Las múltiples caras del descuartizador de Pioz
Los testigos citados en el juicio contra Patrick Nogueira, asesino confeso de sus tíos y primos, diseccionan su personalidad

Serio e impasible, Patrick Nogueira apenas se inmuta cuando escucha los adjetivos que vierten sobre él: "frío", "calculador", "tranquilo", "ordenado", "inteligente"... Solo tuerce el gesto y se lleva las manos a la cara —¿Emocionado? Él es el único que puede contestar a eso— cuando acaba de declarar su tío Walfran Campos, que sin poder contener las lágrimas se dirige directamente al asesino confeso de Pioz y le interpela entre sollozos: "¿Por qué lo hiciste?". ¿Por qué mató y descuartizó a sus tíos Marcos y Janaína? ¿Por qué acabó a puñaladas con las vidas de sus primos María Carolina y David, de cuatro y un año? ¿Por qué metió sus cadáveres en bolsas de basura y los abandonó en el chalé donde cometió el crimen? ¿Por qué se marchó a Brasil?
A todas esas cuestiones tratan de dar respuesta en la Audiencia Provincial de Guadalajara desde el pasado miércoles, cuando arrancó el juicio contra Nogueira. Más de medio centenar de conocidos, amigos, familiares y agentes de la guardia civil han pasado ya por una sala de vistas que disecciona también su personalidad, una de las claves del caso. Su abogada, Barbara Royo, mantiene que sufre un daño neuronal que le empuja a asesinar y le impide contenerse. Por ello, según añade el propio descuartizador, acumula la rabia y "reacciona de forma violenta": "Es la única forma de quitarme la frustración y el miedo". Pero las acusaciones no se creen nada de esa supuesta tara y tratan de demostrar, a través de las descripciones que hacen los testigos de él, cuál sería su verdadera cara: que no padece ninguna "patología" y que simplemente es un criminal. "Para matar no hay que estar loco, solo hay que ser malo", dice la fiscal.
"Era una persona muy tranquila. No daba ninguna voz más alta que otra. No tenía ningún comportamiento agresivo", expuso Pilar R., que compartía piso con el joven cuando cometió el crimen el 17 de agosto de 2016. "Teníamos una relación muy buena. Íbamos al gimnasio, salíamos a tomar algo con mis amigos... Era alegre y optimista. Bailaba en casa". Pero su actitud cambió: "El 18 noté algo extraño en él. Había bastantes botellas de alcohol y vómitos en el baño. La convivencia a partir de entonces fue nula. No salía del cuarto". José Miguel R., su entrenador de fútbol en el Juventud Torrejón, contó que tampoco tuvo nunca un "episodio de tensión o ira": "Todo lo contrario, le golpeaban y pedía disculpas". Jesús, director deportivo del club, apostilló: "No tenía un carácter impulsivo".
"Trazos de psicopatía"
"Parecía el mismo de siempre. Era una persona divertida", explicó también Victor L., con el que salió de fiesta en Brasil al regresar a su país tras el crimen. Victor fue el que descubrió en el móvil de Marvin, otro de los amigos de Nogueira, las fotos de los cuerpos descuartizados que le había mandado el acusado. Entonces, asegura, el asesino aún se declaraba inocente: "Me preguntó si creía que había sido él. Le contesté que no por miedo".
Con "trazos de psicopatía", según la fiscal, y un cociente intelectual superior a la media, según la acusación particular; Nogueira proviene de una familia acomodada. Ya había atacado a un profesor con 16 años. Aterrizó en España, donde lo acogieron sus familiares en Torrejón de Ardoz, para intentar cumplir su sueño de ser futbolista. Pero la relación con su tío se truncó. "Marcos me dijo que desconfiaba de su sobrino. Creía que era amante de su mujer", apuntó un compañero de trabajo de la víctima. "Janaína me dijo que Patrick le había dicho que dejara fuera de casa a Carolina para que se muriera de frío", sentenció el padre de la fallecida.
Sus tíos se marcharon entonces a vivir sin él a Pioz. "[El día que se fueron], Patrick había hecho la maleta y estaba esperando a su tío que, decía, le iba a llamar. Estaba triste, nervioso...", relató su casera, Norma C. Y se tuvo que ir a compartir piso. "Me sentí como un tonto de mierda", sentenció el asesino.
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