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tribuna
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Contra el exterminio sistemático de periodistas en Gaza

El siniestro logro de haber capitaneado el asesinato de más informadores en menos tiempo acompañará siempre a Benjamín Netanyahu

Un periodista asesinado por Israel en Gaza, el pasado 25 de agosto.

El patrón de ataques sistemáticos a los periodistas y a los medios de comunicación refleja una doctrina militar y política que considera legítimo exterminarlos, y que, consecuentemente, cuestiona el apego de Israel al derecho internacional y su pretensión de constituir el único Estado democrático y de derecho en la región.

La manera despiadada en la que decenas y decenas de periodistas han sido ejecutados a sangre fría habla bien de sus autores. De una putrefacta forma de razonar.

Es preferible no inferir qué estaríamos escuchando de nuestros dirigentes europeos si quien hubiera perpetrado la masacre de los informadores palestinos hubiera sido el ocupante del Kremlin. Fariseísmo supremo.

Putin debe estar bien satisfecho observando como nuestra pretendida superioridad moral y nuestro fingido compromiso con los derechos humanos, más concretamente con la libertad de Información, reposan en la basura de la historia.

En Reporteros Sin Fronteras sabemos, como muchas otras organizaciones de defensa de los periodistas y de la libertad de prensa, que la impunidad es la clave de bóveda de este engranaje diabólico que pretende sepultar este derecho allí donde convenga a los intereses políticos o personales de este o aquel gobernante.

También sabemos quiénes han ordenado este exterminio y a quién habrá que pedir cuentas por su cooperación necesaria, que no es solo complicidad.

Obstaculizar cualquier decisión política que trate de forzar al Gobierno de Israel y sus fuerzas armadas a que detengan el exterminio del periodismo en Gaza ha sido una constante y, obviamente, son exigibles todas las responsabilidades legales conforme a los compromisos internacionales asumidos.

Es probable que cada sociedad aquí sea deudora de su historia y de su pasado reciente.

Hoy tendremos la oportunidad de comprobar con qué claridad los periodistas en España, al igual que sus conciudadanos, no solo no se sienten culpables del exterminio nazi, sino que entienden que nuestro pasado reciente es desgraciadamente acreedor de aquellos mismos nazis y fascistas que nos legaron un régimen dictatorial, con aquella ominosa y patética “política de no intervención” de las potencias europeas, que favoreció entonces aún más la funesta intervención de Berlín y Roma.

Esperemos no estar hoy a lo mismo, aunque tanta pusilanimidad de la Unión Europa frente a la devastación en Gaza no hace crecer el optimismo, pero sí la convicción de que hay que detener, como pide la Corte Penal de Justicia, al primer ministro israelí. Para que responda de sus acciones y para detener la matanza.

Los hoy tan cuestionados principios de la democracia liberal, en proceso de demolición por un mandatario en Estados Unidos que aspira a ser un igual entre los autócratas, y acechados por populismos de variada generación son el perfecto caldo de cultivo para las tiranías, que no olvidemos tienen en la libertad de prensa y de opinión su peor enemigo, muy por encima de sus propios rivales y contrincantes políticos.

Ya hemos visto cómo en el recetario totalitario lo primero es señalar al periodista como enemigo del pueblo y peor aún, cómo la nueva alianza de los “plutogarcas”, tecnológicos en Estados Unidos, industriales y criminales en Rusia y mandarines de partido en China, nos ofrece una era sombría de algoritmos fraudulentos e IA uniformizadora en la que estorba el Periodismo y sobran los periodistas.

Destruir la información veraz, distorsionar la realidad, impedir el acceso a los datos e inventar mundos paralelos es lo que tenemos delante.

Allí donde asesinar periodistas que cuando trabajan con medios internacionales se dice que ha sido un accidente y se anuncia una nueva no investigación es a donde nos conduce la inacción frente a la voluntad israelí de sustituir periodismo por propaganda. Arte en la que es obligado reconocer la maestría del Estado de Israel.

Día a día, asesinato de periodista tras asesinato de periodista, hemos comprobado que lo que constituye un patrón de conducta de Israel nos permite cuestionar que, atacando a un pilar de la democracia y de la convivencia como es la libertad de Información de los ciudadanos, se esté defendiendo un Estado de derecho.

Serían sus ciudadanos quienes debieran pronunciarse, aunque la creación de un sistema de apartheid como lo definió el arquitecto de los acuerdos de Camp David no es una buena acreditación, desde luego.

Para quienes disfrutan de la libertad de opinión debe ser difícil justificar cada día con argumentos los asesinatos de periodistas. Sabemos que para los militares el dominio del espacio informativo viene prescrito en sus manuales doctrinales y eso incluye silenciar si es necesario a los medios de comunicación y a los periodistas. Israel es, junto con las grandes dictaduras contemporáneas, un adalid en el uso de la violencia contra los reporteros.

Defender la libertad de información en un Estado de derecho y prohibir el acceso de la prensa internacional allí donde es más necesaria es, sencillamente, imposible.

El desprecio por la vida humana y la deshumanización mediante la propaganda son valores contrarios a la democracia, por eso defendemos el acceso a Gaza de la prensa internacional y honraremos hoy a los reporteros asesinados.

También exigiremos que las autoridades europeas utilicen las herramientas políticas, económicas y diplomáticas para detener la matanza, si no serán corresponsables.

Se lo debemos.

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