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El ‘boom’ de la vitamina D: una iniciativa pionera en Cantabria reduce los análisis en un 40% por “innecesarios”

El Hospital Marqués de Valdecilla evidencia un exceso de pruebas que lleva a una sobreprescripción de este fármaco, cuyo consumo se ha disparado en los últimos años

María del Castañar, subdirectora médica del Hospital Marqués de Valdecilla
Oriol Güell

La vitamina D ha vivido en España un boom en los últimos años. En parte debido a una disparidad de criterios entre la clase médica y en parte por mensajes sin base lanzados desde las redes sociales, el consumo de este fármaco se ha disparado muy por encima de lo recomendado por la evidencia científica. Un hecho que conlleva riesgos cuando se produce en dosis elevadas sin un buen control médico, porque la vitamina D —aunque esencial para una buena salud de los huesos— se acumula en el organismo y puede dar lugar a complicaciones. Un estudio del Sistema Español de Farmacovigilancia alertó recientemente de que ha recibido en la última década 190 notificaciones por sobredosis, de las que un centenar han sido graves y casi la mitad requerido la hospitalización del paciente.

Una iniciativa pionera desarrollada en Cantabria por el Hospital Marqués de Valdecilla ilustra las dimensiones del fenómeno y los avances que pueden lograrse con acciones dirigidas a ajustar el número de análisis —determinaciones, en el lenguaje de los especialistas— a lo recomendado por la buena práctica clínica.

Entre 2020 y 2023, las pruebas encargadas por los facultativos de la sanidad pública de la región para medir los niveles de vitamina D de sus pacientes subieron de forma exponencial desde 65.406 a 138.668, un 112% en solo tres años. Estas cifras revelan que la sanidad cántabra realizó en 2023 una prueba por cada cuatro habitantes de la comunidad. La misma tendencia ha sido observada en toda España, según han advertido sociedades científicas, expertos y agencias de evaluación.

“Era un crecimiento desmedido. Lo habitual es que las pruebas analíticas aumenten a un ritmo que oscila entre el 2% y el 10% anual, y cuando alguna crece tan rápido es que algo está ocurriendo. Llegó un momento en el que solo las determinaciones de vitamina D acaparaban el 15% del gasto del laboratorio”, ilustra María Teresa García Unzueta, jefa de servicio de Análisis Clínicos y Bioquímica del centro sanitario, de referencia para toda Cantabria.

María del Castañar García Gómez, subdirectora médica del Marqués de Valdecilla y especialista en Endocrinología y Nutrición, apunta a las razones detrás de este aumento. “Se han publicado múltiples estudios que asociaban bajos niveles de vitamina D a diferentes patologías. Pero no se ha demostrado una relación de causalidad, sino que era una asociación aleatoria. Sin embargo, esto y algunos mensajes que han proliferado llevaron a que estas pruebas se hicieran de forma casi rutinaria, cuando en realidad hasta el 75% de las determinaciones de vitamina D pueden ser innecesarias” y llevar a un consumo innecesario de suplementos y fármacos.

Medicamentos y suplementos con vitamina D

Según el protocolo elaborado a principios del año pasado por el hospital, en los estudios llevados a cabo en población general asintomática que viven en la comunidad, y que presentan niveles bajos de vitamina D, “no se ha demostrado que el tratamiento con suplementos tenga ningún efecto sobre la mortalidad o la incidencia de fracturas, caídas, depresión, diabetes, enfermedades cardiovasculares, cáncer o eventos adversos”, afirman sus autoras.

La principal fuente de vitamina D es la producción en la piel tras la exposición a la radiación solar, de la que se obtiene hasta el 90% de la que necesita el organismo, aunque en ello influyen variables como la latitud, el color de la piel y el uso de protectores solares. La dieta aporta el resto con alimentos como pescados grasos y huevos, entre otros. Otra fuente pueden ser productos enriquecidos, como algunos lácteos. La contribución de la dieta, sin embargo, es baja por lo que “en situaciones de déficit de vitamina D por insuficiente exposición solar sí puede ser necesaria en la mayoría de los casos una suplementación farmacológica”, añade García Gómez.

El protocolo sí establece la necesidad de controlar los niveles de vitamina D en grupos de población como personas institucionalizadas, enfermos que toman medicamentos que alteran el metabolismo de este compuesto, mujeres en el primer trimestre del embarazo, pacientes con enfermedad renal o hepática crónica y pacientes susceptibles de padecer osteoporosis, entre otros perfiles.

La puesta en marcha del protocolo se llevó a cabo en el segundo trimestre de 2024 y ya en los primeros nueve meses logró reducir en un 40% las pruebas realizadas en 2024 en comparación con 2023, al pasar de 138.668 a 83.086.

El objetivo de este tipo de iniciativas es la mejora de la calidad asistencial, algo que persigue “desarrollar herramientas que defiendan las prácticas clínicas basadas en la evidencia y dejar de hacer aquellas que han mostrado no ser eficientes, no aportar beneficio para el paciente o incluso que pueden llegar a ser perjudiciales”, coinciden García-Unzueta y García Gómez.

Un ejemplo de esta tendencia incipiente es el proyecto “No hacer” impulsado por el Ministerio de Sanidad y la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), que ha inspirado el plan llevado a cabo en Cantabria. Otro, que agrupa a 23 hospitales públicos, es la Red MAPAC para la Mejora de la Adecuación de la Práctica Asistencial y Clínica, que pretende compartir experiencias de éxito entre centros para que las mejoras logradas en uno puedan ser imitadas por los demás.

“El número innecesario de determinaciones de vitamina D es un problema que hemos compartido con hospitales de otras comunidades y nuestra iniciativa puede servir a más centros”, afirma la jefa de servicio de Análisis Clínicos del Marqués de Valdecilla. Con este objetivo, los responsables del hospital han presentado estos resultados en el 24 Congreso de Hospitales y Gestión Sanitaria celebrado esta semana en Zaragoza.

Aunque la mejora asistencial es el principal objetivo de estos proyectos, su desarrollo también libera recursos económicos y materiales que pueden ser destinados a otras medidas que sí mejoran la salud de los pacientes. En el caso de Cantabria, el plan ha logrado disminuir el gasto desde los casi 574.000 euros en 2023 a 276.000 euros el año pasado (un 48%), lo que ha permitido ampliar el catálogo de pruebas en el laboratorio.

García Gómez destaca la importancia de implicar a todos los profesionales para conseguir el éxito de estas medidas. “Los cambios pueden en ocasiones encontrar reticencias y es muy importante trabajar la comunicación y dar respuesta a todas las inquietudes. Se hicieron reuniones con los servicios del hospital relacionados y se difundió el documento elaborado a todos los facultativos de atención primaria. En el protocolo también se facilitó el número de teléfono directo del especialista de laboratorio al cargo de la unidad de análisis y de la jefa de servicio para resolver todas las dudas...”, detalla.

El estudio presentado en Zaragoza no ha analizado la evolución de las recetas financiadas por la sanidad pública en el último año, aunque es previsible que haya contribuido a disminuir el consumo innecesario de vitamina D. Pese a ello, las impulsoras del protocolo admiten que algunas personas pueden seguir tomando vitamina D automedicándose sin control médico. “Hoy es posible hacerse test de vitamina D en las farmacias y adquirir sin receta médica suplementos que la contienen”, afirma María García.

Roi Piñeiro, coordinador del Comité de Medicamentos de la Asociación Española de Pediatría (AEP), se muestra crítico en este punto: “La vitamina D se puede adquirir sin receta, como suplemento nutricional, en herbolarios, oficinas de farmacia y también por Internet. Se puede comprar en pastillas, jarabe, espray y hasta gominolas o chicles. No veo explicación a este disparate, ya que se trata de un medicamento que no es inocuo y que en la mayoría de las ocasiones es innecesario”.

Para este especialista, planes como los llevados a cabo en Cantabria son un importante paso en la buena dirección. “Es un buen ejemplo de los objetivos que inspiraron el proyecto ‘No hacer’ para adecuar la práctica clínica y evitar las intervenciones que son innecesarias, ya sean pruebas o tratamientos. Y, desde luego, la vitamina D es una de ellas, porque en los últimos años hemos visto un gran incremento de determinaciones y prescripciones sin que haya una base científica real que lo justifique”, concluye.

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Sobre la firma

Oriol Güell
Redactor de temas sanitarios, área a la que ha dedicado la mitad de los más de 20 años que lleva en EL PAÍS. También ha formado parte del equipo de investigación del diario y escribió con Luís Montes el libro ‘El caso Leganés’. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.
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