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Tania León, compositora: “He vivido en otra galaxia. Mis abuelos me hicieron creer que nada era imposible”

La célebre artista cubana afincada en Nueva York repasa su trayectoria, desde su infancia en el barrio de Compay Segundo y Chucho Valdés, hasta sus logros musicales, reconocidos con un Pulitzer y un Grammy

Tania León
Patricia Caro

A sus 82 años Tania León rezuma vitalidad. Muchos son los recuerdos que demuestran que ha vivido una intensa vida, primero en su Cuba natal, y luego en su país de acogida, Estados Unidos, a donde llegó con 24 años gracias a la lotería. Fue uno de los aproximadamente 300.000 cubanos que partieron como refugiados en los llamados Vuelos de la Libertad, un programa que funcionó entre 1965 y 1973. No tenía intención de emigrar, solo de estudiar en París. Tampoco creció pensando en que sería compositora, o directora de orquesta, o profesora, o que podía componer una ópera. Pero lo hizo todo. León asegura que todo en la vida le fue cayendo por casualidad, como si su talento no hubiera sido el responsable de su éxito.

Cuenta en su haber con una larga lista de premios. En 2021 ganó el Pulitzer de música por Stride, su obra orquestal inspirada en el activismo de Susan B. Anthony y estrenada por la Filarmónica de Nueva York. En 2022 obtuvo la distinción honorífica del Kennedy Center en Washington D.C. y este año ganó un Grammy honorario, entre otras distinciones que acumula. En esta entrevista, realizada en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, en la capital del país, León echa la vista atrás para recordar sus inicios en Cuba, cuando sus abuelos le compraron un piano a la temprana edad de cinco años y entre sus vecinos de barrio se encontraban Compay Segundo y Chucho Valdés, y su larga trayectoria, que la ha llevado a consagrarse como uno de los músicos más talentosos de la actualidad. Con una amplia sonrisa y una cálida mirada, entre tierna y pícara, afirma que aún le queda todo por hacer.

Pregunta. Pasó su infancia y parte de su juventud en Cuba. ¿Cuáles son sus mejores recuerdos de entonces?

Respuesta. La cultura en general... Porque yo crecí bailando. Y lo mismo dentro de la casa que en los bailes que se hacían en mi época. Uno de ellos se llamaba La Tropical o algo así. Ibas a bailar con tu novio y era toda una ceremonia. Todo el mundo estaba muy arreglado, los hombres con la guayabera… Lo recuerdo muy bien, me da mucha nostalgia.

P. A los cinco años le regalaron un piano. ¿Ya le veían aspiraciones musicales?

R. Cada vez que yo me acuerdo me parece extraordinario, porque para mi familia, que era muy humilde, suponía un gran esfuerzo. Mi abuela engatusó a mi abuelo y le dijo: “Tenemos que hacer algo. Necesita un piano”. Y él lo trajo. Usado, por supuesto. Les encantaba la posibilidad de que yo hiciera algo diferente. Fui la primera que fue a la universidad. Trataron de darnos a mi hermano y a mí todo lo mejor.

P. ¿Cuándo pensó que la música podía ser su carrera?

R. Nunca lo pensé. Me gustaba y gané competiciones y todo. Ya de mayorcita lo empecé a pensar porque había una pianista que me gustaba mucho, Martha Argerich. Ella era un modelo de mujer para la época que yo quería seguir.

P. Llegó a Estados Unidos con 24 años. ¿Qué sueño traía con usted?

R. El sueño de ir para París. Yo no quería venir para acá. Vine aquí porque fue la única oportunidad que tuve de salir, con la lotería. Gané el derecho a un asiento y a aterrizar en Miami.

P. Y no se fue a París, sino a Nueva York…

R. Sí, porque era el centro de la música. Cuando llegué a Miami, era un pueblo del campo. Ese Miami que uno conoce hoy día no existía.

P. ¿Qué fue lo más doloroso de emigrar?

R. Todo, porque yo no pensé emigrar. Yo iba a estudiar a Francia y a ver cómo se desenvolvería mi vida. Pero yo soy planetaria, me gusta mucho el mundo y los diferentes idiomas y culturas. Esto no es nada más que una bolita en medio del universo. Por eso me gusta tanto viajar y visito lo mismo un palacio que un barrio bajo. Yo me siento bien en los dos.

P. ¿Cómo fue la transición de pianista a compositora?

R. Parece que estaba en mi camino. El primero que dijo que yo iba a ser una compositora fue mi maestro de armonía. Hice unos ejercicios armónicos que él opinó que no eran ejercicios, sino piezas. En Cuba mi hermano y yo inventábamos canciones, nos reuníamos con varios de los músicos y hacíamos pequeños arreglos. Siempre estábamos inventando algo, pero yo nunca pensé ser compositora.

Annual Kennedy Center Honors

P. ¿Cómo empezó a trabajar en el Dance Theater of Harlem?

R. Por una casualidad. Yo no pensaba tocar para un ballet. Fui a Harlem por primera vez en mi vida para sustituir a una compañera de la NYU (New York University), donde yo estaba aprendiendo inglés y validando mi título. Estaba muy entusiasmada porque solo había visto Harlem en las películas. Ese mismo día en que Arturo Mitchell (fundador del Dance Theater of Harlem) decidió ir al mismo lugar. Buscaba un recinto donde empezar sus clases, porque en ese momento la danza de Harlem no existía. Me pidió que fuera la pianista. Yo no sabía quién era él hasta que fui al teatro del ballet y vi su foto en el programa. Así me enteré con quién estaba trabajando.

P. Su primera composición fue Tonos y se la dedicó a su abuela. Después le dedicó una obra a su madre. Las mujeres de su familia parecen haber tenido mucha influencia en usted.

R. Mi abuela se encargó de mi hermano y de mí. Mi mamá tenía 18 años cuando yo nací, y mi papá, 21. Eran dos chiquillos y por eso mis abuelos se hicieron cargo de la situación. Mi abuela fue la que me llevó a un conservatorio con cuatro años porque pensó que yo tenía algo que ver con la música. Fue hasta cierto punto de vanguardia. También mis profesoras fueron casi todas mujeres.

P. ¿El hecho de ser mujer o de ser cubana le supuso alguna barrera en su carrera?

R. Yo nunca he tenido esa mentalidad de qué represento. He vivido en otra galaxia. Nunca vi eso como algo que me impidiera hacer lo que yo quería. Y además tenía el respaldo de mis abuelos, que me hicieron creer que nada era imposible.

P. ¿Cómo influyeron sus raíces a la hora de componer para ballet?

R. Como vengo de una cultura que tiene que ver con la danza, empezar a trabajar con Arturo no fue ningún problema. Empecé sin hablar, todo era el movimiento. La mía es una cultura donde todo el mundo baila y yo iba a ver el ballet de Alicia Alonso en Cuba. Mi abuela me llevaba a los conciertos de la sinfónica. Conocíamos a los músicos que vivían en mi barrio de La Habana. En la esquina de mi casa vivía Compay Segundo.

P. Un vecino de lujo…

R. Así es. Otro que me vio crecer fue Chucho Valdés, que siempre me identificó como pianista.

P. ¿Qué ha significado para usted su labor como profesora en la universidad y con la fundación Composers Now?

R. Yo aprendí a ser profesora dando clases porque jamás pensé que iba a hacerlo, no era lo mío, pero me invitaron. Me gustan mucho los estudiantes. Siempre tienen otras ideas que se salen de lo corriente. Me encanta todo lo que sea nuevo, aunque sea un sueño. Y la organización que yo he fundado para promocionar a los compositores vivos, que no tienen que ser solo de música clásica, es una de las cosas que mayor satisfacción me ha dado.

P. Usted acumula logros artísticos y honoríficos, con una larga lista de premios, entre ellos el Pulitzer.

R. Todo ha sido una sorpresa. Son cosas que vienen a mi encuentro. Como lo del Pulitzer. Yo no sabía que estaba en esa lista. Me enteré por un amigo, que me llamó a mi casa. Yo estaba en el dentista y cuando regresé me encontré que me había mandado un mail diciéndome "congratulations". Le llamé para preguntarle por qué me felicitaba y no podía creerlo, le dije que estaba loco. Y me dijo que mirara la web, que estaba mi foto.

P. ¿Qué se siente cuando le dan una sorpresa como esa?

R. Regreso a esa época cuando empecé a estudiar y mi abuelita me llevaba flores por mi recital. Todo eso me pasa por la mente en ese momento porque es un cuento de hadas. Yo no sabía que iba a vivir en Nueva York y que iba a hablar inglés; pensaba hablar francés y vivir en Francia y mirar la Torre Eiffel todos los días.

Tania León

P. ¿Qué le queda por hacer profesionalmente?

R. Todo. (ríe) No lo sé porque mi vida está llena de sorpresas. Como cuando conocí al compositor Hans van de Hansen. Me mandó un fax a mi casa y yo pensé que era alguien haciéndome una broma y le dije: “Por favor, bromas no”. Entonces me mandó otro fax y me invitó a ir a su festival. A la salida me dijo que escribiera una ópera. Yo le dije que a mí no me gustaba la ópera, pero terminé escribiendo una.

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Sobre la firma

Patricia Caro
Periodista en Washington, especializada en temas latinos y de inmigración. Forma parte del equipo de la edición de Estados Unidos de EL PAÍS. Fue corresponsal de la Cadena SER en Brasil. Trabajó como redactora de Economía Internacional en el diario Cinco Días.
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