Dios nos libre del dinero
El calvo de la lotería está observando desde el cielo el lío que tienen formado en Villamanín


Si el calvo de la lotería tenía una apariencia ligeramente siniestra era porque de las tres cosas que hay en la vida él era el portador de la más oscura. Nadie puede poner objeciones a la llegada del amor o la salud, pero ay, la irrupción del dinero. Es casi imposible no perderse en el jardín de los lugares comunes al referirse al vil metal y por eso el refranero ya dejó zanjado el asunto desde todos los puntos de vista posibles menos desde dos. El primero, el que se observa desde el alto del Pico Fontún. Desde allí es posible comprobar cómo abajo, en Villamanín y alrededores, llevan una semana frotándose los ojos para salir del pasillo de los malos sueños. ¿Cómo va a ser verdad que nos tocó el Gordo, nos abrazamos de alegría, y ahora que no está muy claro si podemos quedarnos el parné, sacamos las quijadas de burro, para darnos de hostias?
El segundo punto de vista es el que otea Clive Arrindel, el lampiño del Sorteo de Navidad, sentado junto a Luis García Berlanga desde las nubes (el primero murió en 2024). Ninguno acaba de dar crédito. ¿Qué clase de sinopsis cruel es esa? Si ni al director más malicioso del cine español, cuando quiso contar la historia de un pueblo pobre que de pronto se hacía rico, le dejaron mostrar amasadoras intenciones: solamente un caño del que brotaba agua milagrosa. Por algo el maná bíblico era alimento y no monedas. Hay historias que tienen moraleja borrosa. Por eso tan pocos consiguen contarlas bien: ¿quién es el bueno, quién es el malo?, ¿quién es el generoso, quién el avaro? Rosalía escribió en 2019 una canción titulada Fucking money, man en la que decía: “Que no’ libren del dinero / Los verdes y los moraos / Mira, son como un veneno / Que lo’ aparten de mi lao”. Este año la cantante ha vendido sus entradas con precios que suben conforme aumenta la demanda. Todos tenemos dos morales: la de antes y la de después de recibir caudales.
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