Ir al contenido
_
_
_
_
COLUMNA
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La historia del único superviviente en un avión se la leímos a Salman Rushdie

‘Los versos satánicos’ narraba un episodio también milagroso con muchas coincidencias. El miedo a un accidente aéreo, aunque se salga vivo, es un viejo conocido de la psicología humana y de la ficción en las pantallas

El primer ministro indio, Narendra Modi, visitaba al único superviviente del accidente de Air India, Vishwash Kumar Ramesh, en el hospital de Ahmedabad el pasado viernes.Foto: XINHUA vía Europa Press | Vídeo: EPV (REUTERS)
Ricardo de Querol

En la novela Los versos satánicos de Salman Rushdie, que le costó al autor décadas de persecución y un apuñalamiento salvaje, dos personas de origen indio y asentadas en Londres viajan en el vuelo AI‑420 de Air India, entre Bombay y Londres, que explota por un atentado. Pasa en las primeras páginas, así no estamos destripando nada: “Caían cual briznas de tabaco de un viejo cigarro roto. Encima, detrás, bajo ellos, llaneaban el vacío butacas reclinables, auriculares estéreo, carritos de bebidas...”. Pero los dos protagonistas, Gibreel y Saladin, no se mataron como todos los demás, sino que flotaron durante su caída y “fueron depositados por la marea en la playa”, en el canal de La Mancha.

La historia, eso es muy de Rushdie, se mueve entre lo natural y lo sobrenatural. Hay algo trascendente en estos personajes, sea angelical o diabólico. Lo que ofendió más a los fanáticos islamistas, si es que de verdad lo leyeron, no debió ser tanto esta trama como otra paralela, ambientada en Arabia en los años y el entorno del profeta Mahoma.

Imposible no recordar ese relato al conocer la historia del pasajero del asiento 11A, Vishwash Kumar Ramesh, británico de origen indio, el único supervivente del vuelo AI171 de Air India (sí: Air India) que iba de Ahmedabad a Londres (sí: a Londres) y se estrelló nada más despegar. Kumar Ramesh salió por su pie del avión entre los al menos 260 cadáveres. Su testimonio es desconcertante: “Tenía miedo. Me levanté y corrí. Todavía no puedo creer cómo sobreviví”. Uno de sus hermanos es más directo: “No tiene ni idea de cómo logró salir del avión”.

El accidente aéreo es una recurrente pesadilla de todo viajero, porque estar en una máquina pesadísima en el aire desafía nuestro instinto, aunque la razón nos quiera convencer de que había más riesgo en el taxi al aeropuerto. Quizás el temor a volar haya ido a más entre quienes vieron La sociedad de la nieve, la impactante película de J. A. Bayona sobre los supervivientes del accidente en los Andes de 1972, que esta vez fueron 16. Y el síndrome de ser el único que queda con vida es un clásico de la ficción, desde Robinson Crusoe hasta Soy leyenda, con sus versiones en el espacio The Martian, Gravity o Alien.

Hay ejemplos más vinculados al del afortunado Kumar Ramesh. En la película El superviviente (The Survivor), de 1981, es el piloto el único que sale por su pie de su Boeing estrellado y en llamas con 350 personas a bordo. No recordará nada del accidente, pero empezará a tener visiones que lo llevarán a averiguar la causa. En El protegido (Unbreakable), de 2000, solo el personaje de Bruce Willis sale vivo, y sin un rasguño, del devastador descarrilamiento de un tren, con 131 muertos. Luego irá descubriendo que tiene superpoderes; la película tuvo dos secuelas (Split y Glass).

Un capítulo de la mítica serie de misterio The Twilight Zone, llamado King 9 Will Not Return, de 1960, muestra a un miembro de la fuerza aérea que despierta entre los restos de su avion, caído en un desierto de África durante la II Guerra Mundial, sin hallar rastro del resto de la tripulación. El chocante final del episodio apelará a las secuelas psicológicas de quien no muere como los otros.

Dicen los estudios científicos que la mayoría de los supervivientes a catástrofes de aviación sufren estrés postraumático, depresión, ansiedad y recuerdos intrusivos del desastre, cuando no varios de estos efectos a la vez. Uno de los más frecuentes: la sensación de irrealidad. De que el resto de su vida no es la que les tocaba. La cabeza les dará vueltas: ¿Por qué fui yo el elegido, por el azar o por la providencia? ¿Acaso debería estar muerto?

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Ricardo de Querol
Es subdirector de EL PAÍS. Ha sido director de 'Cinco Días' y de 'Tribuna de Salamanca'. Licenciado en Ciencias de la Información, ejerce el periodismo desde 1988. Trabajó en 'Ya' y 'Diario 16'. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Sociedad, 'Babelia' y la mesa digital, además de columnista. Autor de ‘La gran fragmentación’ (Arpa).
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_