“¿Y tú dónde preferirías vivir?”
Sé que ni Eurovisión ni la sección de televisión son el lugar adecuado para las declaraciones grandilocuentes, pero el problema no es el escenario poco acertado, es que haya que seguir condenando las agresiones a inocentes porque hay quien las justifica


El sábado vi en el Canal 24 horas de TVE al vicepresidente de la Federación Estatal LGTBI+ hablar sobre el aumento de las agresiones al colectivo ante una pared cubierta de Funkos, esas figuritas coleccionables de cabezas enormes. Trasladaba su mensaje con la circunspección que correspondía, pero aquella exuberancia pop a su espalda, en mi opinión, restaba seriedad al asunto. Aunque lo entendí, por culpa del concepto de “espacio abierto” que nos venden en los programas de decoración, yo tampoco tengo un escenario apto para las declaraciones solemnes. Me di cuenta cuando intenté hacer tríceps en pared, porque leí que era lo que hacía la reina Letizia para tener los brazos como Sarah Connor en Terminator 2, pero como no pared, no tríceps.
Un fondo de Funkos no es lo que mejor combina con una declaración importante. Tampoco un festival musical en el que se canta al Espresso macchiato es el marco idóneo para discutir de política internacional, pero es lo que nos queda a los que no podemos votar en las resoluciones de la ONU. Trasladar asuntos en mayúscula a Comic Sans puede degradar el mensaje, pero ha servido para abrir debates en lugares insospechados. Lo estamos viendo.
Estos días más de una vez me han soltado eso de “¿Y tú dónde preferirías vivir?”. Yo siempre contesto que en una casita en Formentera, no vaya a ser que mi interlocutor se haya sentido tan subyugado por la agudeza de mis argumentos que me quiera poner un piso, aunque sé que más bien me quiere poner en un brete. Se supone que como LGTB tengo que estar del lado de Israel porque en Palestina me tirarían de un campanario, dicen. Aunque también lo harían en la mayoría de sus países vecinos y no veo a nadie proponiendo bombardear Arabia Saudí, todo lo contrario, le extienden la alfombra roja. Aunque a algunos les cueste entenderlo, no voy a apoyar la invasión y el genocidio de un pueblo solo por lo que opinen sus dirigentes sobre mis preferencias sexuales y ni siquiera debería ser necesario explicarlo. Y ya sé que la sección de televisión no es el lugar más adecuado para los testimonios grandilocuentes, como tampoco lo son Eurovisión o una pared cubierta de Funkos, pero el verdadero problema no es el atrezo poco acertado, es que a estas alturas haya que seguir condenando las agresiones a inocentes porque hay quien las justifica.
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