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Una barrendera entrega al Ministerio de Trabajo 63.375 firmas pidiendo regular los trabajos de exterior en verano: “No hay cuerpo que lo aguante”

Tras la muerte de una trabajadora de la limpieza en Barcelona, Elvira Gómez inició una campaña y se ha presentado en Madrid con las rúbricas y testimonios de operarios de distintos sectores preocupados por su salud

Elvira Gómez protesta por unas condiciones laborales que la dejan indefensa ante las altas temperaturas, este jueves en Madrid.
Matías Helbig

El junio pasado dejó unas temperaturas 3,5 grados superiores a la media de las últimas tres décadas, y nada indica que el futuro vaya a ser mejor. Como todo fenómeno extremo, el calor discrimina y se ceba más con unos que con otros: hace tres semanas, en Barcelona, la trabajadora de limpieza Montserrat Aguilar (61 años) perdió la vida después de una jornada expuesta a temperaturas de más de 35 grados. Conmovida por el caso de esta mujer, la barrendera Elvira Gómez (31 años) se ha presentado este jueves ante el Ministerio de Trabajo, en Madrid, para exigir una legislación firme que ampare a los trabajadores que desempeñan su labor en el exterior. Y no lo ha hecho sola. El viaje que realizó esta mañana desde Terrassa, donde vive y trabaja, está impulsado por una petición en Change.org, que en menos de 20 días ha sumado 63.375 firmas. En el documento, Gómez lo expresa de forma clara: “No hay cuerpo que lo aguante”.

No es la primera vez que un golpe de calor se cobra la vida de un trabajador en España. Este miércoles se cumplieron tres años de la muerte de un operario de limpieza en Puente de Vallecas, en Madrid. Un día después de la triste efeméride y con los termómetros marcando los 38 grados en la capital, la presencia de Elvira Gómez en el Ministerio de Trabajo es símbolo de urgencia.

Gómez lleva tres años y medio como barrendera en Terrassa, 18 kilómetros al norte de Barcelona. “Lo paso mal, tengo dolores de cabeza y acabo con el cuerpo chungo, pero yo sé cuándo este puede y cuándo no, el problema es la gente que viene nueva, que está uno o dos meses y se come el sol porque piensan que luego no los van a llamar”. Y enfatiza: “Lo jodido es eso, las personas que creen que van a perder su trabajo si no hacen lo que dice la empresa”.

Además de las firmas, una veintena de trabajadores de distintos sectores preocupados por su salud han escrito a Gómez para aportar sus testimonios: jardineros, personal de aeropuerto, repartidores, carteros, auxiliares de cámara, servicios de mantenimiento. El de Marta, una técnica de obra que trabaja en la Comunidad de Madrid, no solo describe los riesgos que afronta durante el verano, sino también las escuetas medidas de prevención que implementan desde la empresa.

Estas consisten en “proveer la obra de un mayor número de grifos, eliminar los trabajos al aire libre y hacer las labores en el interior del edificio, lo que supone seguir trabajando con temperaturas extremadamente altas, ya que no deja de ser un edificio sin aclimatar, sin ventilar y, si no está muy avanzado, sin ventanas”, reza el testimonio de la técnica.

“En el año 2020, Comisiones Obreras estableció una jornada laboral continua y reducida de 7 horas al día durante un único mes en verano; esto no es suficiente teniendo en cuenta que en Madrid llevamos con temperaturas superiores a 30°C desde finales de mayo este año", denuncia.

Desde Trabajo, señalan que ya existe una normativa. El 28 de noviembre de 2024, el Consejo de Ministros aprobó un conjunto de medidas de prevención de riesgos relacionadas con el cambio climático o las catástrofes. En concreto, las empresas están obligadas a informar a los trabajadores de los riesgos y adoptar medidas de interrupción del trabajo hasta que el fenómeno adverso pase.

Además, permite a los representantes legales de los empleados acordar la suspensión de la actividad sin consecuencias laborales. Sin embargo, este marco legislativo es aplicable cuando una administración emite una alerta naranja o roja por clima extremo o adverso.

Ese el problema fundamental para Gómez. “En Terrassa, para alcanzar la alerta naranja tienes que llegar a 39 grados”, argumenta. Asegura que con 38 grados no existe ningún tipo de ley, por lo menos en su ciudad, que obligue a la empresa a tomar medidas. “Si no se puede modificar la jornada, que se modifique el trabajo, que no esté la gente expuesta al sol de doce a cinco”, dice.

Esto fue lo que llevó a la barrendera a publicar la petición de firmas en Change.org. Después de la muerte de Aguilar, Gómez y una compañera comenzaron a discutir sobre las condiciones de su entidad en los meses de verano y de cómo podían revertir la situación. “Investigando me di cuenta que no era algo de mi empresa”, confiesa. “Es España el problema es que no hay nada que regule una temperatura máxima en trabajos al exterior”, comenta. Esto es lo que la motivó a lanzar en redes sociales su petición.

Gracias a las casi 65.000 firmas que recolectó y al apoyo que le han brindado desde la plataforma, Gómez ha conseguido que el director del departamento de coordinación jurídica del ministerio la reciba para dialogar. “Confío y espero que vean que es un problema real y no de una persona dando la brasa, es algo que sufre mucha gente, no estamos paseando por la calle, estamos barriendo, es un trabajo físico como el de otros miles de trabajos”, reclama. Lo que la mueve es una contradicción básica: “¿Si hay una temperatura máxima de interiores, por qué no la hay de exteriores? No es justo”.

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