Celestino Sánchez: un comunista reencarnado en ‘iaioflauta’
‘Celes’ militó contra el franquismo, fue sindicalista, parlamentario y defensor de una vida digna


Celestino Sánchez, Celes para quien lo trató a lo largo de su vida, hablaba en los últimos años de su última reencarnación. Su vida fue larga, llena de militancias y luchas, durante el Franquismo y en lo que ha existido después. El último Celes, a esto que ha existido después, no lo llamaba democracia. Consideraba que la democracia no existía, porque la entendía desde la concepción del Manifiesto Comunista de Karl Marx y Friedrich Engels. Para empezar a hablar de democracia, recordaba Celes, las gentes de esta sociedad deberían tener sus necesidades cubiertas. En una democracia nadie debería pedir permiso para poder existir. Celestino Sánchez, que murió el sábado a los 74 años, insistía en la vida digna que debe poder ser vivida, algo que no se da para el conjunto de la población en lo que hoy se presenta como democracia.
Podemos considerar que a lo largo de su vida siempre tuvo el objetivo de conseguir una sociedad que garantice la vida digna, pero en cada reencarnación lo vivió de una manera diferente. Las reencarnaciones son múltiples: militante contra el franquismo para crear alternativas, sindicalista, dirigente comunista, parlamentario, activista yayoflauta… La última reencarnación pública fue la de yayoflauta y seguramente la que le hizo más popular para las generaciones actuales.
Durante esta etapa llegó a decir: “De lo viejo no saldrá lo nuevo, yo no confío en las organizaciones del pasado para que se pueda regenerar y hacer un proceso de transición democrática, o una revolución democrática, un proceso constituyente, el nombre me da lo mismo… Pero que acabe el pasado y construyamos algo nuevo al servicio de las personas". Antes de decirlo, para prevenir, ya anunciaba que era un tema delicado, hiriente incluso… Dicho por una persona con una larguísima trayectoria en organizaciones políticas y sindicales podía parecer contradictorio, improcedente. Pero, precisamente su larga trayectoria, era de gran interés lo que planteaba.
La última reencarnación pública de Celes no se puede entender sin la movilización social que se concretó en lo que se conoció como 15M en 2011. Movilización que había empezado antes y que continuó durante unos años después. Período de gran efervescencia social, de diferentes concreciones de reivindicaciones en el marco de la crisis económica, social y de la representatividad de los partidos políticos. Fue entonces cuando se inventaron los Yayoflautas y “Celes” fue una figura clave. Surgieron respondiendo a las criticas despectivas que querían presentar a las personas jóvenes activistas como perroflautas. Somos yayoflautas y venimos a apoyar a nuestra gente joven y a toda la que lo necesite, así se presentaron.
Esta reencarnación pudo resultar muy sorprendente para quien lo había conocido en otras de sus vidas. ¿Qué hacía un comunista, que incluso tuvo componentes estalinistas, cosa que reconocía, en las plazas y las acampadas del 15M? Seguramente buscar lo que siempre buscó intentando aprender de errores pasados. Las “travesuras” yayoflautas se hicieron muy populares, tuvieron un gran impacto mediático y social. Ocupaban oficinas bancarias, la sede de la Bolsa, un autobús… Denunciaban los desahucios, el poder económico oligárquico, el aumento de los precios del transporte público… Reivindicaban democracia real al lado de quien se estuviera moviendo.
Celes explicaba el activismo yayoflauta desde la búsqueda de la construcción de democracia, la práctica desobediente no violenta y el pensar qué podían aportar desde su realidad al conjunto de la sociedad. Explicaba que entre las personas integrantes podía haber gente que votara a Convergència o al PP. Pero que cuando se hablaba de los problemas concretos de la gente (de la edad que fuera), estaban de acuerdo que era necesario activarse e impulsar o apoyar diferentes reivindicaciones. El Celes de esta última reencarnación vivió con optimismo las crecientes movilizaciones y pensó en la suma de revoluciones cotidianas que debían llevar a su sociedad a poder satisfacer las necesidades de todas las vidas.
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