Qué placer para la mirada. O sea, Claudia Cardinale
Le debo muchas cosas gozosas, la constatación de que te puedes enamorar de alguien al que solo has visto en la pantalla, de un sueño tan carnal como real


Aseguran que la cámara adora a determinadas actrices y actores, les mima, resalta su belleza natural, es decisiva para que los espectadores queden fascinados cuando esta les enfoca. Yo creo que, aunque la cámara les tuviera manía, sería misión imposible que tratara de afearles, ningunearles, restarles protagonismo. Su imagen llena la pantalla, son la encarnación de la belleza, es imposible dejar de mirarles, aunque figuren en segundo plano. No necesitan gran talento expresivo, aunque la mayoría lo posean. La naturaleza les concedió esos rostros y físicos excepcionales. Poseen imán, seducción, armonía, sensualidad. Y provocan turbación, deseo, ardor, amor. También esas sensaciones que la Santa Madre Iglesia aconsejaba confesar y hacer penitencia después. Benditas sean. Acaba de morir una de ellas. Se llamaba Claudia Cardinale. Le debo muchas cosas gozosas, pensamientos impuros, la constatación de que te puedes enamorar de alguien al que solo has visto en la pantalla, de un sueño tan carnal como real, de un luminoso objeto del deseo.
Hizo películas bendecidas por el clasicismo. Conducidas por eso tan pomposo que denominan grandes creadores: Fellini, Visconti, Leone, yo recuerdo con escalofríos su aparición en uno de mis wésterns, que es Los profesionales. Pero mi cuelgue con ella permanencía incluso en sus películas más ínfimas. Por ejemplo, tuvimos el privilegio de disfrutarla al lado de otra diosa del sexo llamada Brigitte Bardot en la nada memorable Las petroleras. Todo era hermoso en La Cardinale. Mi mirada nunca se cansó de observarla. También me ocurrió con Sophia Loren, Ava Gardner, Gene Tierney, Michelle Pfeiffer. Son maravillosa droga dura y además no provocan resaca.
Estas mujeres también poseían talento y personalidad. Pero les bastaba con su presencia para llenarlo todo. En España existe una mujer que añadiría a esa lista, es Charo López. Observar ese rostro provoca felicidad. Hace unos años le preguntaron en una entrevista por el envejecimiento. Creo que respondió algo así: “No hay nada bueno en ello, envejecer es horroroso, todo es una mierda”. Tan lúcida y sincera Charo López. Fernando Trueba rescató en la vejez a Cardinale. Fue en la estética y triste El artista y la modelo. Sus arrugas seguían poseyendo encanto.
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