Que el nuevo papa “tenga a Gaza en el corazón”, pide el párroco de la Franja
Francisco llamó prácticamente cada día durante un año y medio a la minúscula comunidad católica, atrincherada en la iglesia y exhausta y angustiada frente al recrudecimiento del cerco militar israelí


Todos los días a las ocho de la tarde suenan las campanas de la iglesia de la Sagrada Familia de Gaza. Es la hora a la que llamaba el papa Francisco durante un año y medio. Casi nunca faltó a esa cita, aunque estuviera en el hospital y ya muy debilitado, al final de su vida. El tañido contrasta brutalmente con la sórdida destrucción que reina en este barrio del corazón de la ciudad y trae a la comunidad recuerdos de una normalidad que les reconforta, pero también les acongoja. En ese momento, los más de 400 cristianos palestinos que viven prácticamente atrincherados en este lugar desde octubre de 2023 dejan lo que estén haciendo, rezan y recuerdan a la persona por la que de alguna manera se sintieron protegidos durante meses de la muerte y del hambre.
“Algunos se santiguan, otros dicen, ‘buonasera santo padre’, que era el saludo que le daba el padre Youssef, uno de los sacerdotes de la parroquia, cuando llamaba el Papa. Hay personas que también rememoran alguna anécdota de esas llamadas del Santo Padre”, cuenta a este periódico el párroco de Gaza, el sacerdote argentino Gabriel Romanelli, en una entrevista realizada por mensajes de texto y audio vía WhatsApp.
El jueves por la noche, también sonaron las campanas en la iglesia en Gaza, dice Romanelli. Por Francisco y por el recién elegido León XIV. “Fue una sorpresa, porque pocos conocíamos al ahora papa. Y también una alegría. La gente estaba contenta y preguntaba: ‘¿este papa también nos va a seguir llamando?’ Recemos mucho por la Iglesia y por él. Que pueda verdaderamente llevar, como él mismo dijo, la paz de Cristo a todo el mundo", agrega.

La muerte de Francisco, el 21 de abril, fue recibida con miedo y ansiedad por esta pequeña comunidad, que cuando estalló la guerra decidió refugiarse en la iglesia, situada en el corazón de la ciudad de Gaza, y no desplazarse, pese a que la inmensa mayoría de los 2,2 millones de habitantes de Gaza tuvo que dejar sus hogares y ha malvivido en diferentes lugares en estos meses, como precarias tiendas de campaña o entre las ruinas de las casas. Desde hace más de año y medio, el Papa y el Patriarcado latino de Jerusalén, la diócesis de la que depende la parroquia de Gaza, velaron por estos cristianos e intercedieron por ellos, aunque la comunidad, al igual que todos los gazatíes, pasa noches en vela por los bombardeos cercanos, sufre hambre y apenas se aventura a poner un pie fuera del complejo religioso.
“Hemos rezado mucho por Francisco y hemos agradecido todo el bien que hizo a esta comunidad de manera permanente. Vivimos como algo extraordinario que nos llamara cada día, que nos diera ánimos, que nos pidiera que cuidáramos especialmente a los niños y que impulsara dentro de la Iglesia las oraciones por la paz en Gaza", explica Romanelli.
La Sagrada Familia es la única iglesia católica de la Franja, donde antes de la guerra había exactamente 1.017 cristianos, 135 de ellos católicos y el resto griegos ortodoxos. En total, en todos los territorios palestinos, la comunidad no llega al 2% de la población. A los más de 400 fieles que se refugian actualmente en ella se suman tres sacerdotes, contando a Romanelli, varias religiosas y medio centenar de palestinos musulmanes con discapacidad, la mayoría niños que necesitan cuidados especiales. En la vecina iglesia ortodoxa de San Porfirio, están refugiadas además otras 200 personas. Casi 300 miembros de la comunidad pudieron marcharse vía Egipto gracias a un pasaporte extranjero o un salvoconducto en los primeros meses de la guerra.
“Ahora rezamos a Dios por el sucesor de Pedro. Que tenga a toda la Tierra Santa, y a Gaza en particular, en su corazón", pide el sacerdote argentino.
Vivimos como algo extraordinario que nos llamara cada día, que nos diera ánimos, que nos pidiera que cuidáramos especialmente a los niños y que impulsara dentro de la Iglesia las oraciones por la paz en GazaGabriel Romanelli, párroco de Gaza
Arroz adornado con alubias de lata
Desde hace más de dos meses en la Franja no entra un camión de ayuda humanitaria y el hambre comienza a ser extrema. Según la ONU, prácticamente toda la población sufre inseguridad alimentaria en fase aguda. “La ayuda y las vidas que salva nunca deben ser una moneda de cambio”, recordó en estos días Tom Fletcher, jefe de Asuntos Humanitarios de la ONU.
Con este bloqueo total, Israel desea presionar al movimiento islamista Hamás, que gobierna en Gaza, para que capitule, acepte la ocupación militar israelí en la Franja y entregue a los rehenes que siguen en sus manos desde el 7 de octubre de 2023, unas 59 personas, la mitad de ellas dadas ya por muertas.
En el mejor de los casos, las familias gazatíes comen una vez al día, raramente hay alimentos frescos en el plato y nunca carne o pescado, salvo que se sacrifique algún animal que sigue vivo, sobre todo pollos, o alguien se aventure en un mar contaminado y cercado por el ejército israelí a pescar. La mayoría de los cultivos ha sido destrozada por los bombardeos o está en territorios inaccesibles debido a las restricciones militares israelíes. La falta de harina hizo también que todas las panaderías cerraran hace casi un mes y las reservas de las organizaciones internacionales también están vacías.
En la Franja se sobrevive gracias a lo que se pudo almacenar durante los dos meses de alto el fuego que Israel decidió terminar de manera unilateral el 18 de marzo. La parroquia es el reflejo de lo que padece toda la Franja.
“Gracias al Papa y a la ayuda del Patriarca latino de Jerusalén, el cardenal Pierbattista Pizzaballa, recibimos durante la tregua comida y pudimos ayudar a decenas de miles de familias de esta zona. Por eso creo que en esta parte de la ciudad hay menos necesidades que en otras áreas donde ya no queda nada", describe Romanelli.
El almuerzo del día para los cristianos de la parroquia ha sido arroz “adornado” con algunas alubias de lata. Todos los alimentos se controlan al máximo. “Es muy grave lo que está ocurriendo. Si esto sigue así, no sé qué va a pasar. La gente está exhausta y muy angustiada porque las noticias no hacen prever nada bueno”, estima el párroco.
Gracias al papa y a la ayuda del Patriarca latino de Jerusalén, el cardenal Pierbattista Pizzaballa, recibimos durante la tregua comida y pudimos ayudar a decenas de miles de familias de esta zonaGabriel Romanelli, párroco de Gaza
Un paso valiente
Dentro de la parroquia también se siguen manteniendo las rutinas de misa, oraciones y clases para los niños así como la organización de diferentes grupos de trabajo de limpieza, cocina o atención a los enfermos para dar una ficticia sensación de normalidad y mantener en la medida de lo posible la dignidad y el ánimo de las personas refugiadas.

“A los niños y jóvenes tratamos de darles alguna cosa dulce de las que habíamos reservado para momentos como estos”, explica Romanelli.
Toda Gaza sigue sin electricidad y la falta de combustible hace que la mayoría de los generadores no se puedan usar. En la parroquia tienen energía gracias a paneles solares con los que cargan por ejemplo las baterías de los móviles. Un pozo rehabilitado dentro del complejo les está ayudando también a tener agua.
“Les pedimos que sigan rezando por la paz, para que esta guerra termine, como era el deseo de Francisco. Que sean liberados los rehenes israelíes y se permita la entrada de una ayuda humanitaria consistente. Sería un paso valiente y más necesario que nunca hacia la paz, de parte de Palestina y de Israel”, pide Romanelli.
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