David Bingong, el director que grabó su migración a España: “Quiero que un político, antes de pintarnos como gente violadora, vea nuestra vida”
El documental ‘Les Voyageurs’ recoge en primera persona el periplo de las personas migrantes en la frontera de Marruecos. “Nadie se plantea que va a venir a destruir un país por el que ha sufrido tanto para poder llegar”, dice su creador


Estamos en 2014. En los bosques que rodean las fronteras entre Marruecos y España se convive con la muerte y se cantan canciones. Se construyen refugios enclenques, de palos y plásticos, que cada cierto tiempo tienen que rehacerse tras ser destruidos por la policía. Se juega a los dados y a las cartas, y se baila, mientras se espera a que llegue el mejor momento para cruzar a Europa. Algunos se suben a lo alto del monte Gurugú. Allí, sentados sobre una piedra, observan Melilla absortos. “Tú en ese momento no ves bien la valla; lo que ves es una ciudad. Y tienes la sensación de que bajando la cuesta entras directamente en ella”, recuerda, 10 años después en una entrevista en Tarifa con EL PAÍS, el cineasta y actor camerunés David Bingong (Douala, 37 años).
Él fue uno de estos jóvenes. Durante casi dos años, de diciembre de 2013 a octubre de 2015, deambuló entre las distintas fronteras que separan África de Europa. Intentó cruzar el Estrecho en patera en más de 15 ocasiones y escalar 40 veces las vallas de Ceuta y Melilla. Gran parte de este periplo lo registró con una pequeña videocámara: 10 horas de metraje que quedaron condensadas en los 60 minutos que dura su primera película documental, Les Voyageurs. El filme, que se ha presentado esta semana en el Festival de Cine Africano de Tarifa y Tánger (FCAT), es un retrato humano, íntimo y en primera persona de la migración. Bingong cuenta que cuando surgió la oportunidad de proyectarlo en el festival, se dijo a sí mismo: “Fíjate, finalmente vas a estar en Tarifa. ¿Cuántas veces han soñado con estar allí?“. “Tú estás en Tánger y ves Tarifa a 14 kilómetros”, explica. “Es difícil tener algo tan a mano y entender que no es posible”.
Un relato complementario
A finales de 2014, Enrique, un periodista que Bingong había conocido en Nador, le regaló una cámara con la que empezó a registrar, a modo de diario, el día a día de los migrantes en los campamentos de la frontera Sur. Al principio fue complicado, ya que, para evitar soplones, en el bosque no estaban bien vistas las grabaciones. “Sacaba la cámara y la gente se alejaba o se tapaba”, recuerda. “Con el tiempo, entendieron que esas imágenes eran para mí y también un recuerdo para todos”, continúa. Fue entonces cuando empezaron a utilizarla para desahogarse o narrar el día a día. “En ningún momento pensamos que eso podría llegar a ser una película y, seguramente, si lo hubiéramos pensado, la cosa hubiera salido diferente”.
Para su director, Les Voyageurs funciona como un “relato complementario” sobre la migración.“Yo enseño imágenes en bruto y pongo cara a estos números. Somos 200 migrantes, sí, pero también somos David, Mandela, Hipólito y Giuseppe. Gente que tiene una voz, una forma de reír, una manera de hacer las cosas, que tiene sus preocupaciones y sus sueños, que lo pasa bien, que lo pasa mal, que discute y tiene pasiones”.
Aunque el documental registra el último año que Bingong estuvo en Marruecos, su periplo empezó mucho antes, el 11 de septiembre de 2013. Entonces este director y actor se despidió de su madre y salió de Camerún. “Pasé por Nigeria, Níger, crucé al desierto del Sáhara, llegué a Argelia y de allí a Marruecos”. Vio esqueletos entre la arena, evitó a Boko Haram, sufrió el hambre en Níger y el racismo en Marruecos. Ese último recuerdo es uno de esos que no puede olvidar. En diciembre de 2013, al poco de llegar al país norteafricano, un hombre marroquí se le acercó en la estación de Rabat. “Se puso enfrente, a cinco centímetros de mi cara. Y echándome su saliva, me dijo de forma cruel lo que él pensaba. Que los negros éramos feos, que lo único que sabíamos era tener sexo con nuestras mujeres y tener muchos hijos. Que éramos cobardes porque habíamos huido de nuestros países porque no éramos capaces de derrocar a nuestros dirigentes y poner a otros”, recuerda.
Yo enseño imágenes en bruto y pongo cara a estos números. Somos 200 migrantes, sí, pero también somos David, Mandela, Hipólito y GiuseppeDavid Bingong, director de 'Les voyageurs'
En la hora que dura el documental, la música no deja de sonar. “Ve a Europa, consigue dinero. Vuelve y construye una casa. Vuelve y ayuda a los tuyos. Mi madre me advirtió y yo no escuché. Hoy pago por mi terquedad, sufro”, cantan. Esas letras, entonadas a capella y acompañadas de palmas, tenían “una importancia capital”, explica Bingong. “Hablan del contexto a la vez que denuncian, intentan dar esperanza, nos conectan con las razones que nos empujaron a escoger este camino, con las personas que esperan cosas de nosotros, las dificultades que enfrentamos y lo que deseamos encontrar en el futuro”, enumera. “A la vez sanan nuestras heridas. A veces perdemos a amigos. Sabemos que han muerto, pero les dedicamos canciones bonitas. Les deseamos un buen descanso y les decimos que seguiremos luchando para cumplir lo que hemos empezado todos juntos”.
En el bosque, la muerte está tan presente como las canciones. “El 6 de febrero de 2014 fue brutal. Amigos míos pasaron de cantar y bailar en las cuevas a ahogarse unas horas después en estas playas de Tarajal“, dice la voz del director en el documental. ”Fue un terremoto porque solía morir gente, pero no de esa forma”, recuerda. Días después de aquella tragedia, Bingong vio por primera vez la valla de Ceuta. Fue durante un intento donde nada salió como estaba planeado. “Cuando estaba a punto de tocar la valla recibí un golpe muy fuerte en un tobillo. No me habían pegado antes, pero sentí tanto dolor que no pude avanzar. Me dejé llevar, me ataron, me llevaron, me maltrataron. Esa fue la primera vez. Este fracaso solo contribuyó a darme más ganas”.
Quiero que un político, antes de hablar de invasión, antes de pintarnos como gente violadora o que viene a hacer que España vaya peor, vea nuestra vidaDavid Bingong, director de 'Les voyageurs'
Más de año y medio después, el 3 de octubre de 2015, Bingong logró por fin cruzar a España por esa misma frontera. “Sentí una mezcla de alivio, alegría y también miedo. Cuando estás en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Ceuta, los primeros días sueñas con el bosque. La gente se despierta gritando las palabras que solemos decir para escondernos cuando viene la policía. Una semana o dos más tarde, te das cuenta de que ya estás en otro mundo, te hablan en otro idioma y empiezas a asimilar lo que ha pasado”, explica.
Al director de Les voyageurs le gustaría que la película llegase “a donde se elaboran los discursos sobre la migración”. “Quiero que un político, antes de hablar de invasión, antes de pintarnos como gente violadora o que viene a hacer que España vaya peor, vea nuestra vida. Que nos conozca con nombres, que vea nuestra cultura, la energía que ponemos en llegar aquí. Que vean lo que en un momento desinteresado, decimos o pensamos o planeamos. Nadie de ahí ha dicho ‘Yo llego allí para robar’. Si no, ‘Yo llego allí para conseguir este objetivo, para ayudar a tal persona’. Nadie se plantea que va a venir a destruir un país por el que ha sufrido tanto para poder llegar”, añade. “Y que, si fuera posible, nos impliquen en la gestión. Porque es muy difícil ver que hablan de nosotros sin nosotros: ‘Les vamos a dar, les vamos a hacer’. Queremos que nos pregunten. Respeto mucho el trabajo de expertos y especialistas. Pero nosotros sabemos mejor que nadie lo que queremos”, explica. “Hay una parte de infantilización que está llena de buenas intenciones. Pero hay que despojarse de este paternalismo, donde piensan que no somos capaces de pensar por nosotros mismos”.
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