‘Traidores’, espías en la Gran Bretaña

1945. Gran Bretaña celebra elecciones. Pierde Wiston Churchill y ganan los laboristas de Clement Attlee. Sus primeras decisiones se encaminan a sentar las bases del Estado de bienestar. Estados Unidos recela del giro político y la Unión Soviética infiltra a sus espías en los círculos del poder. Ha estallado la Guerra Fría. Este es el territorio y la época en la que se desarrollan los seis capítulos de Traidores (Netflix), una serie británica tan correcta como suele ser habitual en su industria audiovisual y sin el talento, por ejemplo, de las novelas de John le Carré, el padre de todos los espías.

Gran Bretaña comienza una lenta recuperación económica con la ayuda de los Estados Unidos y la Ley de Préstamo y Arriendo. La paranoia anticomunista la ejemplifica el responsable en Londres de la Oficina de Servicios Estratégicos, la antecesora de la CIA, un fanático sin escrúpulos para el que trabajará Fiona Feef Symonds, una joven funcionaria británica que transitará desde el entusiasmo inicial al distanciamiento. Fría o caliente, la guerra deja un reguero de cadáveres y descreídos.

Serie didáctica gracias a la contextualización de la trama con material de archivo en la que se deja constancia del poder de la información, una ambición de poder sin escrúpulos y en la que los agentes dobles juegan un papel esencial. Que en el relato surja el nombre de Kim Philby, un miembro de alto rango de la inteligencia británica que sirvió como agente del NKVD, después la KGB, no debe sorprender a nadie. En resumen, Traidores es una entretenida ficción para Channel 4 creada y escrita por la británica Bash Doran, quien ya había intervenido en series tan renombradas como Boardwalk Empire y Masters of Sex.