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Bajo la influencia de las pantallas: los efectos del mundo digital en los adolescentes

Varias investigaciones financiadas por la UE ponen de manifiesto qué repercusiones tiene para la adolescencia el uso de los medios digitales

Un grupo de jóvenes sosteniendo teléfonos móviles.

En la actualidad, la línea que distingue el mundo digital del mundo real es cada vez más difusa, especialmente para la infancia y la adolescencia. Navegar por Internet de forma segura puede llegar a ser complicado.

Klavdija Berginc, maestra de matemáticas e informática en un colegio de Kobarid, Eslovenia, lleva más de una década presenciando de cerca esta dificultad en el aula. “Recuerdo a un estudiante de 12 años que, sencillamente, no sabía hacer nada sin una pantalla”, apunta. “La pedía a modo de recompensa por hacer cualquier cosa, desde estudiar unos minutos hasta ir al dentista”.

Los adolescentes usan internet más que nunca y las redes sociales se han convertido en un elemento fundamental de su forma de relacionarse y expresarse. Entender cómo esto repercute en su salud mental es cada vez más urgente. “Necesitamos enseñar a la gente joven a usar los dispositivos de manera inteligente”, manifiesta Berginc. “Y ayudarles a asumir una mayor responsabilidad por lo que hacen en línea”.

Una cuestión de equilibrio

El alumnado de Berginc ha participado en un estudio a gran escala financiado por la Unión Europea, llamado MIMIc, que investiga el papel de los medios digitales en la vida de los adolescentes. Miles de adolescentes de Bélgica, Francia y Eslovenia han participado en dicho estudio, que concluirá en diciembre de 2025.

“Nuestro objetivo es comprender si la juventud puede crecer en un mundo digital manteniendo un equilibrio saludable”, explica la coordinadora del estudio, Laura Vandenbosch, directora del Laboratorio de Psicología de Medios Digitales de la Universidad de Lovaina (KU Leuven), en Bélgica.

El equipo de investigación del MIMIc ha estudiado cómo interactúan los adolescentes con plataformas como Instagram, TikTok y Snapchat, qué publican y consumen, así como de qué forma eso influye en su estado de ánimo, su autoconcepto y su visión del mundo.

“También hemos analizado el contenido que publican los influencers más populares entre los adolescentes y las opiniones políticas y éticas que expresan”, manifiesta Vandenbosch. El equipo del proyecto ha analizado vastas cantidades de contenido en línea, desde letras de canciones hasta posts de Instagram de personas famosas, influencers y atletas.

“Los influencers son, en última instancia, creadores de opinión”, matiza. “No solo ofrecen consejos de belleza o promueven hábitos de compra; también venden unos valores morales y una identidad a su público, que está en una etapa de la vida especialmente vulnerable”.

Influencia virtual, consecuencias reales

Según Vandenbosch, no hay duda de que esta exposición puede jugar un papel determinante en personas que se encuentran en fase de desarrollo. “Los adolescentes están aún buscando su identidad y son muy vulnerables a la influencia de sus pares, tanto en el entorno digital como en el mundo real”. El estudio confirma que las redes sociales pueden influir significativamente en cómo los adolescentes se perciben a sí mismos, sobre todo en lo relativo a su apariencia y autoestima.

“Vemos vínculos directos entre el uso de las redes sociales y el bienestar emocional”, explica Vandenbosch. Ver habitualmente imágenes idealizadas en medios digitales puede llevar a una mayor presión por alcanzar la perfección, tanto frente a sus compañeros como frente a sus padres.

No obstante, el equipo que lleva a cabo la investigación también ha señalado algunos efectos positivos. Por ejemplo, los adolescentes expuestos a imágenes que fomentan la aceptación corporal afirmaron sentirse mejor con su cuerpo. Sin embargo, estos beneficios, al igual que las desventajas, no afectaron a todas las personas encuestadas por igual.

Gestionar las reacciones

Aprender a gestionar las reacciones negativas derivadas de la exposición a las redes sociales es fundamental. Afortunadamente, es una habilidad que se puede aprender. El equipo de investigación ha constatado que si los adolescentes logran detenerse a reflexionar cuando experimentan emociones negativas al usar las redes sociales y toman medidas para aliviar esas emociones, están mucho más protegidos.

“Ser conscientes del impacto de las redes sociales no es suficiente”, apunta Vandenbosch. “Es necesario tomar acciones concretas, como dejar de deslizar el dedo por la pantalla, dejar de publicar posts, salir de casa o llamar a un amigo”.

Las consecuencias negativas de las redes sociales se manifiestan con especial intensidad mientras se están usando. “Los efectos que hemos estudiado fueron particularmente intensos durante cortos periodos de tiempo, pero puesto que los adolescentes pasan la mayor parte del tiempo en línea, incluso estos efectos a corto plazo resultan significativos”, añade Vandenbosch.

El papel de los padres

Uno de los factores más determinantes en esta cuestión es el entorno de la persona, sobre todo el papel de los padres. “Quienes tienen padres con competencias digitales sólidas tienden a desenvolverse mejor en internet”, afirma Vandenbosch.

Berginc está de acuerdo. “Intentamos involucrar a los padres, pero muchos no son conscientes de que sus hijos podrían tener un problema. Es frecuente que no controlen su actividad en línea o que no se esfuercen lo suficiente por conocer los distintos usos de internet”.

Su consejo: hablar con sinceridad es clave. “Los adolescentes necesitan saber que lo que ven en internet es solo lo mejor de la vida de otras personas. Por lo tanto, deben seguir valorando su propia vida, aun con todos sus defectos”.

Es fundamental que los padres hablen con sus hijos sobre el mundo virtual, aunque, según Vandenbosch, la responsabilidad no debe recaer únicamente en ellos. “Las propias plataformas y los legisladores también tienen que hacerse cargo”.

Hacia unas plataformas más seguras

Los hallazgos de la investigación MIMIc ofrecen valiosas ideas para el diseño de estrategias de prevención e intervención más inteligentes. “Ahora sabemos qué adolescentes son los más vulnerables y cuándo están más en riesgo”, señala Vandenbosch. “Esto nos ofrece una base sólida con la que presionar a las plataformas para que tomen medidas que los protejan”.

Vandenbosch considera muy valioso el Reglamento de Servicios Digitales de la UE, así como la estrategia europea para una internet más segura para la infancia, adoptada en mayo de 2022. Esta última esboza la visión de una “década digital” en la que se proteja a la infancia de los contenidos nocivos, se fomente la capacitación digital y se priorice un diseño de las plataformas en línea seguro y adecuado a la edad del usuario.

Vandenbosch espera que la Comisión Europea tenga en cuenta las conclusiones del estudio MIMIc y considere introducir medidas adicionales para que internet sea un entorno seguro para la infancia. En particular, recomienda una mayor vigilancia sobre la aplicación de los 13 años como límite de edad para usar las redes sociales.

A Vandenbosch también le gustaría que investigadores y expertos en protección de menores tuvieran mayor capacidad de supervisión de las nuevas funciones introducidas en las redes sociales, como los chatbots de inteligencia artificial. “Esta investigación debe servir para impulsar la alfabetización digital en Europa”, expresa.

El estudio MIMIc va a presentarse en la Exposición Universal de 2025 en Osaka, Japón. Allí formará parte de la muestra de investigaciones financiadas por la UE que organiza la Comisión, como ejemplo del compromiso que tiene Europa a la hora de dar respuesta a los desafíos sociales a través de la ciencia y la innovación.

“Es fantástico que personas de todo el mundo puedan aprender de nuestros hallazgos”, señala la experta. “El conocimiento es determinante a la hora de empoderar y proteger a la infancia en internet”.

Las investigaciones descritas en este artículo han sido financiadas por el Consejo Europeo de Investigación (CEI). Las opiniones de los entrevistados no reflejan necesariamente la de la Comisión Europea.

​Artículo publicado originalmente en Horizon, la revista de investigación e innovación de la Unión Europea.

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