Petro llama a las calles y pide al Senado que vuelva a votar la consulta popular
El jefe de Estado convoca a construir cabildos abiertos en todas las plazas del país y alega que hubo fraude en la votación del Legislativo


Este miércoles ha sido un día difícil, políticamente, para el Gobierno de Gustavo Petro. Después de enarbolar por más de dos meses el derecho a una consulta popular, que buscaba revivir 12 puntos de una reforma laboral que el Legislativo hundió en pasado marzo, la plenaria del Senado ha negado su aval a llevarla las urnas. Fue un fraude, denuncia el Gobierno. Una oportunidad, ponderan voces del centro político. Una victoria total, celebra la oposición. “Llegó la hora del pueblo”, respondió el presidente en una breve alocución desde China, donde adelanta una misión diplomática. Convocó a los ciudadanos “a reunirnos en cabildo abierto en todos los municipios de Colombia” para exigir la defensa de la consulta. Y cerró con una petición: “le solicito al Senado poner de nuevo en votación la consulta popular”.
El presidente ha comparado lo ocurrido en el Legislativo con otro momento histórico clave de su historia política: las elecciones presidenciales del 19 de abril 1970, en las que se señaló un supuesto fraude que creó la guerrilla de la que hizo parte el hoy presidente, el M-19. Con la comparación, Petro no llama a la insurgencia, aclaró en su alocución, pues pidió protestar sin romper un vidrio. Pero sí alegó que la derrota, 49 a 47 en el Senado, fue un fraude. Que no se le permitió votar a una de sus aliadas, la senadora Martha Peralta (que estaba ausente); que el secretario del Senado habría cambiado el voto de un senador opositor en último minuto (el congresista disputa esa versión); que el presidente del Senado, el conservador Efraín Cepeda, cerró la votación repentinamente. “Mañoso”, le dijo, “creyendo que así se hace la historia de Colombia, y así no se hacen sino payasadas”. La senadora María José Pizarro, del Pacto Histórico, apeló la votación, lo que dará lugar a un debate legal.
En lo político, la decisión del Senado tiene varias implicaciones. Algunos analistas lo han considerado un error de la oposición porque en los últimos meses ha quedado claro que la opinión pública sí votaría la consulta popular y, sobre todo, apoyaría abrumadoramente las 12 preguntas que proponía el Gobierno en esta. El presidente entiende que esta ha sido la bandera que más ha movilizado a la opinión pública a su favor, por lo que invita a la gente a debatir la importancia de sus propuestas en los cabildos abiertos. No aprobar la consulta alimenta la narrativa del presidente de que el Legislativo se opone a cualquier reforma social propuesta por el Ejecutivo, así sea popular. Y negarle la solicitud de volver a votarla, así no tenga un sustento jurídico para hacerlo, lo refrenda.
Para otros analistas, la decisión es una oportunidad, aunque arriesgada, del Legislativo. Desde que la Comisión Séptima del Senado hundió la reforma laboral en marzo, el partido Liberal presentó su propia mini-reforma, retomando algunos puntos de las que le rechazó al Gobierno. Este miércoles, antes de negar la consulta popular, los senadores decidieron tomar otra decisión: si daban vía libre a una apelación que podía resucitar la reforma laboral de Petro. La mayoría votó a favor, y la reforma revivió. Con ello, la oposición asume el costo político de hundir la consulta, pero reconoce que la opinión pública exige cambios en materia laboral. Abre la puerta a quitarle la bandera al Gobierno aprobando la mini-reforma liberal o incluso la de Petro, quizás con ajustes.
El ministro del Interior, Armando Benedetti, insistió en el debate de este miércoles que la oposición revive la reforma para hundirla de nuevo, porque no alcanzarán a aprobarla en los dos debates faltantes antes del 20 de junio, cuando acaba el periodo legislativo.
La senadora Angélica Lozano, del partido Verde y una de las que propuso la apelación en marzo, señala, por el contrario, que el tiempo alcanza de sobra. “La apelación es jugarle limpio y duro, y bien a los trabajadores, para aprobar la reforma laboral. O quedará también claro cuál era el objetivo [del gobierno]: ¿Hacer la ley laboral o hacer campaña?“ dijo, recordando que una consulta no transforma la ley, y que de ser aprobadas las preguntas, el Congreso debería luego tramitar una reforma para llevarlas a la práctica. Para Lozano, como para la oposición y varios analistas, la convocatoria a la consulta era un vehículo que le ayudaría al petrismo en las presidenciales del 2026 y que por eso la defendían a capa y espada (literalmente, citando a la espada de Bolívar).
Lo que queda después de la resurrección de la reforma laboral y la muerte de la consulta popular, es una pelea por protagonismo político. El presidente arranca con ventaja en credibilidad frente a los trabajadores, porque el Senado le ha hundido su reforma en marzo y su consulta popular en mayo. Y, si Benedetti tiene la razón, posiblemente hunda de nuevo la reforma en junio, lo que justificaría que Petro pida hoy que el Senado vuelva a votar la Consulta Popular. La oposición solo puede pelear el protagonismo si logra sacar adelante alguna ley.
“Si hay verdadera voluntad por parte de la oposición, esta tiene la oportunidad de demostrar que no está dedicada al bloqueo institucional. El No sistemático no es una alternativa”, dijo el exministro del Interior de Petro, el liberal Juan Fernando Cristo, tras la votación. “Si la votación de la apelación de hoy fue solo un engaño por parte de los opositores, el Gobierno puede insistir en la consulta popular para convocar a la ciudadanía”, añadió. Algo parecido pidió Roy Barreras, exembajador de Petro que aspira a la presidencia el próximo año. “Nadie ha perdido. Nadie ha ganado. Aún puede ganar la sensatez”, escribió en su cuenta de X.
Humberto de la Calle, un exsenador centrista y crítico de Petro, pero que tampoco comulga en la oposición, coincide que, sea la que sea, “Se debe aprobar rápido una reforma laboral en el Congreso. Los gremios, ponerse la mano en el corazón. Hay aspiraciones respetables de los trabajadores”, dijo en redes. El tiempo es corto, las jugadas políticas múltiples, y la pelea por los derechos de los trabajadores sigue en juego.
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