‘Dog House’, la televisión pública es esto
El mundo se pudre a tal velocidad que hay que alegrarse por todo lo bueno que pasa, por nimio que parezca, y que TVE apueste por un programa que fomenta la adopción de animales es una noticia estupenda


Como llevo años colaborando con protectoras y sé los problemas económicos que sufren, vi el estreno de Dog House calculando cuánta comida, medicinas y facturas veterinarias podría pagar con todo lo que salía en pantalla. Efectivamente, es una “casa de perros”, no un albergue en el que los perros suelen estar hacinados; apesta a lejía y miedo y los ladridos ensordecen. Tampoco los cuidadores están tan relajados; se pasan el día gestionando abandonos y conociendo de primera mano casos de maltrato, y eso agria el carácter a cualquiera. Tratan con los peores seres de la creación, aparte de los nazis de Torre Pacheco, los que son capaces de dañar a seres indefensos. Pero esto es entretenimiento y tiene que ser agradable a la vista.
El único pero que le pongo a un programa imprescindible en el país de Europa con más abandono, es que todo es demasiado cuqui, al igual que en el original británico. Raramente te vas a encontrar en los albergues un bichón maltés o un caniche melocotón. Habrá, en función del territorio, galgos, mastines, cruces de pitbull, perros de caza y mestizos tan desgarbados como abrazables. Muchos viejos, algunos enfermos y todos asustados y expectantes.
¿Saben dónde sí pueden encontrar esos caniches melocotón que se han convertido en el perro de moda? Cruzando fronteras ilegalmente en alguna furgoneta mugrienta. Acaban de incautar decenas en Girona; provenían de criaderos de Europa del Este y estaban listos para ser vendidos aquí con papeles falsos y un margen de beneficio descomunal porque alguien que quiera un perrito fashion va a pagar a precio de oro un can criado en condiciones miserables. Los animales son un imán para los indeseables con ánimo de lucro.
Los perros no son juguetes, tampoco un complemento; son familia e implican una cantidad ingente de tiempo, paciencia y dinero, porque enferman, y siempre en el peor momento para nuestros bolsillos. También destrozan cosas. James Gunn, director de Superman, ha contado que cuando su mestizo adoptado Ozu, la inspiración de Krypto, el robaplanos de la película, llegó a casa, le comió hasta el portátil. Sí, pueden destrozarte la casa, pero te recompondrán la vida. Nadie te mira con más amor que un perro, y nadie con más displicencia que un gato, pero también los queremos.
Vivimos en un mundo que se pudre a tal velocidad que hay que alegrarse por todo lo bueno que pase, por nimio que parezca, y que TVE apueste por un programa que fomenta la adopción de animales es una noticia estupenda. Larga vida a Dog House.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
