El ayuno intermitente tiene beneficios similares a los de las dietas clásicas basadas en comer menos

La humanidad vive una transformación física sin precedentes. Desde 1990, la obesidad se ha duplicado con creces en los adultos y se ha cuadruplicado en los adolescentes, según los datos de la Organización Mundial de la Salud. Una de cada ocho personas en el mundo es obesa. Y casi la mitad de los ciudadanos tienen sobrepeso, por culpa del sedentarismo y la comida basura. El director general de la institución, el biólogo etíope Tedros Ghebreyesus, hizo hace tres meses un llamamiento a perder peso, para reducir el riesgo de cáncer y enfermedades cardiovasculares, haciendo deporte y adoptando una dieta sana, sin alcohol ni bebidas azucaradas. Un análisis de un centenar de estudios médicos bendice ahora una estrategia que cada vez es más popular: el ayuno intermitente.

Hay muchas maneras de restringir la alimentación, pero el nuevo trabajo se centra en tres tipos: comer un día sí y otro no, hacer dos días seguidos de ayuno cada semana o prescindir de alguna comida cada día, para acumular, por ejemplo, 16 horas sin ingerir alimento. El análisis, que incluye a más de 6.500 personas, sugiere que los tres tipos de ayuno intermitente ofrecen “beneficios similares” a los de las dietas clásicas que se limitan a comer menos cantidad. Los autores subrayan los efectos parecidos tanto en la pérdida de peso como en la reducción de los principales factores de riesgo cardiometabólico, como la tensión arterial y los niveles de glucosa en sangre. El trabajo se publica este jueves en la revista médica The BMJ.

El ayuno un día sí y otro no es la única práctica que logra una mayor reducción de peso que las dietas clásicas de simplemente comer menos cantidad: alrededor de 1,3 kilos más de adelgazamiento a las 12 semanas. Esta estrategia consigue además bajar más el colesterol malo, comparada con la opción de saltarse alguna comida. Estudios previos ya han mostrado que el ayuno en días alternos ayuda a perder hasta 6 kilos en 12 semanas.

El médico Jordi Salas Salvadó, uno de los coautores del estudio, subraya que no hace falta seguir ninguno de estos métodos si ya se tiene un peso adecuado. “Y estos resultados tampoco quieren decir que todas las personas que tengan obesidad se tienen que poner a hacer ayuno intermitente. Es una estrategia más a considerar, especialmente en aquellas personas que se cansan de las dietas clásicas. El profesional puede recomendar el ayuno intermitente sin problemas”, apunta Salas Salvadó, catedrático de Nutrición de la Universidad Rovira i Virgili, en Reus (Tarragona). “Yo tengo un peso normal y nunca he hecho ayuno intermitente. Un día puedo cenar un yogur y una fruta, pero porque no me apetece nada más, como todo el mundo”, recalca.

La pérdida de peso reduce el riesgo de sufrir problemas crónicos, como la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardiovasculares, según destacan los autores, encabezados por el nutricionista John Sievenpiper, de la Universidad de Toronto (Canadá). El análisis revisa de manera exhaustiva un centenar de estudios realizados en 24 países, incluidos España, México y Estados Unidos. Los resultados tienen varias limitaciones, como la heterogeneidad de los participantes, que dificulta las comparaciones. El tiempo de seguimiento, unas 12 semanas en promedio, también es escaso, así que los autores reconocen que se necesitan ensayos clínicos de mayor duración para respaldar sus conclusiones.

“Ya sabíamos que las dietas tradicionales de restricción de las calorías funcionan tanto a corto como a largo plazo. Ahora también sabemos que el ayuno intermitente funciona, por lo menos a corto plazo. Es una estrategia más”, resume Salas Salvadó.