Los libros que hemos leído
Leí los clásicos y leo las novedades por curiosidad, por gusto y para sentir que son posibles otros veranos


Leí a Julio Cortázar para aprender a leer, y para aprender a escribir. Para sentir como no había sentido antes que se podía subir y bajar por un relato e ir y volver y disfrutarlo igual que si todas aquellas cosas de la ficción fueran algo físico y real, porque desde luego lo eran. Leí a Leila Guerriero para darme cuenta de que no valía la pena escribir después de eso o que, si lo intentaba, las palabras jamás se me ordenarían de una manera parecida.
Leí los clásicos y leo las novedades por curiosidad, por gusto y para sentir que son posibles otros veranos o que mis veranos se alargan, porque el que lee sabe que siempre es verano y que todo es posible. Leí a Vicent Andrés Estellés y a Joan Fuster para tener conciencia de la identidad y de la importancia de ser de pueblo y de reivindicarlo. Les leo para no olvidarme y, mientras, busco entre novelas y cuentos el sentido de un mundo que se ha vuelto inexplicable.
Leí a Albert Camus porque yo creí que escribía del tiempo que le tocó vivir a él, en la Resistencia y al final de la Segunda Guerra Mundial, en la denuncia de las atrocidades de las dictaduras más allá de su signo. Lo leo aún porque en sus libros hay un sentido del deber y de la justicia, una exigencia moral y, por encima de lo demás, el valor de la condición humana, que está al margen y por encima de las ideologías. Por eso aquellos textos, escritos cuando el mundo estuvo al borde de un colapso sin remedio, me hacen tanta falta todavía: porque aprendí la importancia de la denuncia y a no callar ante lo injusto.
Es de allí, de aquellas crónicas viejas tan modernas, de donde obtengo las herramientas para mirar mejor el mundo y para mirarlo con memoria. Donde aprendí a decir que no porque ese era el requisito de un hombre rebelde: el que aprende a decir que no. Por eso leo, en fin: para que no se apaguen las luces. Para que sea aún posible la fraternidad del verano por mucho que amenacen el frío y la oscuridad.
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