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Maria Grazia Chiuri, la diseñadora que intentó borrar la mirada masculina de la moda, abandona Dior

Pese a haber multiplicado por cuatro las ventas de la casa, en estos últimos años la italiana ha recibido un aluvión de críticas por diseñar prendas “demasiado comerciales”. Pero en una industria que valora más la ensoñación que la realidad, su visión pragmática y políticamente cargada ha resultado transformadora

Imagen del primer desfile de Chiuri en Dior, en septiembre de 2016.
Leticia García

“Después de nueve años, me marcho de Dior feliz de haber tenido esta oportunidad extraordinaria”, explica Maria Grazia Chiuri en su cuenta de Instagram, en un post en el que agradece a Bernard Arnault, dueño de la firma, y a su hija Delphine, CEO de Dior. Se confirman así los rumores que llevan circulando medio año y que cobraron más relevancia esta semana, dado que la diseñadora italiana realizó el pasado martes un desfile en Roma, su ciudad natal, en el que muchos leyeron una despedida. “Estoy muy agradecida a mi equipo y a los talleres. Su talento me ha permitido desarrollar mi visión de una moda comprometida con las mujeres y dialogar con varias generaciones de mujeres artistas”, prosigue la diseñadora en su post. “Juntos hemos escrito un capítulo importante en la moda”.

Cuando en 2016 Dior anunció vía nota de prensa que Maria Grazia Chiuri sería su nueva directora creativa, puso el foco en que era la primera mujer en ostentar el cargo en los más de setenta años de vida de la casa francesa. Claro que eran otros tiempos, que ahora nos parecen lejanísimos, aunque no haya transcurrido ni una década.

Su primera colección, la de primavera de 2017, fue recibida con los brazos abiertos por la crítica. “No es una predecible reinterpretación edulcorada de los códigos lady de la casa, sino que ofrece perspectiva más refrescante, que incluye tanto lo deportivo como lo delicado. El equilibrio entre ambos da lugar a toda una serie de prendas sencillas, prácticas y fáciles de llevar, pensadas para atraer a una nueva audiencia”, escribía entonces la editora de Vogue Sarah Mower. Chiuri, que había pasado la mitad de su vida trabajando junto a Pierpaolo Piccioli en Valentino (primero a cargo de los accesorios y después como codirectora creativa), sustituía en la casa francesa al mucho más conceptual (y colorista) Raf Simons. Fue una colección casi blanca en su totalidad, que abría con una traje de esgrima y cerraba con aquella camiseta blanca que se volvió viral al llevar impresa la frase de la escritora Chimamanda Ngozi Adichie: “Todos deberíamos ser feministas”.

“El mensaje, realmente, es que no hay un solo tipo de mujer”, comentó la creadora romana tras aquel desfile. Puede parecer una frase banal, pero lo cierto es que muchas grandes casas de moda, y especialmente Christian Dior, habían cultivado un arquetipo femenino concreto durante buena parte del siglo XX: si, por ejemplo, Yves Saint Laurent redundaba en la imagen de la mujer burguesa que corrompía sus buenas costumbres, Christian Dior hizo fortuna con su new look de 1946 que, en plena posguerra, representaba a una mujer ‘flor’ en el sentido tanto literal como figurado del término. Una mujer que se viste profusamente para agradar y para encontrar el amor. Una idea tradicional de la feminidad, de la elegancia e incluso del romanticismo que Chiuri se encargó de romper y redefinir por primera vez. “Vestir a las mujeres de una manera que no les permita moverse y viajar es una especie de tumba”, afirmaba en su última entrevista con este periódico.

Dior presentó su colección Crucero 2023 en Sevilla

Durante sus nueve años al frente, la diseñadora convirtió en realista el archivo de la casa (las faldas corola, las chaquetas bar, los tonos empolvados) porque lo hizo llevable a base de combinarlo con vaqueros y deportivas, de relajar el patrón o de practicar ese acto tan nimio pero tan poco usual como ponerle bolsillos a un vestido o una falda. Y ese fue el problema.

En 2017 Maria Grazia Chiuri en Dior acaparó todos los titulares al apropiarse de la frase de Chimamanda Ngozi Adichie, "We should all be feminist" (todos deberíamos ser feministas).

La llamada ‘mirada masculina’ no solo se aplica al cine o al arte o la literatura. También (y mucho) a la moda, pese a ser un negocio cuya clientela sigue siendo mayoritariamente femenina. Había más diseñadoras famosas en la primera mitad del siglo XX que en la segunda. Y había más directoras creativas hace diez años que ahora. Lo mismo se puede aplicar, por ejemplo, a las fotógrafas del sector, y aquí el concepto de mirada masculina adquiere un tinte peligrosamente literal. Desde su primer año en Dior, y por motivos obvios, Chiuri quiso que sus campañas comerciales las fotografiaran mujeres. También que los escenarios de sus desfiles los realizaran artistas mujeres cuyo trabajo se ha basado en el feminismo: Judy Chicago, el colectivo Claire Fontaine o Elena Bellantoni han sido algunas de ellas. También (porque el feminismo es o debería ser transversal) ha intentado desoccidentalizar la moda (dentro de lo posible en una gran casa de lujo francés) desfilando y trabajando junto a comunidades de artesanas marroquíes o mexicanas, entre otras. Pero sus diseños no eran epatantes ni virales. Y ese es otro de los problemas.

En los últimos años, y especialmente tras el covid, se empezó a criticar que Maria Grazia era una diseñadora demasiado simplista, aburrida para una casa como Dior que antes fue el hogar del gran mito de los aficionados a la moda: John Galliano. Chiuri siempre ha sido una fiel creyente de que la moda debe ser un reflejo de la sociedad, si no de la que acontece sí de la que nos gustaría proyectar, pero la moda siempre (y especialmente en estos años) ha discurrido por cauces ajenos a la realidad femenina: vuelve a importar jugar a la ensoñación, a la pieza imposible que genera titulares aunque no llegue nunca al armario de nadie. Se vuelven a manejar términos añejos como “belleza femenina”, “sofisticación” o “elegancia” para medir cómo deberían vestir las mujeres. No es extrañar que todos los comentarios ofensivos que pueblan las redes desde que comenzaron los rumores de su salida de Dior (hace un año) vengan de hombres aficionados a la moda, que la miran, pero no la consumen. Estas críticas virulentas también las vivió (y también con haters masculinos) Virginie Viard en Chanel, y también por hacer una moda “muy plana”. No las sufrió, o al menos no de forma tan unánime, Sabato de Sarno cuando hizo a Gucci “más comercial”, pese a que la marca redujo en un 23% su facturación.

Imagen de la colección de Alta Costura de Dior de primavera 2023

El grupo LVMH, al que pertenece la marca, no desglosa por firmas, pero según estimaciones de HSBC, entre 2016 y 2023, es decir, durante el liderazgo de Chiuri, Dior ha cuatriplicado su facturación, de los 2.700 a los 9.000 millones de euros en 2023. Sin embargo, su olfato comercial y sus referencias intelectuales, según consideran muchos hombres y mujeres acostumbrados a esperar grandilocuencia este tipo de colecciones “no emocionan”.

Ahora que la industria del lujo está en recesión, y tras nueve años en el cargo, los rumores apuntan a que la italiana cede el testigo a Jonathan Anderson, que en abril fue nombrado director creativo de la línea masculina de Dior. Anderson, rey Midas de Loewe, es un diseñador con un talento innegable para hacer dialogar lo viral y lo comercial. Con este movimiento, por un lado, LVMH pretende repetir la gesta que el Anderson realizó en la firma de origen español y, por el otro, sigue la misma dinámica que otros han seguido en este año de nombramientos: buscar diseñadores estéticamente disruptivos para volver a generar expectación en un consumidor fatigado. El problema es que, salvo muy pocas excepciones, todos vuelven a ser hombres.

Salvando las distancias, el pragmatismo, el realismo y la inclusión suelen ser comunes entre las diseñadoras mujeres como Phoebe Philo, Sarah Burton o la propia Chiuri. Será porque al ser mujeres saben cómo se vive en la ropa que diseñan, o porque, conscientes o no, borran la mirada masculina de la ropa femenina. Pero si en las grandes pasarelas el pragmatismo nunca fue muy bien valorado, ahora que todo parece retroceder (también la moda) menos aún. Puede que su lujo funcional y esos escenarios que invitaban a imbuirse en la teoría feminista no emocionaran, pero Maria Grazia Chiuri no solo ha sido la primera mujer en dirigir una gran casa de moda, sino también la primera en cuestionar desde dentro para quién se diseña y con qué propósito.

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Sobre la firma

Leticia García
Redactora jefa de moda de S Moda. Es licenciada en filosofía por la Universidad Complutense de Madrid y ha sido investigadora en el Fashion Institute of Technology de Nueva York.
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