Ignasi Taltavull y Tomàs Fuentes (‘La Ruina’): “No podemos competir con los ricos, pero en la miseria todos somos igual de pringados”
Los creadores del podcast del año, ‘La Ruina’, reflexionan sobre la precariedad, el trabajo de guionista o el éxito de su show basado en anécdotas patéticas y divertidas del público: “Esta idea no nos la habrían comprado nunca en un despacho”

Dos amigos que recorren teatros de toda España para que la gente les cuente sus miserias: cómo les echaron del trabajo, su peor cita o su caída más embarazosa. Esos son Ignasi Taltavull (Barcelona, 36 años) y Tomás Fuentes (Badalona, 42 años). Los padres del podcast La Ruina. Uno de los más escuchados del año y ganador de dos Premios Ondas. Hace no tanto, eran un par de cómicos desconocidos que trabajaban como guionistas para Buenafuente y para el programa catalán Crackòvia. Hoy su show improvisado se ha convertido en una terapia colectiva contra el sentido del ridículo. “Aunque hay mil personas delante, se genera mucha intimidad”, explican. “Lo que hacemos no parece un trabajo. Es tan loco que cruzamos los dedos para que dure lo máximo posible”.
Pregunta. Se les ha ido de las manos... ¿Qué ha pasado con La Ruina?
Tomàs Fuentes. Creo que hemos tocado una tecla en el momento exacto. La gente estaba cansada del postureo y las redes. Y este podcast es la celebración de lo cutre y de las cagadas. Ni en el mejor de nuestros sueños nos imaginábamos aquí.
P. ¿Cómo es el público del podcast?
Ignasi Taltavull. Muy variopinto. Puede subir al escenario desde un estudiante universitario hasta una señora jubilada.
T.F. El patetismo nos une a todos... No podemos competir con las vivencias y anécdotas de los ricos, pero en la miseria todos somos igual de pringados. ¡Hasta Bill Gates se habrá cagado encima más de una vez! [Se ríen].
P. Y pensábamos que en España nos costaba reírnos de nosotros mismos...
I.T. Hemos descubierto que no es verdad. Es un prejuicio injusto. Somos un país en el que todo es absurdo. ¿En cuál podría haber sido famoso Chiquito? Cuando actuamos en Berlín, el personal de la sala dudaba de si el podcast funcionaría en Alemania porque la gente no querría participar. La Ruina es una celebración del fracaso porque es más habitual que las cosas salgan mal y tenemos que reírnos para seguir adelante.
La estrategia de la extrema derecha es bombardear con mierda para que todo nos dé igual”
P. En el fondo, ¿han comprado así libertad?
I.T. Totalmente. La gente nos la ha regalado. Y eso nos ha permitido decir que no a todas las plataformas y productoras. Hoy seguiríamos haciendo el show para las 30 personas que vinieron el primer día a la trastienda de la librería La llama, en Barcelona.
T.F. Hemos dicho que no a ofertas de mucha pasta de cadenas de televisión o patrocinadores que si las vuelvo a pensar me mareo, pero nos daba miedo que se cargaran el proyecto. Cuando empezamos, teníamos un trabajo que nos daba de comer, pero en internet hay un montón de talento joven perdiéndose porque no son famosos, no tienen un hueco o no se les paga bien.
I.T. Esta idea no nos la habrían comprado nunca en un despacho. Éramos dos absolutos desconocidos que querían basar un programa en que el público fuera divertido...
P. ¿No es paradójico que dos guionistas hagan un programa sin guion?
T.F. Yo había rajado mogollón de la improvisación y decía que esa gente nos iba a quitar el trabajo... Pensaba que no podía ser más divertido algo espontáneo que un texto que llevase todo el día pensando, pero depende. Son categorías distintas.
P. ¿Ser guionista es ingrato?
T.F. Te tiene que gustar. A mí me decían: “Los aplausos se los lleva Buenafuente”. Sí, y los silencios y los chistes malos también. Andreu, por cada chiste bueno mío que ha dicho mal, ha hecho brillar 200 chistes normalitos.
I.T. Hay que mejorar las condiciones laborales que son terribles. Hay muchos guionistas que son falsos autónomos y los despiden en junio para volver a contratarles en septiembre. Un montón están por debajo de convenio con contrato de redactor, a otros les hacen escribir proyectos sin pagarles el desarrollo...
En internet, hay mucho talento joven perdiéndose porque no son famosos o no se les paga bien”
P. Precariedad y empresas muy piramidales...
T.F. La gente que se forra en lo audiovisual son los de arriba de la pirámide: los jefes y los directivos.
I.T. Muchas veces ni siquiera los que dan la cara. Yo siempre que he querido hacer un proyecto personal lo he tenido que hacer en internet y gratis. Ahora mismo, no sé cómo habríamos sacado la cabeza entre tanta propuesta. Hay podcasts que son dos famosos que les han pagado mucho dinero, a los que no les apetece estar allí, y que simplemente ocupan minutos y minutos de contenido.
P. Se ha democratizado el humor. ¿Les parece bien?
T.F. Hay más oferta, pero no hay intrusismo. Una cosa es hacer tres memes divertidos a la semana y otra hacer chistes de lunes a viernes en un programa.
I.T. Gracias a la democratización yo me pude dedicar a esto porque, si no hubiese subido vídeos en YouTube, no me habrían hecho una prueba de guion para Crackòvia.
Tengo narcolepsia y ha habido épocas en las que no he podido hacer nada e Ignasi ha tirado del carro. Otro me hubiera mandado a la mierda"
P. ¿Les preocupa la crispación?
T.F. No hablamos de política ni temas polémicos, es un safe space, pero me preocupa porque te acostumbras a escuchar a Trump decir burradas terribles y lo normalizas... Es tan claro lo que está haciendo la extrema derecha. Su estrategia es la crispación: mensajes sencillos, no importa si es verdad o mentira. Bombardear con mierda para que todo nos dé igual. ¿En serio nadie va a parar esto?
I.T. Yo no noto la sensación de violencia tan intensa que se vive en redes. Hacer el podcast me da esperanza porque veo a gente diferente y con ideologías distintas pasándoselo bien.
P. ¿Su última “ruina”?
T.F. Esta mañana no llegaba al tren. En el taxi me he dado cuenta de que había pisado una mierda y me dice la conductora: “Ay, ¡huele como a café!”. Y lo que olía era a mierda...
I.T. Hace una semana me despertó una cucaracha recorriéndome el pecho, pero cuando me pasa algo malo o vergonzoso, pienso: “¡Buah, ya tengo una cosa nueva que contar en el podcast!”.
P. ¿Cómo es trabajar con un amigo?
I.T. Tienes que aprender a tener buena comunicación. Cuando termina la temporada, nos vamos de viaje juntos y solemos quedar entre semana.
T.F. Yo tengo narcolepsia y ha habido muchas épocas en las que no he podido hacer nada e Ignasi ha tirado del carro. Otro me hubiera mandado a la mierda.
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