Un avance sobre las ruinas de Gaza
La resolución de la ONU para establecer una fuerza de seguridad en la Franja es el primer esbozo del futuro tras dos años de horror


La aprobación por parte del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas de una resolución sobre el futuro de Gaza —a la que se añade el plan de 20 puntos promovido por Estados Unidos— supone, a pesar de su incierto camino, un paso importante para el futuro del territorio palestino porque, por primera vez, la comunidad internacional acuerda de manera concreta cómo se gobernará la Franja en los próximos años. Aunque es cierto que la lista de resoluciones sobre Palestina incumplidas por Israel es más que amplia, este texto, respaldado por 13 votos a favor y la abstención de China y Rusia, es un proyecto al menos viable que llega tras dos años de desesperación y en unos momentos especialmente difíciles para la población gazatí, que ha visto cómo a la matanza provocada por el Ejército israelí se suman ahora las inundaciones sobre un paisaje devastado.
La resolución ordena el establecimiento de una fuerza internacional de seguridad en Gaza (ISF, por sus siglas en inglés) que operará como mínimo hasta diciembre de 2027. Una posibilidad rechazada en el pasado por el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, reticente a que cualquier presencia internacional pudiera obstaculizar la actuación irrestricta de su Ejército. Más de 200 personas han muerto en ataques desde el inicio del alto el fuego. Para evidenciar el enrevesado conflicto de fondo, Hamás expresó su rechazo a esta fuerza a la que acusa de ser un “mecanismo al servicio de la ocupación”. Netanyahu aplaude, sin embargo, la idea del “completo desarme y desradicalización de Gaza”, según su interpretación del acuerdo.
La ISF controlará las fronteras de Gaza no solo con Israel, sino también con Egipto. Además, los soldados extranjeros entrenarán a una fuerza policial palestina en la Franja. Si algo ha demostrado el conflicto palestino-israelí es que el optimismo de los documentos a menudo es arrasado por la realidad, pero no deja de ser positivo el establecimiento de unas condiciones que arrebatan a Israel el control absoluto de Gaza, sus ciudadanos y sus fronteras, con el apoyo además de Washington, el único actor internacional con recursos e influencia sobre Israel.
A pesar de que la fuerza sobre el terreno no estará formada por soldados estadounidenses, la resolución 2803 sienta las bases para el establecimiento de una especie de Gobierno de transición bajo la presidencia de Donald Trump. De acuerdo con la propuesta estadounidense, se trata de una junta de carácter técnico formada por ciudadanos palestinos, sin Hamás, pero supervisada internacionalmente. Moscú y Pekín han expresado sus reservas ante un proyecto que, aunque sea la única opción práctica sobre la mesa, lleva demasiado impregnada la marca personal de Trump no solo en el origen, sino en la gestión.
Mientras todo esto ocurre en los despachos de Nueva York, la situación en Gaza es, si cabe, más desesperada. Las lluvias torrenciales caídas la semana pasada han anegado los terrenos donde se levantaban decenas de miles de tiendas de campaña. La oficina de prensa del Gobierno de Gaza ha denunciado que el 93% de las 135.000 tiendas en el enclave son inhabitables. El resto son ruinas, lo que deja sin alternativas a los palestinos ante la llegada del invierno. La sistemática destrucción de infraestructuras por parte de Israel ha hecho desaparecer los sistemas de drenaje y alcantarillado, con lo que el exceso de agua se ha estancado y existe un peligro real de infecciones epidémicas. La ayuda humanitaria comenzó a entrar tras el alto el fuego, pero sigue siendo muy insuficiente. Bienvenidos los planes de futuro, pero los gazatíes necesitan ayuda inmediatamente.
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