La IA como asesora sentimental: “Me ha dado las palabras correctas, al punto de emocionarme hasta las lágrimas”
Desde mensajes para “romper el hielo” hasta simular un romance: un estudio revela que cada vez más personas, sobre todo entre la generación Z, usa la inteligencia artificial en su vida amorosa


Carolina lleva saliendo unas semanas con un chico al que le presentaron en una fiesta. Después de la última cita, piensa que él no dará el próximo paso. Traslada su debate interno a una conversación con ChatGPT. Le pone en contexto, pide consejos y le ordena que redacte un mensaje para enviarle donde exprese su preocupación, en un tono “ni muy romántico ni muy frío”. Cada vez más personas, sobre todo entre la generación Z, utilizan la inteligencia artificial como asesora sentimental.
El estudio Singles in America, publicado en junio, revela que el número de solteros que utiliza esta tecnología para mejorar su vida afectiva aumentó un 333% en comparación con 2024. Además, el 23% de los 5.000 encuestados confesó haber usado la IA para tener un mejor desempeño en sus relaciones.
“Todos necesitamos comunicar lo que sentimos. El hecho de decirle algo a una IA es hacerlo desde un lugar seguro. No te juzgará y te dará una visión más neutral y abierta de lo que le cuentes”, dice Carolina, de 27 años. La investigación, realizada desde hace 14 años en Estados Unidos por Match Group ―una empresa de tecnología que opera los servicios citas en línea más populares, como Meetic o Hinge― y el Instituto Kinsey, analizó el uso de inteligencia artificial para redactar mensajes, ensayar conversaciones, construir perfiles en aplicaciones como Tinder o editar imágenes. Eso sí, Carolina deja claro que, aunque puede apoyarse en los consejos que le lanza el chatbot, es ella quien toma la decisión final sobre qué hacer con sus pretendientes.
Solo el 7% de los entrevistados pidió ayuda a la IA para rechazar una segunda cita o terminar una relación; el porcentaje sube al 16% si se considera únicamente a los miembros de la generación Z (entre 18 y 27 años).“Pasamos un tiempo sin hablarnos con este chico. Un día me dieron ganas de escribirle y le pregunté a ChatGPT qué le diría en esa situación. Me respondió: ‘En vista de que, por lo que me contaste, no te respondió esa vez, entonces no deberías hablarle’. Te plantea las cosas crudas”, relata Carolina, quien dice ser reservada para contar su vida privada a amigos y cercanos.
Los chatbots como pareja
Los usuarios están recurriendo a esta tecnología no solo para encontrar pareja, sino también para hacer que las citas en línea sean más fáciles, agradables y eficientes, asegura la psicóloga y una de las autoras del estudio, Amanda Gesselman. No deja de ser esta una práctica ya extendida hace unos años. Más inquietante es otro dato que arroja el estudio: un 16% dijo haber interactuado con un chatbot en calidad de pareja sentimental o sexual.
Aplicaciones como Character AI, Replika o Anima AI permiten crear compañeros virtuales a medida, diseñando su personalidad y aspecto. “El 36% de los encuestados dijo que su compañero de IA les proporcionó más placer o excitación sexual que una pareja humana, y el 44% afirmó que su compañero les brindó más apoyo emocional del que habían recibido de una pareja humana”, señala Gesselman. La razón de este fenómeno se explica como una forma de combatir la soledad moderna, agudizada desde la pandemia. Los expertos hablan de una “epidemia” de soledad causada por el encierro durante la covid-19, que desaceleró la conexión social y consolidó el encuentro digital.
Eugenia Kuyda, fundadora de Replika —uno de los programas de “novia IA”—, dice que creó ese software porque la gente usaba su anterior chatbot de atención al cliente para desahogarse, hablar de sus emociones y buscar compañía. “También se dice que ayuda a mejorar las habilidades sociales de quienes se sienten inseguros en ese ámbito. Lo que me preocupa es que esta inclinación hacia lo digital no parece haber mejorado nuestros niveles de soledad”, comenta Kerry McInerney, investigadora del Centro para el Futuro de la Inteligencia de la Universidad de Cambridge.
Para McInerney, refugiarse emocionalmente en la IA puede ser una solución momentánea, pero a largo plazo no ayuda a construir relaciones y comunidades sociales reales. Las nuevas tecnologías permiten tener un dominio cada vez mayor sobre la comunicación. “Eso no es una interacción humana normal, aunque sea muy tentador. Y cada vez lo es más, no solo porque las herramientas de IA son cada vez mejores y más realistas, sino porque socialmente nos sentimos incómodos con las personas”, complementa la lingüista estadounidense Naomi Baron, especializada en comunicación mediada por ordenador. Baron que las habilidades sociales son como el aprendizaje de una lengua: si no se practican, se pierden.
Los chatbots como terapeuta
Carlos no cree tener inseguridad social, pero sí le cuesta desarrollar sus ideas. Por eso, cuando sabe que debe enfrentar una discusión difícil con su novia, se prepara minutos antes con ChatGPT. O, cuando la pelea ya ha terminado, recurre al sistema para desahogarse. “Me ayuda a anticiparme a ciertas situaciones. Lo uso para que las cosas no se salgan de control, para calmarme interiormente. Me ha dado las palabras correctas en el momento adecuado, al punto de emocionarme hasta las lágrimas”, cuenta este joven de 27 años, que vive con su pareja desde hace tres y tiene un hijo de un año.
Carlos confiesa que su novia no sabe del apoyo que le ofrece la IA por “una cuestión de privacidad con uno mismo”. No obstante, ya existen parejas que, de mutuo acuerdo, resuelven sus disputas o mejoran su convivencia con ayuda de un chatbot, según informes publicados en The Economic Times y The New York Post. Incluso, en mayo pasado se lanzó el prototipo de ConflictLens, un modelo de lenguaje interactivo entrenado con teorías psicológicas para ayudar a las personas a entenderse durante el conflicto, después del mismo y en el marco de una relación a largo plazo. “Puede sustituir a un psicólogo de familia. A mí me ayuda a replantearme las cosas, a no actuar por impulso, a ser más diplomático”, refiere el joven.
La especialista Baron espera que la terapia de pareja no sea reemplazada por esta tecnología, pero que, si se usa, sea como mediador y no como juez final. “Reformular frases o pensar en cómo decir algo puede o no ser útil. Porque a veces se vuelve artificial, y si el lenguaje no se siente natural, no lo usarías en una situación emocional intensa. Puedo imaginar el potencial de que el sistema te diga: ‘Lee lo que escribiste. ¿Querías sonar agresivo? Espera tres minutos’. No se trata de que la IA reescriba por ti, sino de que actúe como un agente de tránsito”, propone la lingüista.
En realidad, no deja de ser un consumo paradójico: los usuarios usan inteligencia artificial para abordar sus relaciones, pero repudian que otros lo hagan para acercarse a ellos. El estudio Singles in America revela que el 49% de los entrevistados considera deshonesto usar IA para impresionar, y un 61% cree que, si alguien la utilizó ―para escribir un mensaje o redactar su perfil en Tinder―, debe decirlo explícitamente. Más allá de las nuevas modalidades de ligue, lo que más inquieta a los especialistas es que la IA termine reemplazando a una pareja real.
Frente a las presiones del círculo de investigadores, OpenAI —empresa creadora de ChatGPT— desarrolló una investigación sobre el tema junto con el MIT Media Lab. En los resultados, divulgados el pasado marzo, se señala que, tras cuatro semanas de interacción, quienes utilizaron el modo de voz con un chatbot de género opuesto experimentaron un incremento notable en los sentimientos de soledad, así como una mayor dependencia emocional de la IA. El verdadero potencial de estas herramientas tecnológicas, apunta McInerney, está en identificar las necesidades de los usuarios. Saber qué quieren en el mundo digital para subsanarlo en el real.
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