Ir al contenido
_
_
_
_
Red de redes
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Nadie sueña con ser inmigrante

Las mismas redes que llaman a la caza del migrante promueven un único modelo de éxito: ser famoso y rico

Dos mujeres fallecen en el incendio de un club nocturno de Bellpuig (Lleida)
Rebeca Carranco

La respuesta puede helar la sangre.

- Amadísima hija única, reina de la tormenta, la primera de su nombre, señora de los siete reinos, rompedora de cadenas y madre de dragones… ¿Qué quieres ser de mayor?

- ¡Princesa!

A veces es mejor no preguntar, hasta los periodistas lo sabemos. En el mejor de los casos, la verdad cae como una losa; en el peor, se abre la puerta a la pregunta madre de todas las preguntas: ¿Qué hemos hecho mal? Antes, en una opción de futuro que ya parece descartada, al menos tenía cierta gracia ver la cara de un progenitor anarcosindicalista estupefacto cuando la criatura gritaba a pleno pulmón: “Vull ser policiaaa!”.

Y lo peor es que si seguimos insistiendo en la preguntita maldita, absurda a todas luces, la cosa solo irá a peor. “Rico” es la respuesta que más veces he obtenido de adolescentes, que lo unen a una condición previa indispensable para lograrlo: ser “famoso”. Es difícil reprimir las ganas de gritarles que ricos no van a ser nunca porque nacieron en la cuna equivocada, y que lo que ven en Tiktok es una gilipollez. Y que, por mucho que diga el Xocas, pagar impuestos es fundamental para que la mayoría de la gente salga adelante, aunque los ricos -clase a la que no pertenecen ni pertenecerán- encuentren siempre la manera más eficaz para esquivarlos (para más detalles, busquen “caso Montoro”). Y que ellos, con un poco de suerte, serán simple y llanamente currantes.

Pero tampoco hay que ser cruel. La moda del famoseo y los influencers que alcanzan el éxito se ha extendido como mancha de aceite, y les martillea desde sus teléfonos móviles. Lo más cool estos días en X es inquirir a Grok, la inteligencia artificial incorporada a la red social de Elon Musk, cuál es la persona “más famosa (con más seguidores)” que ha visitado tu perfil. Las respuestas solo pueden entenderse en ese ecosistema. @JudgeTheZipper (el pseudónimo del magistrado Fernando Portillo), con 107.000 seguidores, obtiene que su seguidora más ilustre es @Macarena_Olona, exdiputada y exportavoz de Vox, con 400.000. @diostuitero, que sigue en el anonimato, con más de 640.000 seguidores, puede decir que cada día está más cerca de tocar el cielo con la punta de los dedos: “Basado en interacciones públicas y mutuals, la persona con más seguidores que ha visitado tu perfil es Pedro Sánchez”, le dice la máquina.

Tampoco es raro que a nadie le dé por preguntar quién es la persona más anónima y sin ningún alcance y repercusión entre sus seguidores. O la menos marrullera, que evita el conflicto y opta por el diálogo. ¡O la que menos horas pasa en redes sociales! Hace siglos que Sabina cantaba que las niñas ya no quieren ser princesas (se equivocaba), pero es cierto que ahora muchas más aspiran a participar en un reality y llenar horas de telerrealidad (no está bien visto llamarlo telebasura), para después convertirse en creadores de contenido en Instagram.

Con lo que seguro que nadie sueña es con ser inmigrante, que no es lo mismo que expat o estudiante de Erasmus. Y no es reprochable. Son los protagonistas involuntarios de titulares y objeto de cacería organizadas a través de las redes sociales ante cualquier delito que cometa un compatriota. Si se descuidan, están a punto de ser señalados también como los responsables de las políticas de vivienda -el primer problema de los barceloneses, según el barómetro municipal- que impiden a la gente pagar un piso. Pero desaparecen de escena cuando los protagonistas de las desgracias son ellos. Solo este fin de semana en Cataluña, cinco mujeres, subsaharianas, tuvieron un accidente antes de las seis de la mañana en Albesa (Noguera) yendo a trabajar en la fruta. Una murió, y otra resultó herida grave. En Bellpuig (Urgell) dos mujeres migradas murieron en un incendio en un prostíbulo. Sus habitaciones ni siquiera tenían ventanas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Rebeca Carranco
Reportera especializada en temas de seguridad y sucesos. Ha trabajado en las redacciones de Madrid, Málaga y Girona, y actualmente desempeña su trabajo en Barcelona. Como colaboradora, ha contado con secciones en la SER, TV3 y en Catalunya Ràdio. Ha sido premiada por la Asociación de Dones Periodistes por su tratamiento de la violencia machista.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_