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Zahati, la marca alicantina que quiere preservar la artesanía local (y ha conquistado a Blake Lively)

La historia de esta firma de sombreros y bolsos afincada en el pueblo de Gata de Gorgos se remonta más de 135 años en el tiempo. A día de hoy, siguen utilizando maquinaria centenaria y reivindican el relevo generacional para evitar la desaparición de algunas técnicas manuales

Zahati Blake Lively
Elena Muñoz

Corría el año 1890 cuando Francisco Zaragosí Vila comenzó a vender sombreros de palma, uno de los negocios recurrentes en el pueblo alicantino de Gata de Gorgos, donde esta fibra natural crecía de manera autóctona. La localidad, dedicada a la fabricación de sombreros y cestería desde hace siglos, es hoy un enclave artesanal muy próximo a destinos de playa como Jávea o Denia pero lo suficientemente alejado del foco turístico para preservar su autenticidad. Por sus calles no se pasa por casualidad, hay que ir. Y hay quien no duda en dejarse caer por el pueblo para encontrar cestas, sombreros o bolsos confeccionados por mujeres de la zona. Así lo cuenta Sandra Mira, fundadora de la firma Zahati, la reconversión de un negocio familiar que se remonta 135 años atrás.

Tras un tiempo cerrado, Zaragosí (como se llamaba la empresa en sus inicios) ha resurgido con nuevo nombre y adaptado a los nuevos tiempos. Eso sí, el taller y la maquinaria que emplean para realizar sus piezas en Zahati es la misma que adquirió el bisabuelo de Sandra Mira en 1920, cuando el hombre tomó el relevo de su padre (tatarabuelo de la actual fundadora) y se lanzó a la fabricación de sombreros de paja de trigo. “Luego, el negocio lo heredó mi abuelo y continuó con los sombreros de paja de trigo con las mismas máquinas. Él, mi abuelo, continuó hasta más o menos el año 1990. ¿Qué pasa en este año? Ya empiezan a funcionar las importaciones con China. Cuando empiezan las importaciones con China, todo el pueblo de Gata de Gorgos digamos que se queda sin trabajo manual y artesano porque era mucho más barato comprar en China y traerlo al pueblo que fabricarlo, tanto los sombreros como el material”, cuenta por vídeollamada a S Moda. Después de un siglo de negocio, la deslocalización que empezaba a transformar sin remedio la industria de la moda a nivel global redibujó también el tejido económico de la zona. El taller cerró y las máquinas comenzaron a coger polvo. Pasaron los años. Sandra se convirtió en arquitecta y ejerció durante un lustro hasta que en 2015 todo cambió. “En ese año empezó a tener fuerza el negocio de las bodas y la gente comenzó a llevar pamelas. A mis tías les preguntaron desde otras marcas si podrían coser sombreros y ellas dijeron que sí”, relata. Sin embargo, el tiempo había oxidado algo sus conocimientos y ya no recordaban exactamente cómo se cosía este accesorio. Por suerte, en Gata de Gorgos todavía quedaban señoras mayores que habían dedicado su vida a la cestería y los sombreros y pudieron transmitirles sus conocimientos. “Yo pensé, teniendo el taller montado y mis tías con el negocio arrancado, ¿por qué no crear una marca de sombreros básicos o de colores que la gente se pueda poner en su día a día?. Y así empezó Zahati: bocetamos unos sombreros y tuvimos una primera colección, lanzamos una web pero no fue justo hasta después del covid que recibimos las primeras ventas”.

Blake Lively en 'Otro pequeño favor'.

Era finales de 2019 y Sandra Mira no imaginaba todo lo que estaba por venir. ¿Lo último? Que la actriz Blake Lively se encaprichara de una de sus maxipamelas, el modelo Cebra, y la luciera en la película y póster de Otro pequeño favor. Pero, ¿cómo dio la intérprete con esta pequeña firma alicantina? Mira explica que Zahati vende “en una boutique en Capri [allí se rodó la película de Lively] que se llama Fiore, dirgida por Valeria (…). En marzo de 2024 me escribió Valeria un sábado por la mañana, y me dijo ‘no te lo vas a creer, ayer estuvo Blake Lively aquí y ha comprado una de tus maxipamelas, su idea es utilizarla para la película’. Yo pensé que no la iba a usar porque el vestuario ya estaba marcado y no la iban a dejar llevarla. Se quedó ahí la cosa hasta febrero de este año, cuando lanzaron el tráiler y se ve a Blake bajando unas escaleras con la pamela, y me dije ¡ay, que la ha usado!”.

Artesanía a punto de desaparecer

Cada una de las piezas de Zahati salen de su pequeño taller y pasan por las manos expertas de un equipo de ocho mujeres de la zona. “Las señoras del taller llevan cosiendo desde que tienen 14 años. Toda la vida cosiendo. E intentamos enseñar a gente nueva porque obviamente en algún momento vamos a necesitarlo. El problema que hay para enseñar a gente nueva a coser es que esto requiere mucha práctica y a lo mejor necesitas dos meses de aprendizaje y por norma general la gente no quiere dedicarle tanto tiempo a aprender a coser”. Igual que les sucedió a las tías de Sandra, quienes pudieron retomar su oficio gracias a la sabiduría de las costureras más mayores del pueblo, la falta de relevo generacional amenaza muchos procesos de fabricación y debilita la rica artesanía nacional. Mira ilustra la situación con un ejemplo muy revelador: “Nosotros encargamos las bolsas donde guardamos los sombreros en una fábrica de España y ahora mismo nos han dicho que ya no pueden hacer esas bolsas porque nadie sabe coser los cordones, las tenemos que pedir en China. Cuando pierdes toda la práctica y a toda la gente, se va todo”. En la propia marca, hay ciertas técnicas menos convencionales que requieren una formación muy específica. Por ejemplo, uno de sus bolsos incorpora un asa trenzada con médula, una fibra similar al mimbre que debe mojarse para darle forma y es preciso trenzarla de una manera determinada que descubrieron gracias a “una señora mayor del pueblo”. “En YouTube tú te puedes meter a ver cómo se hacen sombreros y asas, pero si no lo ves en directo y observando de verdad cómo se hace no lo vas a aprender”, añade.

Un sombrero de Zahati.

Las nuevas vidas del sombrero

Cunado retomaron el negocio familiar, primero se centraron en los sombreros, su punto fuerte, pero poco a poco fueron ampliando propuestas y ahora los bolsos se han convertido en su producto estrella. “Al final vas aprendiendo de lo que te va pidiendo tu público, la gente nos pedía un sombrero determinado para una boda, entonces para la colección de 2021 ya íbamos un poco más enfocados en ceremonias e incluimos más bolsos. En 2022 sacamos la cartera Abánico y fue un éxito porque el mundo de bodas e invitadas mueve muchísimo y la gente gasta mucho en vestirse para bodas”, razona Sandra. Aparte de vender en España, su principal mercado, el público francés es otro de los más interesados en sus diseños y, entre unos y otros pedidos, destaca algunas diferencias curiosas. Según la experiencia de Sandra Mira, “en Francia son mucho de canotier, es el sombrero básico para ellos. Mientras, en España triunfa el sombrero Cuchi que en este caso sería una especie de pamela que te encajas”.

Dado que todo se realiza de manera artesanal cabe preguntarse cuántas piezas se pueden producir a lo largo de una jornada para cubrir la demanda de las clientas, de las tiendas multimarca en las que venden – “hemos empezado en serio este año, tenemos en Capri, Francia, Alemania, Estados Unidos y en septiembre entramos en Chile”, enumera– y de lo que solicita El Corte Inglés, otro de sus puntos de venta físicos. La respuesta cambia en función del diseño en cuestión, pero Mira estima en “una hora más o menos lo que se tarda en elaborar un sombrero”. Y en cada modelo intervienen varias personas: “Tú coses el sombrero con la paja de trigo, pero luego lo tienes que planchar”. ¿Y qué es planchar un sombrero? “Darle la forma final, dependiendo del tipo de molde que utilices tendrá una forma u otra. Después le cosemos el logo y una cinta interior, eso ha pasado por cinco manos”. Respecto a las tallas, Mira indica que la talla 57 es la más habitual y para facilitar ventas y ahorrar dudas sobre tallaje en las compras online, han optado por poner dentro de cada sombrero una cinta ajustadora.

La fibra natural de paja de trigo es la principal materia prima de Zahati. Perfecta para los meses de calor, el desafío está en introducirla en colecciones de invierno. Precisamente, uno de los planes a corto plazo de la marca es lograr equilibrar ambas temporadas para, más tarde, poder dar el salto a la creación de una tienda física propia (ahora tienen su espacio en Gata de Gorgos). “Intenté introducir las fibras naturales en invierno combinadas con borreguito”, cuenta Mira y explica que aquel primer tanteo “no funcionó”. Sin embargo, el año pasado apostaron por combinar “piel y rejilla y sombreros de charol y la verdad es que ha funcionado muy bien. Este año vamos a repetir con los bolsos de piel, con los sombreros de charol y vamos a hacer también unos sombreros con pelo. Te diría que se venden más sombreros en invierno que en verano, en invierno a la gente como que le da menos vergüenza llevarlo porque tienen frío”. ¿Otra meta en el horizonte? “Realizar bolsos que puedas llevar todos los días, ahora el bolso que hacemos es muy de capricho e invitada. La gente me pide el bolso de todos los días”. Más de 135 años después de que su tatarabuelo se lanzará a vender sombreros, Sandra Mira ha retomado con fuerza el negocio familiar.

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Sobre la firma

Elena Muñoz
Graduada en Periodismo y Comunicación Audiovisual, desde el comienzo de su carrera ha escrito en revistas de moda. Dio sus primeros pasos en Grazia y Glamour. Tras pasar por Hola Fashion, colabora con EL PAÍS en Gente y estilo de vida, SModa y Elle, además de compaginar su trabajo como periodista en proyectos de comunicación con marcas de moda.
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