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Obituario
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Muere el teniente coronel Sánchez Silva, el primer mando militar abiertamente gay de España

José María Sánchez Silva protagonizó la gran salida del armario castrense hace 25 años

José María Sánchez Silva en Madrid, el 4 de septiembre del 2000.

Protagonizó la salida del armario más importante de la historia castrense en España. En septiembre de 2000, la revista Zero publicaba una portada con este titular: “El primer militar gay”. Era José María Sánchez Silva, teniente coronel del Cuerpo Jurídico de las Fuerzas Armadas, quien hablaba abiertamente de su vida como homosexual dentro del ejército. Al mismo tiempo también lo hizo en EL PAÍS. Un acto de valentía civil y heroico en un entorno castrense que cambió mentalidades y revolucionó un Ministerio de Defensa, entonces con Federico Trillo (PP) al frente. Casi nada.

Portada de la revista <i>Zero</i> con José María Sánchez Silva.

José María tenía 49 años cuando ofreció esa entrevista a la revista en la que yo trabajaba como redactor. Ver ese cuerpo frágil, esa voz solemne, esa disposición errática y esa generosidad por la redacción de la plaza Santa María Soledad Torres Acosta de Madrid era, cuanto menos, extraña en unos años en los que los gais y las lesbianas aún no podían ni casarse.

Sánchez Silva era un lector habitual de los estantes de la librería Berkana, en Chueca, cuando unos meses antes de ese verano comentó a su dueña, Mili Hernández, su condición de militar y su disposición a salir del armario. Ella llamó de inmediato al entonces redactor jefe de la revista Ricardo Llamas y a su director Miguel Ángel López, para que conocieran al militar.

Tras esa primera reunión, la vida de Sánchez Silva no sería la misma, tampoco la del ejército que representaba. “Para la comunidad LGTBIQ+, para la política, para lo que pasó después, esta es la portada más importante que ha tenido una revista en décadas”, explicó Hernández en la serie documental Zero, la revista que sacó del armario a un país (2023), poniendo en valor la figura de Sánchez Silva.

El militar pasó los siguientes meses reafirmándose en sus declaraciones por diferentes medios de comunicación: “Hay casos de ataques homofóbicos directos en las Fuerzas Armadas. Pero lo habitual es que en el Ejército, la homofobia agreda indirectamente, recubierta de una exquisita legalidad”.

Era su lucha, su audaz legado que comentaba en los círculos cercanos, pero también en charlas abiertas y, por supuesto, en su puesto de trabajo. Por eso recibió amenazas, insultos y ataques los meses posteriores, llevando incluso a juicio a otro compañero por injurias en 2003.

La justicia no le acompañó, y esto acabó con la carrera de José María, que fue a la reserva voluntariamente. “Si alguien me ha odiado, que sepa, desde ahora mismo, que no ha conseguido que el odio sea recíproco”, afirmó en la icónica revista a modo de despedida.

Los últimos años de Sánchez Silva fueron discretos, de su casa en Chamberí y sus comidas en el restaurante El Yate, hasta el barrio de Chueca, adonde caminaba para comprar libros en Berkana o para tomar algo en el desaparecido Café Figueroa. Después, vuelta en taxi a casa.

Del ejército solo le quedaba el recuerdo, porque ni las medallas ni el uniforme guardó tras su salida. Era un militar de izquierdas comprometido, conocedor de que su salida del armario traería consecuencias, aunque nunca imaginó que tantas y tan abruptas.

Este lunes 25 de agosto, a las siete de la tarde, falleció en una residencia militar de Guadarrama, en Madrid, 25 años después de ese valiente hito que cambió tantas cosas, y que el asociacionismo y la comunidad LGTBIQ+ apenas reconoció en vida, algo de lo que él se quejaba constantemente.

Pidió que sus cenizas descansaran junto a la de sus padres, en Cabo Enderrocat, en Mallorca, y recibir una misa funeral en una iglesia castrense, pese a haber apostatado años antes y retractarse después de la pandemia.

José María Sánchez Silva era de impulsos en apariencia, pero como buen militar, medía de manera estratégica cada movimiento, para evitar emboscadas. Ojalá su nombre ocupe ahora el lugar que siempre mereció, como peldaño necesario en la consecución de los derechos que hoy disfruta todo un colectivo.

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