Ir al contenido
_
_
_
_

Fanny Sanín: “Tengo 87 años y sigo pintando todos los días de nueve de la mañana a cinco de la tarde” 

Americas Society inaugura ‘Geometric Equations’, la primera exhibición individual institucional de la artista colombiana en Nueva York 

La artista colombiana, Fanny Sanín.
Ana Vidal Egea

A sus 87 años, Fanny Sanín (Bogotá, 1938), una de las pioneras del arte abstracto latinoamericano y estadounidense, se mantiene lúcida y activa, ilusionada por seguir compartiendo su obra. Después de más de 300 exhibiciones colectivas y 55 individuales, inaugura este miércoles Geometric Equations en Americas Society, la primera retrospectiva institucional de la artista en Nueva York. La muestra, diseñada por el artista Carlos Motta y curada por Edward J. Sullivan, reúne más de sesenta años de trabajo y podrá visitarse hasta el próximo 26 de julio.

La vida y trayectoria artística de Fanny Sanín se nutre de distintas culturas y geografías. Se marchó de Colombia de la mano del que ahora sigue siendo su marido, el ingeniero Mayer Sasson, y juntos vivieron en Londres y México, asentándose definitivamente en Nueva York, adonde llegaron en 1971. A lo largo de esa andadura su obra ha ido evolucionando, pasando de la abstracción a la geometría, del óleo al acrílico, pero caracterizándose siempre por una oda al color y a la simetría.

Pregunta. ¿Cómo se siente ante esta retrospectiva?

Respuesta. Me emociona y me genera melancolía, porque cada cuadro corresponde a una época y me hace recordar la galería dónde se expuso, la gente que lo vio, los curadores que lo eligieron y muchas de esas personas han muerto ya. El mayor shock me lo llevé cuando me hicieron la retrospectiva en el Museo de Arte Moderno de Bogotá, porque había muchas obras que hacía muchísimo tiempo que no veía y me trajo muchos recuerdos. A mi regreso a Nueva York no sabía qué hacer. Pasé meses paralizada, haciendo estudios y viendo qué elemento nuevo podía añadir a mi obra. Fue entonces cuando empecé a hacer las diagonales.

P. ¿Se sintió apoyada por su familia cuando decidió ser artista?

R. Mis padres siempre nos apoyaron incondicionalmente a mi hermana, que también fue pintora, y a mí. Siempre nos expusieron al arte a través de exposiciones y libros. Mi padre era mi mayor motor intelectual; leía muy buenos libros, escuchaba buena música. Toda mi familia tenía un gran amor por la cultura. Nosotras estudiamos arte en la Universidad de los Andes, que era una universidad excelente que ofrecía una gran formación humanista.

P. ¿Está satisfecha con el reconocimiento que ha tenido a lo largo de su carrera?

R. Sí, estoy muy agradecida sobre todo a las personas que me han apoyado a lo largo de tantos años, para mí eso es mucho más importante que el éxito comercial. También fue muy bonito cuando me nombraron Doctora Honoris Causa de Magíster de Artes de la Universidad de Antioquia, para la que he hecho algunos murales. Sigo en contacto con muchos artistas jóvenes que me piden ayuda, sobre todo mujeres pintoras para las que soy una referencia. Cuando llegan a Nueva York las mando a los grandes museos, al MET, al MoMA.

Oil No. 7, 1968 (1968) Fanny Sanín

P. ¿Se sintió discriminada por ser mujer?

R. Yo nunca había tenido problemas para exponer en Latinoamérica e incluso en Europa. Expuse también durante los años que viví en Londres; una de mis obras fue elegida entre mil para exhibirse en el Festival de Edimburgo y no les importaba ni el género del artista ni la procedencia. Sin embargo, cuando llegué a Nueva York coincidí con una protesta histórica que se dio en las puertas del MoMA en junio de 1970, organizada por un colectivo feminista, Women Artists in Revolution (WAR), que bajo el slogan “MoMA: Museum of Men’s Art”, demandaba que el 50% de las exhibiciones incluyeran a artistas. Las mujeres artistas sufríamos mucha discriminación. Se rumoreaba que cuando se dejaba un portafolio en una galería, los galeristas, en cuanto veían el nombre de una mujer, ni siquiera se molestaban en verlo. Por eso muchas mujeres empezaron a ofrecer su trabajo utilizando nombres masculinos. También sufrí la discriminación propia de la época en Colombia.

P. Usted formaba parte de un colectivo de mujeres en Bogotá, Linearte.

R. Sí, con mi hermana y otras dos amigas. Era un estudio que creamos después de graduarnos, en 1961, en el que nos dedicábamos a hacer diseños textiles, dibujos arquitectónicos… Pero el negocio no funcionó. Al año tuvimos que cerrar porque al ser mujeres, después de hacer el trabajo, no nos pagaban. La gente nos recomendaba que pusiéramos un hombre al frente si queríamos que nos fuera mejor.

P. ¿Sigue pintando?

R. Pinto todos los días, menos los sábados y domingos. Así ha sido siempre, desde que me gradué. Desde las nueve de la mañana hasta las cinco de la tarde. Por cada pieza hago en torno a 10 o 15 estudios, lo que me lleva en torno a un mes. Y luego hago la obra final en tela, que me lleva otras tres semanas.

P. ¿Por qué no tienen título sus cuadros?

R. A mí me gusta verlos como las sinfonías musicales, que no tienen título. Mis cuadros no son una metáfora de nada, son pura abstracción y ponerles un título arbitrario me parece deshonesto, porque no estaba pensando en nada concreto cuando los pintaba.

Fanny Sanín, Acrylic No.1, 2021, 2021.

P. ¿Se plantea regresar a Colombia?

R. Llegamos a Nueva York pensando que estaríamos aquí solo un par de años, pero nos fuimos quedando y ya me parece muy difícil vivir en ningún otro lugar. Aquí me siento segura, puedo andar sola de noche, tengo mi modo de vida, mi independencia. Al principio era una ciudad un poco dura, pero se convirtió en nuestro sitio. Aquí estamos cómodos, paseamos por el parque, vamos a museos, a galerías, al teatro, ¿qué no tiene Nueva York? Es nuestra forma de vida.

P. ¿Influye el contexto político en su trabajo?

R. No quiero hablar de política. Me decepciona, me entristece.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Ana Vidal Egea
Periodista, escritora y doctora en literatura comparada. Colabora con EL PAÍS desde 2017. Ganadora del Premio Nacional Carmen de Burgos de divulgación feminista y finalista del premio Adonais de poesía. Tiene publicados tres poemarios. Dirige el podcast 'Hablemos de la muerte'. Su último libro es 'Cómo acompañar a morir' (La esfera de los libros).
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_