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Anacláudia Rossbach, directora ejecutiva de ONU-Habitat: “Más de 300 millones de personas viven en la calle”

La responsable del programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos aboga por la necesidad de abordar la planeación urbana para preparar las ciudades para la llegada de nuevos habitantes y de medidas para hacer frente a la crisis global de vivienda

Anacláudia Rossbach
Silvia Laboreo Longás

La directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (ONU-Habitat), la economista Anacláudia Rossbach (São Paulo, 55 años), recibe a este diario en Madrid, recién llegada de Sevilla, donde ha participado en la IV Conferencia de Financiación para el Desarrollo. “Mi sensación ha sido muy positiva”, valora Rossbach sobre esta cita en la que se han debatido y repensado los fondos en cooperación para un planeta en crisis. La responsable de ONU-Habitat sintió “un espíritu de armar alianzas, pensar conjuntamente y trabajar de manera colectiva” a la hora de hacer frente a la necesidad de “cambios sistémicos para ampliar el acceso a la financiación al desarrollo”.

“En mi área, en las necesidades urbanas, pienso en los 1.000 millones de personas que viven en asentamientos precarios o en los casi 2.000 millones sin acceso a agua. Las necesidades son muy grandes y las cifras que necesitamos también”. Sin embargo, Rossbach también vio en Sevilla “muchas ideas y potencial”. “Por ejemplo, para ampliar mecanismos que ya conocemos como el impuesto a la propiedad. Vi mucha creatividad, principalmente en municipios de África, pensando en instrumentos parafiscales de recaudación de recursos, pero aún necesitan tener el apoyo de sus Gobiernos nacionales para ampliar su autonomía”, añade.

Pregunta. En mayo, ONU-Habitat alertó de “la crisis global de la vivienda”. ¿Es cada vez más difícil garantizar este derecho?

Respuesta. Tenemos una crisis de vivienda que es global. Más de 300 millones de personas viven en las calles, más de 1.000 millones en asentamientos precarios, 3.000 millones en viviendas no adecuadas y tenemos una crisis de capacidad de pago. Es un problema estructural en el Sur Global, donde los mercados de vivienda e inmobiliarios siempre estuvieron más limitados a un porcentaje pequeño de la población. Pero hoy, la dificultad de adquirir una vivienda o pagar una renta está presente en todas partes, principalmente en las ciudades grandes. 105 países miembros votaron a favor de nuestro Plan Estratégico y están de acuerdo en que el enfoque de ONU-Habitat para los próximos cuatro años debe centrarse en el acceso a la vivienda, al suelo, a los servicios básicos.

P. Hay 105 países a los que les preocupa la crisis de vivienda. Pero muchos no aplican políticas o hay un declive en la vivienda pública disponible. ¿Qué medidas concretas se deberían implementar?

R. Tenemos que tener acceso a los materiales. Hay muchos países que no tienen producción doméstica de los insumos necesarios para la vivienda. Hay otros donde las ciudades no cuentan con políticas de suelo fuertes u orientadas a la generación de la vivienda. Entonces pueden tomar medidas como ampliar las inversiones o los subsidios, pero estos no van a llegar eventualmente a donde se necesita [si no hay mecanismos de oferta de suelo bien ubicados]. Y si no hay oferta de suelo bien ubicado puede reproducirse de nuevo lo que vimos en la anterior política pública: producción de vivienda pública periférica y segregación. Hay que tener los mecanismos de oferta de suelo bien ubicados y alinear la voluntad política con el apoyo de los ciudadanos. Además, la vivienda es cara y la capacidad fiscal de muchos países es limitada. También hay una dependencia de la capacidad de pago de las personas. [Una política de vivienda es] una inversión a largo plazo. No podemos pensar que la vamos a empezar hoy y en tres meses va a estar resuelto [el problema de la vivienda].

P. ¿Cómo valora la situación de la vivienda en España?

R. El caso español es muy parecido con el que se da en otros países de Europa y Estados Unidos. Hay un tema importante que es el envejecimiento del stock de vivienda y la necesidad de adaptarlo a las nuevas reglas climáticas, ambientales, etcétera. Esto tiene un coste. En las ciudades turísticas hay una disminución de la oferta de vivienda por los alquileres de corto plazo. Tal vez también hay una desaceleración de la producción pública que limita esa oferta. Y, por otro lado, tal vez una regulación más limitada del capital financiero que acaba generando inversiones y situaciones de especulación que también afectan a la oferta.

Por el lado de la demanda, [tenemos] cambios demográficos y la brecha de capacidad de pago, que es algo mucho más estructural. Y hay un tema de pensar de una manera más estructurada cómo se va a desarrollar la ciudad, cómo se van a aprovechar el suelo o los espacios que no están utilizados. En São Paulo, por ejemplo, hay un mecanismo de impuesto a la propiedad para los inmuebles vacantes. Hay que pensar cómo el Gobierno nacional puede diseñar e implementar –y creo que ya hay un avance aquí– los mecanismos para ampliar la oferta de vivienda.

Si se ofrece a las mujeres mecanismos seguros y una estructura de cuidados para que puedan ir a trabajar, tenemos la oportunidad de incluir a todo este contingente en el mercado laboral y ampliar el PIB del país

P. ¿Cómo podemos hacer las ciudades más resilientes ante la crisis climática?

R. Hoy crecemos más en territorio que en población, al menos un 50% más. Todos aspiran a una casita con jardín. Yo creo que eso no va a ser más posible. Tenemos que pensar y limitar este crecimiento, que afecta al ecosistema, al entorno de las ciudades, al agua, a la biodiversidad urbana. Otro punto son las medidas para minimizar el impacto [de la crisis climática], por ejemplo, con la ampliación de espacios verdes. En São Paulo, un estudio dice que las áreas que tienen una cobertura vegetal más fuerte tienen temperaturas más bajas que los asentamientos precarios, donde no hay casi espacios públicos y la cobertura vegetal es más limitada. En cuanto a las inundaciones, tenemos una tecnología desarrollada en China que es la de las ciudades esponja. Estos mecanismos, que llamamos medidas basadas en la naturaleza, se pueden y se deben ampliar, pero nada de eso va a funcionar si no miramos al crecimiento general de la ciudad.

P. ¿Qué es para usted una ciudad sostenible?

R. Una ciudad compacta, con una cobertura vegetal importante, que tiene biodiversidad, donde podemos escuchar a los pájaros. Que está construida de manera sostenible, con materiales locales que se adhieren a los parámetros de sostenibilidad. Una ciudad que respeta los espacios verdes, pero que también respeta a las personas. Una ciudad sostenible es una ciudad inclusiva.

P. ¿Cómo se puede proteger a las personas que viven en las ciudades?

R. Por un lado, garantizando que puedan circular de manera segura por las noches y la seguridad en el transporte público. También hay una tendencia urbana muy interesante, la ciudad de los cuidados, que es una política que ha sido implementada en Bogotá o en Iztapalapa, en México. Es una ciudad que tiene una infraestructura de cuidados para que las personas, principalmente las mujeres, puedan dejar a sus hijos y a los parientes mayores en un lugar seguro cuando van a trabajar. Las políticas de los cuidados y la proximidad de los servicios son muy importantes para garantizar la inclusión social.

En África vamos a tener un contingente muy importante de jóvenes. Las ciudades tienen que estar preparadas para tener las viviendas, la infraestructura y las oportunidades para toda esta población joven que va a llegar y necesitará un empleo

P. ¿Qué beneficios supone invertir en ellas?

R. Lo que pasa en un territorio va a tener un efecto en toda la ciudad. Pero si uno piensa de una manera más pragmática, si se ofrece a las mujeres mecanismos seguros y una estructura de cuidados para que puedan ir a trabajar, tenemos la oportunidad de incluir a todo este contingente en el mercado laboral y ampliar el PIB del país. Y, por otro lado, está la productividad de la ciudad. Si uno piensa en desarrollo económico, en crecimiento, en oportunidades y negocio, es [necesario] tener ciudades que sean productivas. Ciudades que sean más seguras, donde trasladarse de una parte a otra se haga de una manera eficiente. Si alguien necesita tres horas para pasar de un barrio a otro, eso no es productividad. Tres horas para ir, tres horas para volver y ocho horas trabajando. ¿Qué productividad va a tener así una persona?

P. Dos tercios de la humanidad vivirá en ciudades en 2050. ¿Están preparadas?

R. Hay mucho por hacer, principalmente si uno mira hacia las regiones que van a experimentar un crecimiento más fuerte, que son África y Asia. En el continente africano hoy en día más del 50% de la población vive en asentamientos precarios. Y si no cambiamos esto, vamos a tener a cientos de millones de personas llegando a ciudades que ya tienen brechas importantes de infraestructura. En África vamos a tener también un contingente muy importante de jóvenes. Las ciudades tienen que estar preparadas para tener las viviendas, la infraestructura y las oportunidades para toda esta población joven que va a llegar y necesitará un empleo.

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Sobre la firma

Silvia Laboreo Longás
Redactora de Planeta Futuro tras pasar por el equipo de Redes Sociales. Antes, formó parte del departamento de vídeo de Domestika, fue redactora en la revista PlayGround y también trabajó en comunicación. De Zaragoza, estudió periodismo en la Universidad de Zaragoza.
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