Tenemos una emergencia: una bandera de tiza
Vista su censura de la solidaridad con Palestina en los colegios, Ayuso tendrá que explicarnos cuál es su concepto de libertad


Primero marcaron el suelo con cinta de carrocero y después rellenaron las franjas con sprays de tiza negro, blanco, verde y rojo. Los padres que la organizaron llamaron a la iniciativa Pintemos por los niños de Gaza, pero su fruto, una bandera palestina coloreada por los niños del Pi i Margall a las puertas de su colegio, duró apenas unas horas: al día siguiente, mientras los críos estaban en clase, el Ayuntamiento de Madrid mandó a su Servicio de Limpieza Urgente (Selur) para borrarla.
Esta fulminante y ridícula respuesta por parte del Ayuntamiento se enmarca en lo que parece una cruzada del PP regional contra la solidaridad de la comunidad educativa (y de los madrileños en general) con las víctimas del genocidio en Gaza. El año pasado, Ayuso criticó duramente a los universitarios acampados en apoyo a Palestina y comparó sus protestas con señalamientos “con la estrella de David”, cayendo en una de las técnicas más rastreras de los defensores de los atropellos de Israel: identificar y confundir intencionadamente judaísmo con sionismo, para poder así acusar de antisemita a todo el que ose criticarlos.
En las últimas semanas, algunos colegios e institutos madrileños han alertado, a través de los sindicatos, de llamadas y visitas de la inspección y de la Consejería de Educación para que se retiren símbolos o se cancelen actividades de respaldo a los gazatíes. No sucedió lo mismo cuando en cientos de colegios —en el propio Pi i Margall, por ejemplo— se organizaron actividades en solidaridad con Ucrania, o cuando la bandera amarilla y azul se expuso en muchos otros. Así que esto no parece una lucha contra los gestos fraternales en los colegios, ni contra la presunta politización a la que podrían llevar, sino contra la causa del pueblo palestino y sus defensores.
Porque tanto Almeida, de quien depende el Servicio de Limpieza Urgente que, raudo y veloz, acudió a Malasaña para borrar la bandera de tiza, como, sobre todo, Ayuso, se han demostrado los más tibios de entre los tibios y erráticos líderes del PP a la hora de condenar el genocidio de Israel en Gaza. Para muestra, un botón: hace unas semanas, Almeida afirmaba que para él “no hay un genocidio en Gaza (...) porque genocidio fue el del pueblo judío durante la Segunda Guerra Mundial”. Unas declaraciones desconcertantes en un católico como él, porque parece no concebir que las víctimas o sus herederos puedan convertirse en verdugos. O peor aún: parece negar que, porque los judíos sufrieran un genocidio, otros pueblos —el armenio, los cristianos de Nigeria o los gazatíes, entre los cuales también hay cristianos—, no puedan sufrirlo igual.
Ayuso, por su parte, tiene una enorme hemeroteca apoyando a Israel y sus tropelías: de fotos sonriendo con el líder de las colonias ilegales en Cisjordania a aseveraciones como la que hizo hace unos meses, cuando Israel ya cargaba en sus espaldas con 18.000 niños asesinados y un centenar muertos por desnutrición: que el país presidido por Netanyahu es “la primera y más importante frontera del mundo libre”.
Va a tener que explicarnos cuál es la definición que maneja de su concepto favorito, el de libertad, porque parece un poco extraña. ¿Libertad es matar a 44 niños en nueve meses, como hizo el ejército israelí en 2023, antes de la masacre del 7 de octubre? ¿Es libertad impedir que los homosexuales se casen, o someter a los medios a la censura militar? También nos va a tener que explicar si es comunismo o libertad correr a borrar, con servicios de limpieza urgentes pagados por los madrileños, una bandera de tiza hecha por niños.
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