Consejos para viajar con perro en verano: ni todo es ‘pet friendly’, ni todos disfrutan de la playa
Requiere planificación, pero también tener en cuenta algunas medidas de prevención ante problemas de salud, en los medios de transporte, con la comida o con sorpresas en el alojamiento


Paloma Serrano es psicóloga y madre de dos hijos. Vive en la sierra de Madrid junto a ellos, su pareja y sus perros: Mil, un perro grande y lanudo —desconocen la mezcla— de unos 40 kilos, al que adoptaron con dos meses hace cinco años, y el recién llegado Tommy, una mezcla de teckel de la misma edad. El primero fue abandonado en la basura con sus hermanos; el segundo, llegó a su casa con signos claros de maltrato: herida en la nariz, mandíbula torcida y mucho miedo. “Con Mil, como llevamos más tiempo juntos, hemos viajado bastante. Es muy apegado a nosotros, siempre necesita estar cerca, y cuando viajamos en nuestra furgoneta, se acomoda entre los asientos delanteros y traseros, muy tranquilo”, cuenta Serrano. A Mil le encanta la naturaleza y disfrutar de rutas con su familia, sobre todo en la montaña. Con Tommy han viajado menos, por el tiempo que lleva con ellos, y aunque viajar con perros ha sido parte de su estilo de vida, ahora, con los niños creciendo y queriendo hacer planes como surf o visitas urbanas, las vacaciones se complican algo más. Pero intentan siempre buscar destinos donde todos puedan disfrutar.
Según Alicia Torrano, veterinaria y educadora canina en El perro limón, lo primero que debe tenerse en cuenta a la hora de planificar las vacaciones en verano es que hay razas que toleran peor las actividades al aire libre en verano. Destaca razas como el bulldog inglés, bulldog francés y carlinos por su anatomía. “Sabemos que los perros regulan la temperatura principalmente a través del jadeo, y estas razas tienen mucha más dificultad por su estructura facial”, explica. Los hocicos muy cortos y las vías respiratorias muy estrechas son algunas de sus características, por lo que en estas razas recomienda extremar mucho las precauciones.
Las razas de perros grandes, muy grandes, que tienen un pelo muy denso —preparados para soportar temperaturas en climas muy fríos— también pueden tolerar peor las altas temperaturas. Pone de ejemplo razas como terranovas, huskies y chow-chows. También considera que hay que tener en cuenta que los perros que tienen sobrepeso o patologías conocidas, como alguna patología a nivel respiratorio, pueden estar más predispuestos a mayores riesgos de sufrir un golpe de calor.
El alojamiento cuando se va a viajar fuera unos días también es un punto esencial a tener en cuenta. Nei Fuentes, divulgadora y educadora canina en El perro negro, advierte de que deben buscarse alojamientos que sean verdaderamente adaptados para mascotas, más allá de la etiqueta. “El concepto pet friendly se ha puesto muy de moda para atraer a clientes, pero detrás de estas palabras no siempre es oro todo lo que reluce”, aclara. Recomienda asegurarse previamente de que el perro puede acompañarnos a todas o a la mayoría de estancias, ya que algunos alojamientos solo permiten perros en terrazas o habitaciones separadas, e incluso en refugios de montaña a veces deben dormir fuera. Además, si se piensa dejar al perro solo en la habitación, es importante confirmar si está permitido. “Lo más recomendable es llamar previamente al alojamiento para resolver dudas”, señala.

Y es que, según la educadora canina uno de los errores más comunes al elegir un destino vacacional es no tener en cuenta si el perro también va a poder disfrutar del lugar. No todos los destinos turísticos son adecuados para todos las mascotas, por lo que es fundamental considerar su carácter y preferencias: si disfruta del agua, prefiere la montaña, le gustan las caminatas largas o más bien descansar en un lugar tranquilo. También es clave, para Fuentes, revisar el clima del destino y valorar si será cómodo para el animal. “Elegir pensando en su bienestar garantiza unas vacaciones agradables para toda la familia. A veces, incluso puede ser mejor dejarlo en una buena residencia si el destino no es adecuado para él”, dice.
Lo que no puede faltar en su maleta
También es importante tener en cuenta los aspectos legales y prácticos. Fuentes recuerda que, para viajar con un perro dentro de España, es obligatorio que el animal lleve microchip actualizado —por ley y como medida de seguridad en caso de pérdida—. También se recomienda llevar la cartilla veterinaria y añadir una chapa identificativa, preferiblemente de silicona para evitar el ruido. Además, conviene tener la vacuna contra la rabia en vigor y un seguro de responsabilidad civil. Si el perro fue adoptado en la Unión Europea, es bueno llevar el pasaporte para mascotas; si proviene de fuera, se necesita un certificado sanitario.
También es recomendable llevar la cartilla de vacunación por si se requiere en algún momento. Si se viaja al extranjero, es obligatorio contar con su pasaporte actualizado y sellado por un veterinario, además de tener la vacuna de la rabia al día, administrada al menos 21 días antes del viaje. Eso sí, hay que tener en cuenta que algunos países pueden exigir vacunas o tratamientos adicionales, como Finlandia, Malta, Irlanda y Noruega: desparasitación contra la tenia entre 24 y 120 horas antes de la llegada. La experta recomienda consultar siempre los requisitos específicos del país, pero también que se valore contratar un seguro de viaje para el animal, ya que una urgencia veterinaria en el extranjero puede suponer un agujero importante en el presupuesto.
La maleta del can también se suma a la del resto de la familia. Según la veterinaria Alicia Torrano no puede en ella faltar comederos y bebederos portátiles, su comida (adaptada al tipo de alimentación y condiciones del viaje), la cama o al menos una manta o toalla que le resulte familiar, bolsas para recoger excrementos, arnés y correa cómodos, algún objeto que le ayude a gestionar el entorno, medicación (si toma alguna) y un botiquín básico. También cree que es útil tener nociones de primeros auxilios. “Es importante conocer bien el estado de salud del perro antes de viajar, especialmente si tiene alguna patología o toma medicación. Hay que adaptar los planes según su bienestar, asegurarse de que las rutas o actividades previstas sean adecuadas y prever tiempos de descanso si es necesario”, cuenta. Además, aconseja saber qué veterinarios hay cerca del destino por si surge una urgencia.
Evitar estrés y problemas de salud
Un viaje supone alejar al animal de su entorno conocido y de sus rutinas, lo que puede generar inseguridad y que sea necesario un periodo de adaptación que dependerá de cada perro: un día, horas o pocos minutos. Los trayectos largos en coche, tren o avión también pueden generar mucha incertidumbre. Nei Fuentes recuerda que necesitan nuestra presencia para sentirse seguros, por eso se desaconseja medios de transporte donde no puedan estar cerca de sus cuidadores.
Si se viaja en coche o furgoneta, conviene planificar bien el trayecto y haber habituado previamente al perro al vehículo. “Cada perro tiene un nivel de tolerancia distinto: acostumbrarlo al transportín como un espacio seguro y propio, trabajado con antelación y paciencia en casa, puede facilitar mucho el viaje y reducir el impacto emocional, siempre que pueda mantenerse cerca de su persona de referencia”.
En cuanto a la alimentación, en la medida de lo posible, lo mejor para Fuentes es mantener la dieta habitual, para no añadir estrés a su sistema digestivo. “Ya vamos a añadir subidas de estrés variando su rutina con los trayectos, modificando su zona de confort... Si podemos mantener la alimentación”, explica. En el caso de que siga una dieta natural, ya sea BARF o cocinada, recomienda darles comida natural deshidratada, que se conserva sin necesidad de frío y solo necesita agua. “Es algo bastante desconocido, pero en mis escapadas en furgo nos salva la vida a Enya y a mí. Además, a ella le encanta”, añade.
El perro y el mar
¿Se puede acceder a la playa con un perro? Es una pregunta habitual entre quienes viajan con su compañero de cuatro patas en verano. Según Alicia Torrano no existe una normativa general: depende de cada comunidad autónoma y municipio, así que lo mejor es consultar directamente con el ayuntamiento del lugar al que se va a viajar. “Puede haber playas donde esté prohibido, otras donde se permita solo en ciertos horarios (especialmente en verano), algunas que exigen correa, y otras habilitadas específicamente para perros”, sostiene.
La veterinaria advierte de que los riesgos más comunes para los perros en la playa son ingerir agua salada o arena, quemaduras en las almohadillas por el calor de la arena y golpes de calor. También menciona las medusas u otros animales marinos, especialmente si el perro es curioso. ¿Y la protección solar es necesaria? “Es fundamental que siempre tengan sombra disponible con agua fresquita para que tengan buena hidratación”, advierte Torrano. “También está bien que el animal se quede fresquito en el alojamiento, que descanse, que esté tranquilo y nosotros que podamos disfrutar también de esas horas de más”, dice.
Si el perro acude a la playa y disfruta del agua, ya se estará refrescando de forma natural, lo que reduce el riesgo de golpe de calor o de quemaduras en las almohadillas. Pero si el agua no le gusta, el chaleco y la alfombra refrescante pueden ser muy útiles. También se le puede mojar para bajar la temperatura, pero recuerda la experta que debe hacerse asegurando que el agua penetre hasta la piel, y nunca forzar si el perro tiene miedo, ya que eso solo genera más estrés y malestar. “La idea es que todos disfrutemos de la playa, incluidos nuestros compañeros peludos, y que primemos la seguridad”, concluye.
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