice de inseguridad alimentaria del país en 2024, un 52,4%, según un informe presentado por el DANE y la FAO hace un par de semanas. “Los cultivos nos han vuelto a unir como comunidad porque todos queremos venir a ayudar y recoger los frutos”, cuenta Arpuchana bailando entre las plantaciones de la ranchería liderada por mujeres. Normalmente, ellas son quienes cuidan la tierra, mientras los hombres pastorean las cabras, el principal bien de intercambio en la cultura Wayuú.

De la mano del proyecto SCALA, también se ha educado a las comunidades para fortalecer los procesos pecuarios. El personal de FAO los ha capacitado en torno a la vacunación y el aprovechamiento de las heces de las cobras para preparar un abono natural conocido como caprinasa, que ayuda al desarrollo de los cultivos. En cinco comunidades Wayúu de la Guajira, se han dispuesto espacios conocidos como Centros Demostrativos de Capacitación para enseñar prácticas agronómicas, manejo ganadero y educación nutricional.

Las mujeres de la comunidad Masamana incluyen nuevos ingredientes en sus alimentos, como el ají y el pepino.

“En la comunidad, el consumo de frutas y vegetales era mínimo. Poco a poco, hemos introducido la patilla, el melón, el pepino y el ají que han crecido aquí”, explica Maira Deluque, técnica de gastronomía de la FAO y encargada de incluir los frutos de las cosechas en las tradicionales mesas de las familias indígenas. La joven, también Wayúu, es bienvenida en las cocinas locales en las que les ha presentado a las mujeres productos nunca antes vistos por ellas como la berenjena. “Nunca la habían comido y ahora incluso preparan mermelada de berenjena”, relata Deluque. Lo hace junto a las grandes ollas Wayúu que albergan la preparación del chivo, la chicha de maíz y los guisos tradicionales. Al lado de los fogones, Arpuchana y otra mujer desgranan el frijol recolectado en la mañana en una canasta.

A unos veinte minutos, en la comunidad Masamana, otro grupo de mujeres Wayúu cocina la comida de su comunidad con productos resultantes del mismo proyecto, tras recorrer un vivero en el que siembran plantas como el olivo, el trupillo y el guamacho, que benefician a más de 40 familias en la ranchería. Gracias a Scala, la comunidad no solo ha logrado sustentar su supervivencia, sino que además ha podido comercializar parte de los productos cosechados. “La vez pasada, nos salieron unas patillas enormes y tuvimos que salir a vender”, cuenta Leticia Bonivento, lideresa de la comunidad Masamana, mientras presume fotografías de la abundante producción de frutas de este año.

De acuerdo con FAO, el plan no solo se basa en “la mejora de los ciclos productivos y la resistencia a los efectos del fenómeno de El Niño en la península, sino en la introducción de nuevas prácticas y alimentos en la región”. La organización también realiza este proceso adaptativo al cambio climático en regiones con dinámicas climáticas extremas como la Mohana y el páramo de Sumapaz, ubicado en la capital del país.

También siembran plantas locales como el Calanganito y el Dividivi, que son parte de la medicina ancestral de sus pueblos.

En todas las zonas, el programa contempla la creación de centros comunitarios para una rápida producción agrícola; la distribución de semillas y herramientas agrícolas a hogares individuales; campañas de sanidad animal, rehabilitación de infraestructuras hídricas, y capacitación a las comunidades. “La idea es que este no sea un proyecto de papel, sino que sea sostenible en el tiempo”, argumenta Gutiérrez.

Su visión coincide con las expectativas de las mujeres Wayúu, que anhelan con convertirse en comunidades autosostenibles. “Nosotras no queremos que nos den. Queremos saber producir todo el tiempo”, destaca Adelaida Bonivento, una líder que ha pasado más de 70 años en la comunidad. Para ella, la clave del éxito está en que sean capaces de continuar labrando la tierra y cosechando frutos sin asistencia. “Ellos se van, pero nosotros nos quedamos aquí y tenemos que salir adelante. Ya sabemos que podemos y tenemos las capacidades, que es lo más importante”.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_