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Guillermo Antiñolo, ginecólogo y genetista: “Muchas mujeres ni siquiera se plantean una terapia hormonal y envejecen críticamente”

El investigador publica ‘La revolución del genoma femenino’, una obra que reclama que la salud de la mujer se aborde desde su singularidad biológica

El genetista Guillermo Antiñolo, en la sede del Instituto de Biomedicina de Sevilla (IBIS), durante una entrevista antes de su enfermedad el pasado año.
Raúl Limón

Ha visto la cara a la muerte en tres ocasiones en los últimos meses, dos de los cuales los ha pasado en la UCI de uno de los centros donde trabaja como jefe de Medicina Materno-Fetal, Genética y Reproducción, el hospital Virgen del Rocío de Sevilla. “Los médicos le pidieron a mi esposa que buscara tanatorio”, recuerda ahora. Entró para tratarse de cáncer en vejiga y próstata, diagnosticado el pasado agosto, pero posteriores complicaciones le han llevado al límite de la vida. Es la reciente experiencia del genetista granadino Guillermo Antiñolo, que este año ha cumplido 68 años o tres veces uno, teniendo en cuenta que cada recuperación ha sido un renacer.

Este catedrático de Obstetricia y Ginecología de la Universidad de Sevilla resurge ahora con las fuerzas que le permite su convalecencia, con sentido del humor y con un compromiso claro: “Sé que estoy vivo, pero lo que quiero es vivir”. Y en esta ambición se incluye la divulgación de su última obra La revolución del genoma femenino (Planeta, 2025), un trabajo en el que advierte de cómo la interrupción de la generación de estrógenos, un aspecto crucial para la mitad de la población, desencadena efectos cognitivos (memoria y concentración), en la salud mental (depresión), sexual, ósea y muscular, en la piel, en el metabolismo y en el sistema cardiovascular, la principal causa de muerte en las mujeres. Para el investigador, tenerlo en cuenta en la política sanitaria preventiva, en los diagnósticos, en los tratamientos y en la investigación permitiría un ahorro de los costes de la atención, facilitaría terapias más precisas y eficaces e incluso favorecería las relaciones personales, ya que, como dice Antiñolo a partir de una de sus canciones favoritas, Conocerte es amarte (To Know You Is To Love You, compuesta por Stevie Wonder y Syreeta Wright y versionada por B. B. King, entre otros).

P. ¿Cómo se encuentra?

R. No pensamos bajo ningún concepto que pudiera salir vivo. Todavía me quedan tres meses para recuperarme de estar metido en la UCI sin moverme y de todo tipo de cosas que hicieron para salvarme el pellejo. He salido vivo, pero doy mucho valor al concepto de vivir, a la calidad de vida, para reincorporarme al máximo nivel. Esto da mucha guerra y todos los días tengo que hacer un esfuerzo muy notable para moverme. Una cosa tan placentera y divertida como ducharse es una agonía. Pero sin lamentos, porque no me sirve de mucho. Me encuentro animado, con ganas de pelear. Ya que he llegado hasta aquí, no me voy a rendir ahora.

P. ¿Qué es La revolución del genoma femenino que da título a su libro?

R. El libro ofrece muchas claves sobre la salud de la mujer y propuestas de aspectos que habría que cambiar. No lo puedo hacer yo ni lo pretendo, pero sí impulsarlo. Aborda cuestiones que nos afectan a todos y a la vida cotidiana durante mucho tiempo.

P. ¿Cómo surge?

R. Tiene mucho que ver con mi forma de pensar sobre el concepto de fertilidad, que es la idea central del libro. La fertilidad no es solo tener hijos, sino el funcionamiento ovárico normal y, por tanto, la generación de estrógenos. Cuando se interrumpe, las mujeres cambian de salud y envejecen a doble velocidad que los hombres. Los estrógenos manejan el área cognitiva o la de corazón y también la forma de enfermar. Durante mi estancia en la UCI, una compañera acudió al hospital con dolor torácico. La mandaron a casa con un analgésico y no le hicieron pruebas. Después volvió y se quedó en la UCI por un espasmo coronario. Si indagas un poco, encuentras muchos casos así y ¡qué casualidad que casi todos son de mujeres!

La fertilidad no es solo tener hijos. Los estrógenos manejan el área cognitiva o la de corazón y también la forma de enfermar

P. ¿Y las terapias hormonales sustitutivas?

R. Muchos profesionales sanitarios perdieron por completo de vista la importancia de estas y de otras desde el año 2004 y no han cambiado ni han abierto un libro ni han leído un artículo de investigación desde entonces, cuando se publicó un estudio que relacionaba la terapia hormonal sustitutiva con un aumento de casos de cáncer de mama y con cuadros de trombosis y circulatorios graves. Con el tiempo se ha visto que ese estudio tenía varios sesgos y, además, hace ya muchos años que utilizamos otros tratamientos que no son aquellos, comprobamos los riesgos y se administran con cuidado. Todavía queda mucha leyenda urbana sobre eso y muchas mujeres ni siquiera se lo plantean y envejecen críticamente, con cambios de ánimo, pérdidas de memoria, colesterol, ictus y otras enfermedades cardiovasculares.

P. ¿La mujer vive más, pero peor?

R. Cuando aplicas el filtro de la edad y del sexo en las investigaciones, los hombres mantienen una línea estable mientras que las mujeres hacen dos curvas: una por debajo de los 55 y otra por encima. En términos de comorbilidad [coexistencia de dos o más enfermedades] y de problemas como la diabetes, hipertensión o de corazón es muy llamativo. Todo está relacionado con la pérdida de la producción de estrógenos. La gente tiene interiorizado que es normal, un proceso que ocurre con la edad. Pero no es normal, se puede tratar y mejorar con terapia hormonal sustitutiva u otras adecuadas al género y a la edad. La menopausia, en el fondo, es un problema de salud global que afecta a la mitad de la población, pero hasta la educación de los estudiantes de medicina es profundamente androcéntrica y algunos conceptos de fisiología y de salud en el hombre se han llevado a la mujer sin pasar por la casilla de salida y sin tener en cuenta que la mujer padece más problemas relacionados con el envejecimiento que los hombres. Son eventos perfectamente evitables.

Algunos conceptos de fisiología y de salud en el hombre se han llevado a la mujer sin pasar por la casilla de salida

P. ¿Los efectos de la menopausia son tratables?

R. Muchas mujeres dicen que no han sentido sus efectos, pero, si rascas un poquito, te das cuenta de que efectivamente sí los han sentido. Muchas intentan normalizar esa situación y muchos profesionales llegan y dicen: nada, eso es normal. Sin embargo, las nuevas medicinas pueden afrontar el problema y, con datos y el uso de inteligencia artificial, podemos anticipar muchos modelos de diagnóstico temprano y de tratamiento. Pero, sobre todo, tiene que haber una conciencia de que las mujeres tienen una salud diferente a la de los hombres y, por tanto, sus problemas hay que abordarlos desde su posición.

P. ¿Cómo?

R. Primero, desde el punto de vista de los sistemas de salud, empezar a trasladar el concepto. Tienen que verlo, hace falta un consenso de que esto hace falta. Pero también hay que cambiar la educación de las pacientes y de los médicos… hay cambiar muchas cosas, y no es simple. Hay que interiorizar todo y resolverlo de otra manera. Tenemos que convencer a la mujer para que, cuando empiece a sentir los síntomas de la falta de estrógeno, acuda al médico en busca de soluciones. Hay que convencer al paciente de que es paciente. Ellas tienen que reclamar una atención específica dentro del sistema. También hay que elaborar guías que contemplen el papel de la mujer, que puede tener una respuesta a los medicamentos perfectamente diferente que el hombre. La remodelación cardíaca [respuesta progresiva del corazón al daño] detrás de un infarto es completamente diferente en hombres y mujeres, el ictus es muy diferente en hombres y mujeres, que tienen muchas más secuelas… Estas son las más aparentes o las más llamativas en términos salud, pero está todo lo demás: cambios en la piel, en el área cognitiva, ansiedad, sofocos… Se pueden tratar y es seguro.

Todo está relacionado con la pérdida de la producción de estrógenos. La gente tiene interiorizado que es normal, un proceso que ocurre con la edad. Pero no es normal y se puede tratar

P. ¿Hay un tratamiento estándar?

R. El tratamiento es relativamente estándar en términos de los productos que se usan, de los medicamentos, pero tiene que estar personalizado para cada mujer. Hay mujeres a las que un tratamiento, digamos más estándar, no le va a funcionar o genera riesgos para su salud. En este caso hay que cambiarlo por otro o abordar los síntomas, pero todo esto es un camino muy largo porque la investigación en mujeres prácticamente no existe porque no se considera un problema de salud.

P. ¿La pérdida de testosterona en hombres tiene efectos similares a la pérdida de estrógenos en mujeres?

R. En los hombres no se produce una pérdida total de la función de la testosterona. Nosotros no tenemos ciclo, no tenemos una producción hormonal que nos mantenga más o menos todo el sistema como la tienen las mujeres. El papel de la testosterona y el de los estrógenos es completamente diferente. No tiene que ver, por ejemplo, con la función cognitiva. La andropausia no tiene un impacto crítico muy relevante en términos generales, salvo en situaciones clínicas muy concretas. Sin embargo, los estrógenos sí que soportan digamos el metabolismo y la biología femenina.

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Sobre la firma

Raúl Limón
Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense, máster en Periodismo Digital por la Universidad Autónoma de Madrid y con formación en EEUU, es redactor de la sección de Ciencia. Colabora en televisión, ha escrito dos libros (uno de ellos Premio Lorca) y fue distinguido con el galardón a la Difusión en la Era Digital.
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