Karolina Spakowski, modelo: “Me gusta competir, creo que es una buena fuerza motriz, pero intento no caer en la toxicidad”
En poco más de tres años se ha convertido en una de las imprescindibles sobre las mejores pasarelas. Su capacidad camaleónica frente a la cámara y su belleza indiscutible han hecho de ella la nueva embajadora de Givenchy Beauty


“Me has pillado comprando desde el móvil”, dice con una sonrisa la modelo Karolina Spakowski (22 años), mientras la preparan para la siguiente fotografía de esta producción. “Intento ser sensata con el dinero, aunque cuando has crecido con poco quieres todo lo que nunca tuviste de niña. Me doy caprichos, pero también pienso en el futuro y tengo buenos asesores”. Nació en Kazajistán, pero sus padres migraron a Alemania cuando ella era aún un bebé. Con 15 años su impresionante altura y su no menos hipnotizante mirada hicieron que sus amigos la llevaran a rastras a una agencia. Allí quisieron ficharla enseguida, pero fue ella la que prefirió esperar a terminar sus estudios. “No creo que fuera por madurez. Quería acabar el instituto porque no me sentía preparada”.
La industria no tuvo reparos en esperar a que cumpliera la mayoría de edad y en ofrecerle entonces un debut de altura, en un desfile de Valentino del que solo recuerda cómo se concentró en no caerse. Esa misma temporada, primavera-verano 2023, ya protagonizó varias campañas (para Givenchy, Max Mara y Versace) y desde entonces sus facciones camaleónicas han aparecido en portadas o marquesinas de todo el mundo. Ahora acaba de firmar lo que supone un espaldarazo para la carrera de cualquier modelo, una campaña de belleza como embajadora de Givenchy. “Me gusta que lo primero que me pidieron fue que abrazara mi propia personalidad. Por ejemplo, tengo esta pequeña marca de nacimiento”, apunta señalándose el mentón, “y me dijeron que no querían cubrirla porque es parte de mí. Es muy agradable trabajar con ellos porque siempre me están cuidando, es como una familia”.
Quizá como herencia de los 15 años que pasó en un conjunto de gimnasia rítmica, le gusta el trabajo en equipo y la competición: “Diría que me gusta competir, creo que es una buena fuerza motriz, pero intento no caer en la toxicidad. Evito los celos o sentirme mal conmigo misma”. Su trabajo en ocasiones implica fabricarse una coraza para hacer frente al aluvión de opiniones sobre el físico. “En esta profesión recibes mucho rechazo, así que tienes que ser mentalmente fuerte. Pero no te importa tanto cuando sabes que tú lo has dado todo”. Spakowski escribe cuando se siente abrumada por las emociones, busca disfrutar de cada momento y encuentra cómo desconectar entre viajes, sesiones y pruebas, explica, “en el avión o en el hotel, intento hacer mi rutina y así no me siento sobrepasada”. ¿Cuándo supo que esto podía ser una carrera a largo plazo? “¡Nunca! No pienso mucho en el mañana. Si se olvidan de mí ya encontraré algo nuevo y me llevaré todas estas bonitas historias para contárselas a mis hijos”, dice, aunque todas las señales apuntan a que su rostro llegó para quedarse.







Créditos
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
