Pierpaolo Piccioli toma el relevo de Demna en Balenciaga
Con este giro, la marca parece buscar un discurso más literal y afín con la herencia de su fundador tras casi 25 años de experimentación. El movimiento confirma, además, que Kering apuesta por talentos conocidos para sortear la crisis actual del lujo


La primera foto que Pierpaolo Piccioli tiene en un su Instagram, de 2018, es un famoso vestido nupcial de Cristóbal Balenciaga que se exhibió en la exposición del MET dedicada a las intersecciones entre moda y religión. Como si fuera una profecía autocumplida, el diseñador ha sido nombrado director creativo de la firma propiedad del grupo Kering. Un nombramiento que pocos esperaban pues, desde que abandonara su puesto en Valentino en marzo de 2024, la rumorología lo situaba en una marca italiana. “No soy muy fan de la idea de predestinación, pero mientras estaba haciendo scroll en mi perfil me di cuenta de que mi primera foto era un vestido de novia de Balenciaga”, explica Piccioli en el comunicado oficial de su nombramiento, concebido como una carta del diseñador en primera persona.
En la recesión que está sufriendo el sector del lujo desde hace poco más de un año, Kering (Gucci, Balenciaga, Alexander McQueen, Bottega Veneta...) está siendo el holding peor parado. El pasado mes, confirmó una reducción de sus ventas del 14% respecto al primer trimestre de 2024. La solución para remontar la situación no está, al parecer, en contratar a nuevos creadores para insuflar aire fresco a sus marcas históricas, sino en cambiar de sitio a los que ya tiene nómina, con la excepción de Louise Trotter, que sustituyó a Matthie Blazy en Bottega Veneta cuando este se marchó a Chanel el año pasado.
La historia, enrevesada, es la siguiente: Kering compró un 30% de Valentino a la empresa qatarí Mayhoola en verano de 2023, un acuerdo que permite ir adquiriendo participaciones en los próximos cinco años hasta hacerse con la firma roma al completo. Meses después, en marzo de 2024, Pierpaolo Piccioli dejaba la dirección creativa de la casa, un cargo que ostentaba nada menos que desde 2008 (primero junto a Maria Grazia Chiuri y desde 2016 él solo). Semanas más tarde, en un sorprendente giro de los acontecimientos, Alessandro Michele le sustituía en Valentino. Michele, quien fuera el rey Midas del buque insignia de Kering, Gucci, salió de la casa en 2022 tras dejar de facturar las cifras astronómicas que lograba antes de la pandemia. Desde aquel momento, y hasta febrero de este año, el liderazgo de Gucci estuvo en manos de quien fuera la mano derecha de Pierpaolo Piccioli en Valentino: Sabato de Sarno. Él fue la apuesta de Kering para crear un Gucci más clásico, en consonancia con las nuevas tendencias del lujo, pero dicha propuesta no enganchó a los consumidores y la facturación de la firma cayó en picado. Así que el pasado marzo Francesca Belletini, directora de moda de Kering, y François Pinault, su dueño, nombraron a Demna director creativo de Gucci para reflotar sus ventas a golpe de diseños disruptivos, como ya hizo, salvando las distancias, Michele en su día y el georgiano en Balenciaga desde 2017. Ahora le sustituye Pierpaolo y todo, extrañamente, queda en casa. Después de idas y venidas de una marca a otra en estos últimos dos años.
Si en Kering se han dado cuenta de que en Gucci necesitan diseños disruptivos para reavivar el consumo (aunque Demna no tiene por qué repetir lo que ha hecho en su anterior cargo, por supuesto), también parecen querer que Balenciaga vuelva al clasicismo de su fundador. Desde 2001, es decir, desde que está en manos del holding, la palabra clásico no ha sido atribuible la marca: ni con Nicolas Ghesquière, ni con Alexander Wang, ni por supuesto con Demna. Eso, obviamente, no quiere decir que el georgiano no observara con atención el legado del maestro vasco. Basta con mirar con detenimiento, de hecho, su línea de alta costura, cuya experimentación con la silueta y los materiales se asemeja mucho, salvando las distancias temporales, con la forma en la que Cristóbal se aproximaba al diseño. De hecho, el propio Piccioli lo relata en la carta que hace las veces de comunicado: “quiero agradecer sobre todo a Demna, porque siempre he admirado su visión. Ha rendido homenaje a Critóbal de una forma muy propia, con su punto de vista personal pero manteniendo la identidad de la casa viva”.
Piccioli nunca ha ocultado su admiración por Cristóbal Balenciaga y otros grandes couturiers del siglo XX. Él mismo es couturier en un panorama en el que alta costura, por razones obvias, ya no tiene la relevancia de antaño. Las colecciones de costura que el italiano ha realizado Valentino han sido de las más celebradas del sector. Muchas, obviamente, contenían guiños sutiles al creador vasco. Diseñador de taller, siempre salía a saludar tras estos desfiles acompañado de las decenas de costureras que confeccionaban a mano sus ideas. Y aunque en Valentino supo despojar a este exclusivo ámbito de los típicos delirios creativos superfluos y aproximarlo a una estética más cotidiana (creaba camisas blancas y hasta pantalones vaqueros de alta costura) lo cierto es que en el imaginario del público su trabajo está asociado al clasicismo y las prendas oníricas.
Demna también llegó a hacer vaqueros de alta costura, pero su paso por Balenciaga, pese a ser uno de los más influyentes de la moda reciente (tanto en la pasarela como en la forma de vestir de la calle) siempre ha generado opiniones encontradas, especialmente entre aquellos que consideran que Balenciaga, más allá de las innovaciones que introdujo su fundador respecto al cuerpo, la silueta o los materiales, debe ser una firma de vestidos y prendas clásicas, con un diseñador al frente de bata blanca y dedal. Su versión contemporánea es Pierpaolo Piccioli.
Curiosamente, el anuncio de su nombramiento se produce cuando Demna aún no ha dejado el cargo, algo muy poco habitual en este sector. El último desfile del georgiano será el próximo 9 de julio, dentro de la semana parisina de la alta costura. En octubre debutará Piccioli mientras Demna lo hará en Gucci. Queda claro que, en tiempos de incertidumbre, Kering apuesta por los nombres conocidos para reescribir su futuro.
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