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Las seis vidas segadas en una semana dramática de violencia machista

Los cadáveres de Maritza, Susana, Ramy Virginia, María del Carmen, Alejandra y su hijo fueron hallados en tan solo 48 horas esta semana. Sus allegados los recuerdan y reconstruyen su historia

De izquierda a derecha por arriba, Alejandra con su hijo y Maritza. Por abajo, Susana y Ramy Virgina. Imágenes cedidas.
El País

Entre el martes y el miércoles fueron hallados los cuerpos de cinco mujeres asesinadas a manos de sus parejas. Maritza fue la víctima del primer crimen machista de unas 48 horas agónicas, cuando su pareja sentimental la mató de una cuchillada en el pecho en Getafe (Madrid). El mismo día, la Guardia Civil encontraba el cadáver de Susana en un cubo de basura en el piso de un varón en Gijón. De madrugada, unos gritos alertaron a los vecinos de Algemesí (Valencia), pero nadie llegó a tiempo. Alejandra fue degollada y su hijo, de dos años, asfixiado a manos de su padre. Horas más tarde, en Ruguilla (Gualadajara) apareció el cuerpo de Ramy Virginia, a la que se le perdió la pista una semana antes cuando iba a casa de su novio. El quinto crimen lo cometía un hombre de 57 años en Las Palmas de Gran Canaria. La hija de María del Carmen encontró a su madre fallecida junto al asesino, que se había suicidado.

Todas las mujeres tenían algo en común: ninguna había denunciado. El Ministerio de Igualdad convocó un comité de crisis este jueves para el próximo 10 de julio ante el repunte de asesinatos machistas. “La alarma es real”, advirtió la ministra Ana Redondo.

El verano es el periodo de mayor riesgo para las mujeres que viven situaciones de violencia: los meses de junio, julio y agosto concentran casi el 30% de todos los crímenes desde que existen registros, en 2003. El periodo vacacional y un momento de mayor libertad y autonomía para las mujeres porque toman más decisiones sobre qué actividades, viajes o personas ocupan su tiempo encaja con la naturaleza de la violencia machista y del agresor: la pérdida del control y querer recuperarlo.

Maritza, asesinada por un hombre que no aceptó su independencia

A Maritza Balladares, la mujer de 60 años asesinada por su marido en Getafe (Madrid) este martes le encantaba cantar No dudaría, de Antonio Flores. “Pero mucho… Una canción que precisamente habla de no usar la violencia…”, se lamenta su hija Yulianna Aguilera al teléfono. Además de eso, también era una enamorada de la bachata y del karaoke, como muestra Yulianna en varios vídeos de su madre siendo feliz con un micrófono en la mano.

Maritza era originaria de Cuba, donde conoció a Florindo Fernández, de 63 años, a través de su hermana. Cuando se casaron hace poco más de una década, se instalaron en Alemania, pero ella siempre quiso vivir en España, donde se establecieron hace dos años. Desde el primer momento en el que puso un pie en Madrid fue feliz de volver a estar en un lugar en el que entendía todo y estaba cerca de su hija y sus nietos. Podía desarrollarse personal y profesionalmente. La mujer tenía otro hijo que vive en Cuba.

Este miércoles 25 de junio, a primera hora de la mañana, la comunidad de vecinos de Getafe en la que residían se despertó sobresaltada por los gritos de Maritza y de su marido. Algunos de ellos observaron cómo él la agredía con un arma blanca en el patio interior. El hombre le provocó una herida mortal en el pecho y después se refugió en un cobertizo del que la policía tuvo que sacarlo después de reducirlo con una pistola táser.

La hija de la mujer asegura que su marido y agresor siempre quiso regresar a Alemania porque era donde él sentía “el control”, donde era “dueño del territorio”. “Mi madre no hablaba alemán y dependía de él. Cuando llegaron aquí, él se encontró a una mujer apoyada por todos y con amistades en todas partes”, recalca Yulianna. Además, su hija sostiene que nunca aceptó la relación tan estrecha “de amor y cariño” que las unía a ambas. Más que madre e hija, eran “amigas y confidentes” y su contacto era diario.

Maritza trabajaba como conserje en una comunidad de vecinos en Getafe, era empleada de la empresa de su propia hija. “Todos los vecinos han venido a apoyarme, todo el mundo la quería. Era carismática, alegre, cantaba y bailaba mucho y en su congregación religiosa y era extremadamente limpia”, destaca. Ella recuerda todas las veces que su madre la llevaba a clase de danza y ballet en Cuba y cómo se esforzó por salir adelante. “Yo soy una manifestación viva de las enseñanzas de mi madre”, afirma con rotundidad.

Aunque Maritza ya vivió un episodio de violencia por parte de su marido en Alemania en el que tuvo que intervenir la policía, su hija asegura que nunca pudo esperar este final. En España no constaban denuncias previas al asesinato ni Florindo tenía antecedentes. “Después de aquel episodio, ella siguió con él porque tenía lástima”, cuenta Yulianna.

Su propia hija también sufrió en sus carnes la violencia machista con una pareja en Sevilla hace unos años. Logró escapar de su agresor un día que tuvo que salir huyendo mientras hacía una videollamada con su madre. “Yo pude escapar, lástima que ella no tuviera la misma suerte”. Informa Patricia Peiró.

Susana Sierra ya había sido víctima del machismo

Susana Sierra, de 49 años, llegó a Asturias hace años desde Baleares, su tierra natal. Sufría problemas de salud mental, al igual que su marido, con el que se casó hace más de una década. Además, la víctima tenía un hijo de una relación anterior, de 27 años, que también padece trastornos psiquiátricos.

En una relación anterior, Susana ya había sido víctima de violencia de género, una situación que había denunciado y por eso fue incorporada en 2008 al sistema VioGén en el que permanecía, pero de manera no activa, es decir, sin protección ni órdenes de alejamiento en su entorno. Las idas y venidas de su hogar eran repetidas y en una de esas escapadas, a finales de marzo o a principios de abril, conoció al hombre que terminó asesinándola, Jesús Suárez Fernández, de 65 años, en una de las casas de acogida de Remar, una ONG que ofrece ayuda a mujeres con hijos en situación de desamparo y abandono para su protección en hogares y a personas con problemas de adicción.

Tuvieron encuentros esporádicos en su piso de la calle Contracay de Gijón, al que incluso llegó a ir con su marido. El pasado 7 de mayo, algo más de un mes desde que Susana abandonara su hogar, su marido presentó una denuncia por desaparición que culminó el pasado martes, 24 de junio, un día después de que la Policía Nacional detuviera al inquilino de la vivienda donde fue encontrado el cuerpo de Susana en descomposición avanzada en un cubo de basura. Informa Nacho Poncela.

Alejandra Villegas quería separarse, pero tenía miedo

Alejandra Villegas abraza a su hijo, en una imagen facilitada por la familia.

Alejandra Villegas, de 41 años, era una persona “generosa, muy alegre, un encanto”. Así la recordaba el pasado jueves una allegada, María, horas después de la violenta muerte de su amiga a manos de su pareja, Leonardo David, de 34 años, que también asesinó al hijo de ambos, Samuel, de dos años. “Cuando llegué de Colombia, me ayudó mucho”, explicaba, mientras otras dos migrantes asentían, cabizbajas, frente al patio del domicilio donde se produjo el doble crimen que ha conmocionado Algemesí.

“Era una persona muy buena y trabajadora”, repetían Andrés Eduardo y Leydi Rodríguez, hermano y cuñada de la víctima. Alejandra trabajaba de manicurista y expresó en las últimas semanas que tenía que dejar a Leonardo, con el que empezó a convivir siete años atrás en Colombia, el país originario del presunto asesino, ahora en prisión provisional en Picassent.

Allí, él ya empezó a manifestar un carácter posesivo y celoso que derivó en comportamientos agresivos y violentos hacia ella. Ambos se habían trasladado a la población valenciana, donde residían los familiares de Alejandra, para buscarse una vida mejor. Ella también tenía una hija veinteañera en Colombia. Él se mostraba cariñoso con el niño, pero cada vez aumentaban más los maltratos y el control sobre ella, según relatan los familiares y la amiga de la víctima.

El punto de inflexión fue una violenta discusión hace unos 25 días, cuando se reunieron con varios amigos y conocidos en un bar del pueblo. Ella quería quedarse y él, que se marcharan juntos, según cuenta la amiga. Leonardo llegó a amenazarla y a golpearla, pero los presentes la defendieron y él acabó yéndose.

Alejandra decidió entonces, firmemente, acabar con la relación y le dio un mes para abandonar el piso alquilado en el que convivían con la madre de ella y el hijo. Pero no lo denunció por temor a perder la documentación, los papeles y porque tampoco quería perjudicar gravemente al padre de su hijo, según explican sus familiares. La última discusión acabó el pasado jueves con Alejandra acuchillada y Samuel, asfixiado. Informa Ferrán Bono.

Ramy Virginia Taccarelli solo quería sacar adelante a sus hijos

Ramy Virginia Taccarelli, en una fotografía cedida por la familia.

El día que Ramy Virginia Taccarelli desapareció junto a su novio tenía un presentimiento y por eso decidió compartir con su hijo de 18 años la ubicación de su móvil en tiempo real. Ambos se dirigían juntos a “una terapia de pareja”, le dijo, aunque sin precisar dónde, afirma su hermano Reinaldo. Ramy Virginia ya le había dicho a Juan, un repartidor de 42 años que trabajaba en Alcalá de Henares, que quería dejar la relación que habían iniciado seis años antes. Sufría malos tratos verbales, pero no llegó a denunciar y por eso no figuraba en el sistema VioGén.

“Mi sobrino veía toda la situación”, explica Reinaldo. El Centro de la Mujer de Guadalajara la atendió en, al menos, dos ocasiones, pero le pudo “el miedo a que su pareja pudiera hacerle daño a sus hijos”, especialmente a la niña de cinco años que ambos tenían en común. Vivían en Irépal, pero esa mañana del 18 de junio el rastro del móvil se perdió en Ruguilla, una pedanía de Cifuentes, de apenas 20 habitantes, conocida por sus cuevas-bodega.

Un viandante encontró el cadáver en una de ellas y avisó al 112. Ramy Virginia, de 41 años, tenía doble nacionalidad, italiana y venezolana, y el sueño de montar una empresa de costura en España. Era lo que más le gustaba, pese a haberse formado en Ciencias Fiscales en Venezuela. Mientras tanto, se apañaba con lo que encontraba. El día que desapareció tenía día libre en la gasolinera en la que trabajaba. “Era una persona maravillosa, muy guerrera y muy servicial, que sólo quería sacar adelante a sus hijos”, cuenta su hermano. Informa José C. Rejas.

María del Carmen, desconocida para sus vecinos

María del Carmen y Alfonso, su asesino, eran relativamente desconocidos en El Zardo, una silenciosa zona residencial compuesta de chalés, casas terreras y edificios de dos alturas ubicada en medio de áridos barrancos en el extrarradio de Las Palmas de Gran Canaria. La pareja apenas se había mudado hacía un año a su vivienda de dos pisos, y sus horarios y sus costumbres no habían permitido intimar demasiado con la vecindad. “Por la tarde y por la noche se oye desde casa hasta cuando los vecinos bajan la persiana”, explica una mujer de las cuatro vecinas de la fallecida, que prefiere no ser identificada. “Esto es supersilencioso, se oye todo. Y a ellos no los oímos nunca”.

En medio de ese silencio, en la noche del lunes, Alfonso, de 57 años, asfixió a María del Carmen, de 60, en la planta baja. La dejó tumbada con la cabeza apoyada en un cojín y tapada hasta la altura del pecho. Fue una de sus dos hijas la que se encontró a la mujer en la mañana del miércoles, preocupada porque su madre no había acudido al lugar de trabajo.

Tuvo que llamar a un cerrajero para entrar en el domicilio. “No tenía llaves y le ofrecí entrar por la azotea, por donde se comunican ambas casas”, explica una de las vecinas. “Estaba cerrado. La pobre estaba muy nerviosa. Presentía algo”. Después de matarla, Alfonso subió a la planta alta del domicilio, se infligió heridas con un arma blanca, principalmente en el pecho y en las rodillas, para terminar ahorcándose en la planta superior.

No constaban denuncias previas entre la pareja. El asesino, sin embargo, sí había tenido una orden de alejamiento sobre su anterior mujer, la madre de sus dos hijos, a la que había amenazado con un arma blanca, según han explicado fuentes judiciales. La orden ya había expirado. Informa Guillermo Vega.

Los alrededores de la vivienda en Almería donde una mujer de unos 60 años ha sido hallada la tarde de este viernes.Foto: EFE/ Carlos Barba

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