Civiles que huyen de El Fasher: “Muchos están heridos, con impactos de bala y exhaustos tras cargar a sus seres queridos”
Un trabajador humanitario de Plan International relata el estado de las familias que logran escapar de la capital de Darfur del Norte, tras la toma de la ciudad por las Fuerzas de Apoyo Rápido de Sudán

La crisis humanitaria en el norte de Darfur ha alcanzado niveles alarmantes. Desde que los rebeldes de las Fuerzas de Apoyo Rápido de Sudán se hicieron a finales de octubre con el control del estratégico del cuartel general de El Fasher, la capital de Darfur del Norte, miles de personas han emprendido un viaje desesperado hacia Tawila, a unos 65 kilómetros, para huir de la violencia y el hambre. Los trabajadores humanitarios de Plan International, una ONG presente en Sudán desde 1977, describen una situación límite, con familias exhaustas, heridas y profundamente traumatizadas.
Este es el relato de Omer Diab (nombre ficticio para salvaguardar su anonimato), un trabajador de la organización que atiende desde Tawila a las familias que huyen de El Fasher:
“Ha sido muy duro ver el estado en el que llegan las familias. La distancia entre El Fasher y Tawila es de 65 kilómetros. Normalmente, quienes viajan solos tardarían unos dos días caminando o en burro. Pero algunas familias con niños, niñas y personas mayores han tardado hasta cinco días en completar el trayecto.
Lamentablemente, no todos los que han huido de El Fasher han logrado llegar. Muchos de los que lo han hecho están en estado de extrema angustia, aferrados a la esperanza de reencontrarse con familiares de los que se separaron durante el camino. Han sido testigos o han sufrido emboscadas por parte de milicias y han tenido que suplicar por sus vidas.
Muchos llegan solo con la ropa puesta. Sin comida, sin agua, sin nada
Muchos llegan solo con la ropa puesta. Sin comida, sin agua, sin nada. Algunos han tenido que entregar sus objetos de valor para protegerse. Otras muchas personas llegan heridas, con impactos de bala, y exhaustas tras cargar a sus seres queridos durante días. Necesitan hospitalización urgente y tratamiento. Las carreteras están en condiciones terribles, con cadáveres por todas partes.
El impacto de un año y medio de asedio
Muchas de las familias con las que hablamos no han tenido acceso a comida en más de un año debido al asedio. La mayoría está gravemente desnutrida, y su salud ha empeorado gravemente por el agotamiento del viaje. Algunas sencillamente se caen al suelo nada más llegar.
Durante meses, han sobrevivido comiendo alimento para animales. Mujeres, niños, niñas, ancianos y personas con discapacidad han sido los más afectados. Es desgarrador ver a la gente desplomarse al llegar al centro de recepción. A muchos tenemos que llevarlos directamente al hospital antes de registrarlos en los campamentos. Nosotros también tenemos familiares afectados por esta crisis en El Fasher.
La mayoría está gravemente desnutrida, y su salud ha empeorado gravemente por el agotamiento del viaje. Algunas sencillamente se caen al suelo nada más llegar
Algunos han llegado sanos a Tawila. De otros, aún no sabemos nada, y tememos lo peor. Uno de nuestros compañeros ha perdido a su padre y a su hermano, tras haber sido secuestrados. No sabemos qué ha sido de ellos. Han sido días muy difíciles. Los hombres y los niños corren un riesgo particular de secuestro, detención, ejecuciones sumarias y tortura.
Lo que más me ha impactado es el estado físico y mental de las familias al llegar. Muchos están tan demacrados que ni sus propios familiares los reconocen. Tras meses sin acceso a comida ni agua, y ahora obligados a caminar durante días para huir del conflicto, están demasiado cansados y hambrientos. Si no te llaman por tu nombre, no puedes reconocerlos.
Tampoco hay comunicación entre familias, por lo que muchos acampan en los centros de recepción esperando que sus seres queridos lleguen. Es desgarrador ver y escuchar su desesperación.
Las familias nos dicen que no se sienten seguras. Muchos de los que estamos recibiendo ya se trasladaron inicialmente a El Fasher tras el ataque en el campo de Zamzam el 15 de abril, y ahora han tenido que huir nuevamente. Están frustrados porque sienten que no pueden encontrar un respiro.
Nadie está durmiendo. Nosotros tampoco hemos podido descansar desde que esto comenzó. Aun así, como trabajadores humanitarios, nos mantenemos firmes, sabiendo que debemos responder pese a los desafíos. Nos enfocamos en las soluciones, no en los obstáculos”.
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