Siete millones de euros por el primer Birkin de Jane Birkin: “No es un bolso, es la Mona Lisa de los bolsos”
La pieza de Hermès, subastada en Sotheby’s en el corazón de París, se ha convertido en el bolso más caro de la historia. Su nuevo dueño es un coleccionista japonés anónimo que deberá desembolsar 8,6 millones sumando comisiones e impuestos

Media hora antes de que comenzara la subasta del primer Birkin, del Birkin original que Hermès creó para Jane Birkin en los ochenta, la expectación se sentía en las inmediaciones de la sede de la casa de subastas Sotheby’s en París. En la puerta, con su paleta para pujar en la mano, se grababa un vídeo Hanushka Toni, CEO de Sellier, una de las tiendas de reventa de bolsos más célebres (con una cuenta de TikTok que acumula unos 400.000 seguidores): “He venido para pujar y espero poder llevarme a casa el Birkin de Jane Birkin, pero dicen que Kim Kardashian también lo quiere, será mi rival”, contaba a S Moda antes de que se iniciara el espectáculo.
Porque la subasta del bolso se ha asemejado más a una pieza teatral que a una venta al uso. Una decena de compradores se unía a Hanushka en las primeras filas del espacio, plagado de cámaras. Aunque pronto se vio que los únicos con papeletas para quedarse con él habían preferido refugiarse en casa y hacer sus ofertas por teléfono. Las primeras pujas, que partieron del millón de euros, subieron en pocos minutos a los tres y en solo un cuarto de hora se elevaron hasta los siete por los que finalmente fue vendido entre los aplausos y los gritos de angustia de los espectadores. El nuevo dueño, un coleccionista japonés anónimo, tendrá que pagar en realidad algo más de los siete millones por los que se cerró la subasta. Concretamente, entre comisiones e impuestos deberá desembolsar 8,6 millones de euros.
El bolso era el octavo lote de la venta Fashion Icons de la casa de subastas en la que también se han puesto a disposición de los compradores diseños de Christian Dior de los años sesenta (con Marc Bohan a la cabeza) o de la época de John Galliano, uno de los vestidos de la última colección de Alexander McQueen o un vestido negro de Yves Saint Laurent de 1997 que perteneció a Catherine Deneuve.

Una ojeada a los dispares atuendos de los que se acercaron a la subasta ratificaba que la venta interesaba a un público muy amplio: hombres con esmoquin, mujeres con minivestidos, damas con recogidos que desafiaban a la gravedad, turistas con boina o ventiladores portátiles… “No es un simple bolso, es la Mona Lisa de los bolsos”, explicaba Aurélie Vassy, experta en las ventas de accesorios de Sotheby’s unos días antes frente a la vitrina en la que se exponía el primer Birkin. La pieza había viajado hasta Nueva York para ser exhibida allí antes de volver para hacer lo mismo en París. En la capital gala las visitas se han sucedido toda la semana. Cientos de turistas o parisinos se habían parado frente al stand para hacerse una foto con el icono. Porque, como contaba Vassy, el primer Birkin ya se ha elevado mucho más allá de la categoría de complemento.
“Estoy habituada a vender a diario bolsos, pero el Birkin original creo que ya no es un bolso, se ha trasformado en una especie de obra de arte”, añade. Porque ha sido exhibida en el MoMA de Nueva York o en el Victoria & Albert de Londres, pero también porque es la pieza primitiva del que después evolucionaría el que probablemente sea el bolso más famoso de la historia.

Su creación ya es una leyenda de la moda. En 1981 Jane Birkin coincidió en un vuelo de Londres a París con Jean-Louis Dumas, el entonces director artístico de Hermès, cuando todas las cosas que la actriz y cantante llevaba en su cesta se desparramaron por el suelo. Usaba un capazo porque, le contó en ese viaje a Dumas, no encontraba un bolso cómodo y práctico en el que poder meter todo y él bocetó una idea que acabó convirtiéndose en el prototipo del futuro Birkin.

Hay pocas prendas o accesorios que carguen tanto significado cultural como el Birkin de Hermès. Epítome de lujo y símbolo de trabajo artesano, se confecciona totalmente a mano en Francia y es objeto de deseo para miles de personas. Ha aparecido en series, en películas o en las letras de canciones de Beyoncé, Ariana Grande, Kendrick Lamar o Nicki Minaj. Su aura se acrecienta por su escasez y el curioso hecho de que no sea posible entrar a una tienda de Hermès y comprarlo, sino que haya que esperar con mucha paciencia o recurrir al mercado secundario para conseguir uno. Por eso se trata de las pocas piezas de moda cuyo valor no desciende, sino que se revaloriza con los años.

Jane Birkin, fallecida en 2023, tuvo su bolso práctico y funcional, el original subastado hoy, y en 1985 la firma evolucionó aquel prototipo y sacó a la venta el Birkin que hoy conocemos, tras haber pedido permiso a la estrella para bautizarlo con su nombre. El diseño del Birkin subastado en París difiere en ciertos detalles del que luego se convirtió en el modelo de venta: en el de la francesa la correa para colgar es fija y no puede retirarse, el tamaño es ligeramente distinto o las cremalleras fueron hechas por otro fabricante. Pequeñas diferencias a las que se suman todas las huellas del uso que le dio la actriz. Restos de las pegatinas que colocó encima (de UNICEF o Médecins du Monde), cuero envejecido, un pequeño cortaúñas que la intérprete llevaba colgado y, por supuesto, sus iniciales grabadas.

Como tributo a Jane Birkin, la casa fundada por Thierry Hermès en 1837 le obsequió con cinco bolsos de su modelo homónimo a lo largo de la vida de la estrella. Del original se deshizo en 1994, vendiéndolo en una subasta cuyos beneficios fueron destinados a la lucha contra el sida. Entonces lo compró un particular que lo vendió en el año 2000 en la casa de subastas Poulain-Le Fur por una cifra que no trascendió. Aquel año se hizo con él la que ha sido su dueña desde entonces, Catherine Benier, coleccionista y dueña de la tienda de prendas vintage Catherine B en París. “Decidió que quería venderlo el pasado otoño, porque lo exhibimos aquí y desató mucha fascinación. Hemos estado preparando la venta desde entonces”, revela Vassy.
Objeto de tremenda fascinación, hasta ahora el bolso vendido más caro había sido otro Birkin que se subastó por unos 500.000 dólares también en Sotheby’s. Una cifra apabullante, pero muy lejana de los siete millones pagados el jueves. Aquel ejemplar estaba confeccionado en piel de cocodrilo y rematado con diamantes, pero no podía presumir de todo el peso de la historia del original. Quizá por eso otro de los récords de ventas de moda en Sotheby’s era el jersey de ovejas que perteneció a Lady Di y que se vendió por un millón de dólares en 2023.

La venta cumbre de una tendencia al alza
La moda de archivo cada vez interesa más y en la casa de subastas, donde se organizan ventas sobre la materia de manera recurrente, lo saben bien: “No es necesario un nivel alto de conocimiento para apreciar la moda. Todo el mundo sabe algo, todo el mundo se viste a diario”. Frente al arte, que intimida, las piezas de ropa son mucho más asequibles, literal y metafóricamente. Para muchos es por ello la puerta de entrada al adrenalítico universo de las subastas. “Pujar no es simplemente comprar, pujar es competir contra alguien en un teatro con espectadores. Es una batalla simbólica”, añade la experta.
“Sobre el renovado interés por la moda de archivo”, prosigue, “está ligado a que la moda está conectada con la sociedad, con la sociología, con la filosofía. Desde hace solo 10, 20 años, la moda ha llegado a los museos y con mucho éxito. Forma parte de nuestra vida. Es una creación humana que requiere ser conservada y expuesta. Por eso el archivo es relevante y tiene significado para mucha gente”. Piezas con historia y recorrido, aunque será difícil que vuelva a aparecer a la venta otra con tanto significado como el primer Birkin.

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