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Colombia pasa de agache en el ‘Día de la Liberación’ arancelaria de Donald Trump

Sectores como el agro o la industria alimentaria aguardan nuevas oportunidades para competir ante el impacto de los aranceles contra la Unión Europea, México o Canadá

Donald Trump en la Casa Blanca, el 23 de enero.
Camilo Sánchez

La Unión Europea, China, Australia, Canadá y México pagarán la factura de las nuevas barreras arancelarias impuestas por el presidente Donald Trump. El desbalance de mercancías entre Estados Unidos y sus mayores socios ha impulsado al mandatario de la gran potencia a endurecer los impuestos de aduana contra determinados productos de dichos países. Una guerra tarifaria que tendrá respuestas y que pone a tambalear los equilibrios económicos que han sostenido al mundo desde los años 90. Los días de la apertura y los tratados de libre comercio parecen entrar en una suerte de ocaso. Colombia, de momento, pasa de agache en la crisis, pero nada garantiza que la situación esté despejada para el país.

Según informes oficiales del Gobierno estadounidense, Colombia no es un objetivo principal en el proyecto proteccionista de Washington. Sin embargo, estos documentos destacan ciertas barreras comerciales. Por ejemplo, abordan ajustes técnicos en los requisitos de importación de vehículos y autopartes o medidas sanitarias y de etiquetado para productos cosméticos impuestas por Colombia. Estas regulaciones son vistas como restricciones comerciales por parte de Estados Unidos y razones suficientes para que la Cámara de Comercio Colombo Americana reconozca que hay “áreas de preocupación”, con cierto “nivel de atención” y “posible acción” por parte de los Estados Unidos hacia Colombia”.

Un análisis que añade gotas de inquietud al ambiente. Los Estados Unidos son el principal destino de las exportaciones colombianas. El país sudamericano sumó 14.335 millones de dólares en ventas hacia la nación del norte en 2024, el 29% del total de la torta exportadora. Buena parte del precio de los elementos de la canasta familiar colombiana depende de insumos importados, y del cambio del dólar. Por eso, David Varela, doctor en asuntos internacionales por la Universidad Johns Hopkins, advierte de la importancia de actuar con cautela. “Nos conviene mantener un perfil bajo y no generar ningún punto de conflicto con la Administración americana porque el señor Trump no respeta los tratados ni cree mucho en ellos”, dice.

La otra cara de la moneda en esta batalla comercial gira en torno a los hipotéticos espacios que se abrirían para Colombia en los Estados Unidos ante la partida de algunas empresas de los países afectados. Un asunto que el experto en comercio internacional Joaquín Montes agarra con pinzas: “El problema es que [los aranceles] no parecen una política con una planeación técnica rigurosa. Yo no veo que estén diseñados para generar mesas de negociación favorables a los intereses de Estados Unidos. Ante esas fallas y la falta de estabilidad, me parece muy complejo aprovechar la coyuntura”.

Entre los riesgos, los analistas sopesan el temperamento impulsivo de dos mandatarios con posturas políticas antagónicas, que en enero alcanzaron a declarar una guerra arancelaria bilateral que finalmente fue desactivada. De cualquier forma, la Cámara Colombo Americana ha impulsado un estudio desde 2018, en la primera Administración de Trump, para rastrear cuáles son las oportunidades de negocio de Colombia frente a China, el mayor actor objeto de control comercial dentro de la línea de política estadounidense. Apoyados en los nichos donde Estados Unidos impuso barreras arancelarias a los asiáticos, la asociación encontró que un centenar de productos colombianos podrían ganar una ventaja competitiva.

“Lo que hemos visto a través del tiempo”, explica la directora de la cámara, María Claudia Lacouture, “es que esos 144 productos han crecido. Sobre todo, un grupo de 39 ha crecido un 17%, mientras que los chinos decrecen un 33%”. ¿Dónde se concentran esos negocios? Menciona ciertos productos agroindustriales, la producción de frutas, el cacao, el chocolate, las harinas o las grasas. Este análisis se ha utilizado, asimismo, para identificar posibles canales de entrada en una eventual competencia con Canadá. Allí se incluyen bienes textiles como trajes de baño, ropa interior, sábanas y mantas, además de los mismos productos mencionados en el caso chino.

Para Varela es prematuro para hacer balances en un entorno tan volátil. Opina que Colombia no es un gran jugador en el tablero mundial y que cualquier movimiento desde Washington puede ser perjudicial para sus intereses: “Tenemos el proceso de certificación de la guerra contra las drogas en unos meses y el informe del Departamento de Estado. Debemos, más bien, prepararnos para lo peor”. También opina que las guerras comerciales nunca benefician a nadie y que los grandes perdedores serán los consumidores de a pie: los ciudadanos de cualquier punto del mundo que tendrán que pagar más por los productos.

Por lo pronto, apostilla el internacionalista Manuel Camilo González, la “agenda tarifaria” del presidente Trump no afectará a Colombia de manera directa. “No somos parte de lo que se conoce como el dirty 15, el grupo de quince países que van a recibir las medidas más duras. En la región solo están Argentina y Brasil, naciones que tienen déficit comercial con Estados Unidos y con los cuales el Gobierno de Washington busca equilibrar las cargas. Es decir, robustecer sus ingresos aduaneros y fortalecer las exportaciones de las empresas americanas”. La sensación, en todo caso, es de vulnerabilidad.

¿Qué alternativas tiene Colombia en un escenario donde prima la ley del más fuerte? Fortalecer las relaciones multilaterales con Europa, África, Asia y Latinoamérica. Resume el experto Varela: “Los países ya deberían estar explorando opciones para contrarrestar las medidas unilaterales norteamericanas. Es posible abrir nuevos mercados como un proceso de integración regional, por ejemplo. Los ministerios de Hacienda y de Comercio Exterior y Turismo también tienen que orientar los esfuerzos para aprovechar los acuerdos existentes porque creo que será muy difícil llegar a consensos con la Administración Trump en este momento”.


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Sobre la firma

Camilo Sánchez
Es periodista especializado en economía en la oficina de EL PAÍS en Bogotá.
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