Del ‘abertzale’ de Parla a la nada
Hace años, la ‘guerra de las banderas’ llenaba de disturbios el día grande de la Aste Nagusia de Bilbao Decenas de personas boicoteaban la izada de la bandera española

Hubo un tiempo en que el día grande de la Aste Nagusia bilbaína transcurría entre pedradas, insultos y cócteles molotov. En los ochenta y a comienzos de los noventa, la explanada del Ayuntamiento de la capital vizcaína se llenaba de decenas de personas que, con motivo de la izada de la bandera española junto a la ikurriña y a las enseñas de Bilbao y Bizkaia, se dedicaban a arrojar objetos a la Ertzaintza, agredir a los periodistas que cubrían el suceso o quemar banderas españolas, entre muchas otras cosas. Nada queda de aquel episodio, denominados la guerra de las banderas.
El acto, que no venía en el programa festivo pero se celebraba con matemática regularidad, duraba apenas una hora y media y el consistorio lo ubicaba a temprana hora para intentar sortear a los vándalos. Sin embargo, los disturbios eran mayúsculos. En 1990 una persona, incluso, perdió un ojo. Furgones de la Ertzaintza acotaban la zona y los cámaras enfocaban a los gamberros para tratar de identificarlos, pero no conseguían evitar que algaradas de simpatizantes de la izquierda abertzale causasen enormes destrozos. Muchas veces instigados la noche anterior en la plaza del Arenal, en la que se repartían panfletos explicando cómo ocultarse de los focos tapando todo el cuerpo, exceptuando los ojos.
La guerra de las banderas generó, además, un tipo de turismo inhabitual, el político-revolucionario. De hecho, con el paso del tiempo, entre los detenidos había ciudadanos de cualquier país europeo, de cualquier comunidad o de cualquier tribu urbana. En definitiva, delincuentes de todos los tipos. Uno de los casos más sonados fue el arresto de un punki de Parla (Madrid), que fue denominado por los medios como el abertzale de Parla.
Poco a poco, este radical evento comenzó a tener una mucho menor relevancia. Apenas una decena de personas se dedicaba a silbar la izada de la bandera e increpar a la policía autonómica y prácticamente no se registraba ningún disturbio. Paralelamente, las comparsas de la Aste Nagusia organizaron una fiesta particular en la plaza Nueva de Bilbao, en la que izaban una ikurriña ante una maqueta del Ayuntamiento, paso previo a una “popular” romería. También situaban enormes ikurriñas frente al consistorio o Batasuna realizaba el mismo día manifestaciones.

Pero la guerra de las banderas fue diluyéndose. “Al final, eran muchos más los medios de comunicación que acudían a la izada que las personas que venían a lanzar objetos y tener bronca”, explica una trabajadora del Ayuntamiento de Bilbao.
Desde el 4 de abril de 2008, la bandera española y la enseña vasca ondean en el Ayuntamiento de la capital vizcaína en cumplimiento de un requerimiento del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV), que determinó que la bandera española debía lucir a diario en un lugar preferente del consistorio “como símbolo de la nación, signo de soberanía, independencia, unidad e integridad de la patria”. Ya no había izada. Nada queda ya de la guerra de las banderas.
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