Jumilla: islamofobia institucional
El PP ampara el discurso discriminatorio de Vox en las instituciones públicas al rechazar desde un ayuntamiento una celebración musulmana


El Ayuntamiento de Jumilla, una localidad murciana de unos 27.000 habitantes, decidió la pasada semana prohibir usar instalaciones municipales para la celebración de las dos grandes festividades musulmanas: el final del Ramadán (el próximo 20 de marzo) y la Fiesta del Cordero (el 27 de mayo). La propuesta, originalmente del único concejal de Vox, salió adelante con los votos del PP, que gobierna gracias al apoyo del edil ultra, mientras este se abstenía. Aunque el texto aprobado suprime gran parte de la moción original, muestra de la peor xenofobia ultra, el PP da luz verde al objetivo final: impedir que los musulmanes allí residentes —estimados en unos 1.500 vecinos— puedan seguir utilizando las instalaciones deportivas municipales como en años anteriores para el tradicional rezo multitudinario de ambas fiestas.
Bajo la reforma de un reglamento local, el PP ampara lo que de hecho supone poner trabas a la libertad religiosa y de culto, derecho fundamental que protege la Constitución. Se traslada así a las instituciones el discurso antiinmigrantes cada vez más radical de Vox. La iniciativa de Jumilla ataca como si fuera una anomalía una religión que profesan 2,5 millones de ciudadanos en España, de ellos algo más de un millón con nacionalidad española, según un estudio del Observatorio Andalusí, dependiente de la Unión de Comunidades Islámicas de España.
Jumilla es una expresión cruda de cómo el PP está asumiendo sin complejos algunas de las tesis de la extrema derecha sobre inmigración. El partido de Alberto Núñez Feijóo parece dispuesto a seguir a su antiguo socio de gobierno y hoy aliado presupuestario en Murcia por el despeñadero de discriminar ciudadanos desde las instituciones por su religión. El PP alude en la moción a su voluntad de “preservar los valores y manifestaciones tradicionales propias de nuestra identidad cultural”. Sería deseable que concretase qué entiende por tal en un Estado aconfesional cuya historia no se comprende sin su pasado musulmán o judío. El discurso es muy similar al de Vox cuando plantea deportar a millones de extranjeros por no adaptarse a unas inconcretas “cultura y forma de vida” españolas.
Los sucesos de la localidad murciana de Torre-Pacheco han sido un doloroso recordatorio de cómo el discurso xenófobo puede infectar la realidad y desembocar en violencia. Pese al crecimiento de los discursos del miedo, el odio y el racismo, ni España, ni Murcia, ni Jumilla se pueden entender sin la población extranjera. Medidas como la aprobada por el PP en esta localidad pueden causar un peligroso efecto imitación y deben ser frenadas. No se puede permitir una división de los ciudadanos, que comparten derechos, entre ellos y nosotros, buenos y malos. Hoy es por su religión, mañana por su color de piel, por sus ideas políticas o por cualquier otro prejuicio de la institución de turno.
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