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editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Xi aprovecha los errores de Trump

China saca partido en la cumbre de Tianjin a la hostilidad comercial y diplomática desplegada por el presidente estadounidense

Vladímir Putin (izquierda) y el presidente chino Xi Jinping conversan este lunes durante la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái celebrada Tianjin (China).
El País

El presidente chino, Xi Jinping, viene anunciando desde hace años cambios en el orden mundial como no se habían visto en el último siglo, pero ahora ha conseguido sintetizar en una sola fotografía el más espectacular de todos: ser él mismo quien haya reunido a más de 20 países que superan en su conjunto el 40% de la población y el 20% del PIB mundiales en torno a la idea de desbancar a Estados Unidos del liderazgo internacional. El marco de la cumbre, celebrada en la ciudad china de Tianjin, ha sido la Organización de Cooperación de Shanghái, una de las instituciones creadas por Pekín hace ya casi un cuarto de siglo como alternativa al dominio de Washington de las organizaciones surgidas tras la Segunda Guerra Mundial y, sobre todo, ante la incapacidad para reformarlas y acomodarlas a los cambios demográficos y económicos globales.

La foto de Tianjin certifica un insólito acercamiento entre India y China a la vez que bloquea la estrategia estadounidense de utilizar a Delhi como contrapeso a la influencia china. También da oxígeno a Putin, con mayor margen para dar largas a Trump en sus pretensiones de pacificador de la guerra de Ucrania. Para el mandatario republicano es una derrota autoinfligida con dos decisiones propias: los aranceles de castigo a India del 50% por la compra de petróleo a Rusia y su falsa mediación en la tregua entre India y Pakistán, que el presidente reivindicó obscenamente ante Modi para recabar su apoyo para el Nobel de la Paz.

La cumbre de Tianjin eclipsa el carácter histórico que Trump reivindicaba para su encuentro con Putin en Alaska el 15 de agosto, de donde nada salió sino plazos vacíos plazos para la paz. También neutraliza la ceremonia de rendición apaciguadora oficiada en el Despacho Oval del 18 de agosto, cuando siete mandatarios europeos evitaron una nueva humillación del presidente de Ucrania ante las cámaras. Finalmente, expresa un cambio de atmósfera ante las guerras arancelarias trumpistas, sus exigencias de vasallaje y unas extorsiones y amenazas que solo son válidas para los aliados. La centralidad de China expresada por la cumbre se corresponde con el éxito de su resistencia ante la agresividad comercial y diplomática de Trump.

El presidente estadounidense está facilitando las cosas a China hasta un punto inimaginable. Ha desmontado el potentísimo poder blando de su país. Ha desguazado su diplomacia y sus organismos de cooperación. Ha castigado a los países amigos y vecinos con amenazas anexionistas y aranceles arbitrarios. Y de paso, está destrozando las instituciones multilaterales que habían servido a la hegemonía de Washington, dejando un vacío geopolítico que Pekín está llenando ahora. La principal víctima de tan desaforada estrategia es el propio EE UU, pero el daño desborda su geografía. El mundo multipolar que China ofrece como alternativa es igualmente hostil a la primacía del derecho internacional, a la protección de los derechos humanos y al pluralismo. Ante la agresividad rusa y las pretensiones hegemónicas chinas, la paradójica respuesta trumpista es el cuestionamiento de las alianzas occidentales y el castigo a sus aliados. Y los beneficiarios son Putin y Xi Jinping.

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